Muere un amigo, un personaje ejemplar
El marcapáginas de la pena dejará señalada para siempre esta fecha en el libro de mi vida. A mí se me ha muerto un amigo, y a todos se nos ha ido una persona ejemplar.
José Manuel Lara tenía sus raíces en la sierra de Sevilla, donde nació su padre. El Pedroso era el cordón umbilical que siempre le ha mantenido unido a Andalucía, a la que en numerosas ocasiones ha mostrado su amor con hechos concretos.
No me corresponde a mí analizar su ingente legado como empresario y editor, es más, pienso que hará falta la perspectiva que nos da el tiempo para valorarlo en su justa medida, pero sí quiero destacar su faceta como mecenas de la cultura, a la manera renacentista. Apoyó, impulsó y animó múltiples proyectos e iniciativas, sin necesitar que existiera una ley que lo compensara, sencillamente por vocación y compromiso.
Conocía a miles de personas, pero muy pocos eran sus amigos. Creo que me cuento entre ellos, y así me lo hacía sentir. Conversador inigualable, generoso, con gran sensibilidad por los demás, siempre recibía y escuchaba a quien pudiera necesitarle. Por encima de ideologías o tendencias, en todo momento estaba dispuesto a sumar esfuerzos en cuanto significara el avance y el bien para España.
En mi ciudad, Alcalá de Guadaíra, también hemos gozado de su colaboración y apoyo a proyectos singulares, pero de manera especial le recordaremos siempre por la nueva biblioteca pública que lleva su nombre: «Editor José Manuel Lara». Con ella se volcó desde el principio, ayudando en cuanto estuvo a su alcance a su puesta en marcha y posterior programación de fomento de la lectura. Qué mejor manera de conservarle en nuestra memoria que a través de los libros que se contienen en una biblioteca pública; esos cientos de libros que contienen decenas de historias, porque a la que pensó su autor se le van sumando las de cada lector que la interpreta a su manera, la de cada casa en donde pasa una parte de sus días, las que va incorporando en cada viaje de ida y vuelta a su estantería...
Solemos decir que nadie es imprescindible. Probablemente sea cierto, pero no lo es menos que todos somos insustituibles. Ahora que se nos ha ido José Manuel lo veo aún más claro. Tardaremos mucho en poder ocupar el vacío que nos deja, y muchas, demasiadas cosas, no serán iguales sin él.
* Alcalde de Alcalá de Guadaíra