Las estrellas tiran de la venta de discos
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Ulises Fuente. Suben un 21 por ciento en un año, la primera vez que ocurre en este siglo, gracias a artistas como Pablo Alborán, Bisbal, El Barrio y Fito y Fitipaldis, y también al auge del «streaming»
Pablo Alborán es el «Torrente» de la música en España. «Bueno, alguien me decía que el año pasado hemos encontrado nuestros ‘‘Ocho apellidos vascos’’», comenta Antonio Guisasola, portavoz de la patronal de las discográficas sobre los datos de ventas de música grabada de 2014. Por primera vez en el siglo XXI las ventas han subido, y notablemente: un 21,2%. Para explicarlos, utiliza un paralelismo con el comportamiento del cine español, que, durante años, iba bien si había entrega nueva de «Torrente», y mal si no. «Está claro que ha gustado el producto que estaba en las tiendas, eso es indudable, aunque hay otros factores», matiza. Entre los cantantes que colocaron novedades en la estantería figuran nombres como Fito y Fitipaldis, David Bisbal, Malú, Manolo García, Serrat, Melendi y El Barrio. «Casi todos los que tienen tirón menos Alejandro Sanz», remata Guisasola.
Volver a regalar música
Claro que el argumento es delicado, porque equivale a decir que si se vendían pocos discos en 2013 o 2012 es por culpa de los músicos, que eran malos. «Bueno, es posible, pero nos quedamos con lo positivo, que es recuperar el interés por la música. En todo caso, hay otros argumentos a favor de las ventas, por ejemplo, la consolidación del ‘‘streaming’’ como forma de consumo. En este sentido, nos ha ayudado que las operadoras de telefonía lo ofrezcan con descuento al contratar sus servicios», explica. En total, los españoles gastaron en música grabada 149,9 millones de euros en 2014 frente a los 123 del año precedente. Una mejora, eso sí, muy lejos de los datos de comienzos de siglo, cuando el volumen de negocio llegó a situarse en los 626 millones. «Podrían darse cifras mucho mejores si hubiera un compromiso real de acabar con la ‘‘piratería’’», matiza Guisasola con una coletilla automática.
«También está la aparente mejora de la economía, que ha favorecido la campaña navideña –sigue Guisasola–. Pienso que hemos recuperado la tradición de regalar música, que se había perdido hasta el punto de que casi parecía mal vista desde la época del ‘‘Top manta’’. Hace unos pocos años la gente no le daba valor a un disco porque lo tenías en la calle por un euro. Se había perdido el respeto al formato. Y la noticia es buena, porque ahora se ve que no es un mal obsequio regalar un disco». El elepé como objeto de consumo ha subido notablemente, como dicen los datos de la venta de vinilos, que han crecido nada menos que un 85,7 por ciento en un año, hasta las 260.000 unidades vendidas. «No cabe duda de que existen coleccionistas de música todavía, y que también hay mitómanos y jóvenes que prefieren el vinilo. Además, se editan de manera muy cuidada, fabricados en alto gramaje». Incluso el CD, un soporte al que muchos directivos de las compañías de discos han dado por muerto, mejoró su comportamiento un 22 por ciento. Se vendieron 11,6 millones de compactos. «Es la respuesta del público fan. En el caso de Alborán hay una legión que quiere el físico, igual que ocurre con Fito. Yo no comparto la teoría de que se acaba, tendrá su espacio, como todo, pero es importante porque lleva a la gente a las tiendas y una vez en ellas, uno se puede llevar otro, por probar», comenta Guisasola, que no teme que sufran los álbumes de «clase media», esos que no están soportados por un fenómeno «fan» o por apuestas claramente comerciales. «Vemos que los que tiran son los artistas consagrados, pero si logramos volver a difundir la conducta de comprar es posible que el público se lleve otros discos», añade.
La opacidad de YouTube
Hablando de hábitos, hay uno que se impone, el «streaming» (es decir, Spotify, Deezer, Napster y otros), como formato para consumir música. Durante 2013, el número de suscriptores creció un 30 por ciento, lo que ha supuesto un aumento de la facturación un 36 por ciento, y una noticia que, en sí misma, ha desatado la emoción (contenida) en la industria, que ve el grueso de su negocio futuro en el mercado digital, que de momento supone el 42 por ciento de los ingresos. En cambio, las descargas legales (iTunes y similares) se han estancado, un 2 por ciento más, y sólo representan el 22 por ciento del mercado digital de música. «El ‘‘streaming’’ se ha comido el mercado digital –comenta Guisasola–. Es una buena noticia, porque ese público es fiel al servicio una vez que lo prueba, y funciona como una ‘‘commodity’’. Asumes que, por una pequeña suscripción, tienes todo». Y el insospechado rey del formato es... Enrique Iglesias, cuyo «Bailando» se ha escuchado en España 35 millones de veces y se ha vendido 80.000.
Un actor digital que siempre es polémico es YouTube, que, sin embargo, supone «una de las principales fuentes de recursos para el sector –según Guisasola–. Su política es dudosa, pero genera ingresos». El sitio de vídeos, que es propiedad de Google, juega con ventaja por su posición dominante en el mercado. YouTube carece de competidores, y la industria calcula que el 50 por ciento de su contenido es musical. Sin embargo, varios sellos europeos se han quejado porque denuncian que el reparto de los beneficios que genera la publicidad no es justo. «Spotify destina el 70 por ciento de lo que recauda a pagar a artistas, que son su contenido, pero en el caso de YouTube no llega ni al 10». ¿Se puede luchar contra Google? «Pienso que en España no lo vamos a conseguir, pero en Europa puede que sí». Queda saber si las perspectivas de este ejercicio apuntan alto. «No creo que sea tan espectacular. Esa conjunción de artistas va a ser difícil que se produzca. Gemeliers, por ejemplo, que de la nada han vendido muchísimo. Es difícil que un artista nuevo despache 100.000 unidades». La pregunta es: ¿ganarían un Goya?