Lolita Flores: «Kevin Costner ha sido uno de mis amores imposibles»
Encarna a Claudia en «Prefiero que seamos amigos», una comedia que estará desde hoy y hasta el 25 de junio en el Teatro La Latina. «Mi apellido le pesa más a la gente que a mí. Yo estoy muy orgullosa de él», declara.
Encarna a Claudia en «Prefiero que seamos amigos», una comedia que estará desde hoy y hasta el 25 de junio en el Teatro La Latina. «Mi apellido le pesa más a la gente que a mí. Yo estoy muy orgullosa de él», declara.
Un nombre en diminutivo. Un apellido superlativo. Una mujer hecha y derecha, independiente y satisfecha. Una voz rasgada, de tez morena. Sangre gitana. Ay pena, penita, pena. Lolita Flores es la protagonista de «Prefiero que seamos amigos», una entrañable comedia francesa que demuestra que a partir de los 50 años no hay que perder la ilusión, ni el deseo de enamorarse, ni el afán de ser feliz. En la obra se ve a dos personas cercanas que cuando una de ellas quiere cambiar las reglas de la amistad, la otra está totalmente cegada y es incapaz de ver más allá.
–¿Cuántas veces le han dicho eso de «prefiero que seamos amigos»?
–Unas cuantas, pero yo también lo he dicho, eh.
–¿Y cómo ha respondido?
–Depende de lo que me haya importado, he llorado o he mirado para otro lado. No te puedes estancar en eso. Se pueden decir muchos «noes».
–¿Cuál es la distancia entre el amor y la amistad?
–La que quieras ponerle. Se puede pasar de la amistad al amor, y viceversa.
–¿Es fácil ser su amigo?
–Eso deberías preguntárselo a ellos, que son muy variopintos.
–¿Y sus enemigos?
–No los conozco. Ni me gusta verles la cara. Aunque yo no me considero enemiga de nadie.
–¿Resulta sencillo conquistarla?
–Sí, muy fácil. Soy una persona transparente a la que se conquista con poquita cosa.
–Me refiero al amor.
–Sí, sí. Yo también.
–¿Qué debe hacer ese hombre?
–No te lo voy a decir, porque se perdería el juego de la conquista y de la seducción, que me gusta bastante. Que se lo curren un poquito.
–¿Ha habido en su vida amores imposibles?
–Sí. Kevin Costner ha sido uno de ellos.
–¿A qué estaría dispuesta por amor?
–La edad ahí sí influye. Quizá con 20 años hubiera sido capaz de hacer puenting. Hoy en día no. Me quiero mucho como para que la cuerda se rompa. Pero por amor se pueden hacer cosas que nunca hubieses pensado.
–¿Usted se siente deseada?
–Totalmente. Me gusta estar con los hombres y me he sentido querida. Pero no por ser Lolita Flores, sino por ser Dolores González. Siempre tienes la duda de si vienen por mí o por mi nombre.
–¿Y deseosa?
–Por supuesto. Siempre estoy deseosa de todo.
–¿A quién no le suena su cara?
–A los que están trabajando ahora, que ya no estoy en el jurado.
–¿Alguien la llama Lola?
–Sí. Mis hijos me llaman Mari Loli. Tengo amigos que me dicen Dolores. Mi hermana me llama Loli, menos cuando se enfada, que son muy pocas veces.
–¿Desaparecerá el «ita» de su nombre artístico?
–Me da igual. Hay quien en alguna crítica dijo que deberían dejar de llamarme Lolita para llamarme doña Lola. Me llenó de satisfacción, aunque Lola Flores no voy a ser nunca, por el grandísimo respeto que le tengo a ese nombre y porque Lola Flores sólo ha habido una. Artísticamente seré Lolita hasta el día que me muera.
–¿De qué planeta era La Faraona?
–No lo sé, pero mis hermanos y yo vendremos del mismo.
–¿Se siente un diminutivo?
–Para nada. Me siento un aumentativo.
–¿Cuánto pesa su apellido?
–Le pesa más a la gente que a mí. Yo estoy muy orgullosa de él.
–Huele a primavera.
–Nací en mayo. Soy de primavera.
–¿Flores para las Dolores?
–Las flores siempre son bienvenidas como regalos. Tengo muchas, de todos los colores.
–¿Cuál es el plan de Lolita?
–Hablar contigo, hacerme dos fotos e irme a comer. No me gusta hacer los a futuro. La vida me lo puso muy claro hace 22 años.
–Si en el firmamento poder usted tuviera...
–(Risas) Esta noche negra lo mismo que un pozo, con un cuchillito de luna lunera, cortaría los hierros de tu calabozo.
–¿Qué le da pena, penita, pena?
–La injusticia, el hambre de los niños, los malos tratos, las guerras...
–¿Qué le corre por las venas?
–Sangre gitana.
–¿De quién está usted siempre a la verita?
–De mis hijos.
–¿Cómo se lleva con la fama?
–Bien. No es algo que me haya venido de golpe. Nací, e imagino que moriré, siendo famosa.
–¿Y con el dinero?
–Como todo el mundo. Ayuda bastante a alcanzar la felicidad. El dinero va y viene. Está para gastarlo con cabeza, para llenar la nevera, darle lo máximo a tus hijos, viajar, invitar a tus amigos, ayudar a quien lo necesite... Pero si te llega una enfermedad radical y terminal... A veces no sirve para nada.
–¿Es usted rica o pobre?
–Rica en cariño, amor, salud y belleza. La gente me quiere y ésa es la mayor riqueza.