«Nunca tuve el control de mi carrera, me dejé llevar»
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El que fuera icono juvenil con “Never Gonna Give You Up”, vuelve de gira por España tras retirarse durante 15 años
Parece tocado por la lotería del gen antienvejecimiento. Está a punto de cumplir 50 años, pero Rick Astley no los aparenta. Es cierto que todo le ocurrió muy joven. Era un niño cuando tuvo un éxito en las listas de todo el mundo y seguía siendo un pimpollo cuando abandonó su carrera musical. Hace unos años regresó para volver a cantar los temas que marcaron a una generación de jovencitas y que se podr´na escuchar en Oviedo (16 de septiembre), Madrid (17), Málaga (18), Benidorm (19), Barcelona (25) y Palma de Mallorca (26).
-¿En qué ha estado ocupado estos años?
-La verdad es que gustaría tener una mejor respuesta, pero me propuse producir discos para terceros, y durante un tiempo lo hice. Hasta que me di cuenta de que no soy capaz de escribir o arreglar canciones, no tengo la habilidad ni la paciencia. Traté de aprender cómo se hacen los discos, porque en los míos, en los primeros... no es que yo... no es que yo hiciera mucho, en realidad. El pop es muy diferente si lo haces como una banda de rock que si lo haces como un cantante solista... lo mío era un poco como la Motown: cantaba lo que me decían que cantase. Pero hay que decir algo en defensa de mi época. Cuando paré hace más de 15 años, cuando me retiré, todavía se cantaba bien, aunque la música pop ya empezaba una crisis debido al “auto tune” (una herramienta digital), que se había extendido por todas partes. Los sellos contrataban a cualquiera, bastaba con tener buen aspecto. Muchos de mis amigos productores entraban en el estudio sabiendo que iban a emplear un día completo en grabar las voces y otro día en afinarlas. Eso tampoco me gustaba hacerlo.
-Era muy joven. ¿Cómo ve su carrera en perspectiva?
-No me arrepiento. Estoy contento de parar cuando lo hice. La mayor parte de los artistas pop tampoco llegan mucho más lejos. Muy pocos son como Madonna, con carreras de 30 años: la mayoría apenas duran 5 ó 6. Creo que salí cuando aún me gustaba la música, aunque desde luego que no me gustaba el negocio. Lo dejé pensando que ya no era para mí, pero ni maldiciendo ni enfadado. Amo la música, todavía me emociono antes de entrar a los conciertos como en los últimos que he ido, de Burt Bacharach y Fleetood Mac, pero el negocio no me gusta nada, ambas cosas no tienen nada que ver. Creo que mi compañía me exprimió bastante y por eso estoy contento de haber dejado el negocio cuando lo hice.
-Vivió la edad de oro.
-Bueno, creo que ahora hay artistas enormes y cada día se hace una cantidad abrumadora de buenas canciones. En esencia, se sigue haciendo música porque la amas, no hay una razón de búsqueda de gloria, fama, o dinero. Yo mismo tengo una banda de rock con la que doy tres conciertos al año y toco la batería, como cuando era un niño. Y lo hacemos nada más que para sentirnos otra vez como cuando teníamos 15 años. No creo que eso vaya a cambiar.
-¿Alguna vez sintió que perdía el control de su carrera?
-Bueno, para ser honesto, no creo que en ningún caso tuviera el control de ninguna de las decisiones artísticas. (risas) Yo cantaba en un grupo y un día llegó un tipo y nos dijo que le gustaba mi voz pero que no le interesaba la idea de la banda. No tenía intenciones de hacerlo, pero un día fui a Londres para grabar con él dos temas y firmé un contrato. Antes de darme cuenta, tenía detrás el mayor equipo de producción de música pop que había en el mundo. Y para cuando hicimos mi primer disco, era un asunto de unas dimensiones tan enormes, que yo no estaba en la posición de decir que no quería hacer las cosas de una determinada manera. Yo era un chico de 18 años, y simplemente me dejé llevar por ese tren, y en el fondo fui muy afortunado. Creo que bastantes artistas de aquel momento tampoco sabían lo que estaba haciendo.
-Quizá esté disfrutando más ahora...
-Desde luego, porque no existe la presión de la compañía de discos dicéndome “tienes que hacer esto o lo otro” para subir en la lista de ventas. Así que como ya no pertenezco a ese mundo, todo se reduce al auténtico placer de la actuación. Así que cuando tocamos versiones de AC/DC por puro placer o cuando interpreto mis propios hits en solitario ante miles de personas es porque amo lo que hago. Obviamente, me pagan por ello, pero no hay dinero suficiente en el mundo para obligarme a hacer algo que no quiero nunca más. Bueno, igual sí que hay dinero suficiente, pero te aseguro de que sería muchísimo (risas).
-¿No se cansa de cantar una y otra vez...?
-(Interrumpe) No, mucho. Me vino bien descansar de esas canciones durante 15 años o más. ¡Ni siquiera las he tenido que cantar en las bodas de mis mejores amigos! En serio. Así que no me importa hacerlo de nuevo. Para mí no es como si fuera nuevo del todo, pero cuando suena la intro de un tema y yo estoy en el escenario, no me pongo a pensar: “Oh, mierda, otra vez”. No. Lo que pienso es: “Joder, ¿qué hago yo aquí? ¿cómo es posible que esté cantando en Japón? Tengo casi 50 años y es impresionante que haya gente con interés por verme”. Es alucinante que esto me esté pasando.
Las razones de las Giras
Después de la experiencia de fenómeno adolescente, Rick Astley no piensa incurrir en los mismos errores: “Cuando me llegan las ofertas para actuar no las acepto sin más -dice-. Hay dos preguntas. Una es: ¿Quiero ir a ese lugar? Y la otra: ¿Qué estará ocurriendo en mi vida en ese momento? Por ejemplo, si puede venir mi hija o si en cambio estará de exámenes... y por esa razón, cuando me dijeron. ¿Septiembre, España? Dije: sí! (risas)”. Los alicientes de nuestro país se resumen en una palabra: comida. “Hace unos años crucé vuestro país en coche, durante una semana. Lo que habéis hecho con la gastronomía es sencillamente increíble. Restaurantes como elBulli han cambiado la historia, son hitos. ¿Pero sabes qué es lo que más me gusta del mundo? Desayunar una tostada con tomate, ¿te lo puedes creer?”.