Sting: Un buen policía nunca se retira
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Sting, Gordon Sumner de nacimiento, se presentó en el Teatro Real, a sus 65 palos, enjuto y carismático como nunca.
Bajo y voz: Sting. Guitarra: Dominic Miller, Rufus Miller. Batería: Josh Freese. Coros: Joe Sumner.
Teatro Real. 1.700 espectadores.
Madrid, 5-VII-2017.
Algunos creían que ya se había olvidado de rockear. Tras una década de discos de exploración, alejados de los incontestables éxitos de juventud, Sting llevaba un tiempo huyendo del pop en primera persona, precisamente el material del que nace su último disco, «57th & 9th», su primer álbum de rock en 13 años. Sting, Gordon Sumner de nacimiento, se presentó en el Teatro Real, a sus 65 palos, enjuto y carismático como nunca. Con una camiseta que nadie en sus cabales se atrevería a llevar sin que asomen todas las vergüenzas, de las que no tiene el británico, yoga y dieta vegana mediante. Se llevó, claro, unos «guapo» nada más aparecer con «Heading South in The Great North Road», presentó en español a su hijo Joe, vestido con camiseta de Bowie, y después, «Synchronicity».
Los que creían que Sting renegaba estaban equivocados. El británico no huye de sus años de servicio en The Police, todo lo contrario, guarda las canciones como sus medallas. Pero es de mala educación enseñar los trofeos al principio y por eso el impecable concierto de anoche comenzó por un bloque con lo último de su producción. Sting enseñó el músculo de sus últimos temas, que lo tienen. El estilo directo de «I Can’t Stop Thinking About You» es un homenaje a su pasado. También el bello alegato climático que es «One Fine Day» y que ideológicamente no entra en conflicto con «Petrol Head», término que designa a los amantes a los coches y que él poetiza con esa única sensación de libertad. Tampoco desentona «50.000», dedicada a Prince y a la profusión de obituarios con músicos como protagonistas, enlazada con «Ashes To Ashes», de Bowie.
¿Son las del último trabajo las mejores canciones del británico desde los 90? Muchos creen que sí y desde luego anoche no desentonaron en su nutrido repertorio, de más de 20 temas. Si no lo son, al menos demuestran que este viejo policía sigue teniendo urgencia por escribir de lo que le rodea y le preocupa, por resolver viejos crímenes como nuevas canciones. La primera persona, decíamos. Tampoco escondió esos temas que tanta gloria le han dado en solitario, como el superéxito «Englishman In New York» y la bellísima «Fields of Gold», y otros clásicos de Police como «Spirits In The Material World» y «Every Little Thing She Does Is Magic». Se hizo complicado que el público aguantase sentado para bailar; que guardasen el móvil fue imposible. No era noche para las maneras operísticas en el Real, y eso que la entrada más cara costaba 350 euros.
Y claro, llegó el momento de la carga policial, en una serie contundente de éxitos antidisturbios en bloque formado por «Message In a Bottle», «Walking On The Moon», «So Lonely», «Roxanne» y, finalmente, «Next To You» y «Every Breath You Take». Anoche, Sting demostró que un buen policía no se retira nunca.