Tom Petty, el rock en estado puro y duro
Falleció tras sufrir un ataque cardíaco en la noche del domingo en su casa de Malibú, a 50 kilómetros al oeste de Los Ángeles.
El artista falleció este lunes a los 66 años tras haber sufrido el domingo por la noche un ataque al corazón en su domicilio de Malibú.
Parecía inmortal, pero no. Tom Petty murió ayer a la temprana edad de 66 años después de sufrir un paro cardíaco y ser encontrado inconsciente y sin respiración en su mansión californiana de Malibú. Fue trasladado de urgencia al hospital de UCLA en estado crítico, pero nada se pudo hacer por salvar su vida. Acababa de actuar en el legendario Hollywood Bowl de Los Angeles durante tres noches en la gira de celebración de los 40 años con los Heartbreakers, su banda de toda la vida, y preparaba el final del «tour» con dos citas en Nueva York, el 8 y 9 de noviembre, que ya no celebrará. Es el inesperado adiós a una de las últimas grandes leyendas de la música americana, uno de los pocos hombres capaces de llenar estadios en Estados Unidos haciendo rock and roll puro. Un hombre que forjó una sensacional carrera con canciones llenas de personalidad ejecutadas con insólita clase por una de las mejores bandas de toda la historia, de nombre Heartbreakers.
Su primer disco se llamó precisamente «Tom Petty & The Heartbreakers», de 1976, y allí ya estaba su primer gran clásico, el inmarchitable «American Girl». Petty lograba juntar el clasicismo de los Byrds con la urgencia del punk, la desfachatez del glam y la frescura de la incipiente «nueva ola». Llegaron más discos fantásticos («You’re gonna get it», «Damn the Torpedoes», «Hard Promises» o «Long after dark») junto con un puñado de canciones que se incrustaron en la memoria de cualquier amante del rock americano, trallazos como «Breakdown», «Refugee», «The Waiting», «Straight into Darkness» y muchas más. Pero era en directo donde mejor se disfrutaba a Petty y su descomunal banda, con Mike Campbell, Benmont Tench, Stan Lynch y Ron Blair. «La última gran banda americana», la calificó Bob Dylan, quien ayer escribía en al revista «Rolling Stone»: «Me ha dejado bastante impactado, ha sido una noticia muy dolorosa. Tenía a Tom en muy alta estima, fue un artista fantástico, lleno de luz, un amigo. Jamás le olvidaré».
Precisamente éste los reclutó para girar con él para girar desde finales de 1985 y 1987 como banda de apoyo, pero Tom Petty & The Heartbreakers eran mucho más que grupo de acompañamiento. Aunque fuera el de Dylan. Tras una época personal convulsa –divorcio, problemas con el polvo blanco, episodios de paranoia y demás– emergió como un gigante con su primer disco en solitario, «Full Moon Fever». De 1989, se convirtió en un brutal éxito que lo consagró entre los más grandes. Ahí estaba la insuperable «Free Fallin».
Antes ya había formado parte de aquella inolvidable aventura bautizada con el nombre de Traveling Wilburys, la superbanda formada junto a Dylan, George Harrison, Roy Orbison y Jeff Lynne. Y no con una aportación menor, ni mucho menos. De alguna manera, aquella fue una forma de enseñar al mundo que ya había ingresado en la realeza del rock and roll. Volvió con los Heartbreakers en 1991 con otro gran disco, «Into the Great Wide Open», aunque dentro de una grabación llena de tensiones que a la postre provocaría la salida de Satn Lynch de la banda.
Pero la rueda estaba en marcha y Petty había dado con la tecla. Sus discos eran ya redondos, sin desperdicio de principio a fin, y conocía cómo grabarlos. «Wildflowers», de 1994, fue otro trabajo firmado en solitario y otra de sus cumbres. Uno de sus álbumes más profundos, una delicia en cada minuto. Por entonces, Petty ya se había convertido en un gran cantante. Mientras, la fama de sus conciertos atraía cada vez a más gente y las arenas se quedaban pequeñas. Petty y sus Heartbreakers eran capaz de llenar estadios con su sonido de rock puro y la presencia escénica del cantante, un tipo que dominaba el escenario sin necesidad de realizar alardes físicos.
Músico de culto
Además, en sus giras también encontraba tiempo para tocar de vez en cuando en clubes e incluir en su repertorio versiones de algunas de sus influencias, gente como Kinks, Them, Grateful Dead, Clash, Byrds, Fleetwood Mac, JJ Cale, Dylan y demás históricos de la canción. Sólo Bruce Springsteen le podía discutir la batalla por la popularidad en Estados Unidos, aunque también es cierto que Petty se convirtió en Europa en un músico de culto antes que de masas. Probablemente porque al rubio de Gainesville tampoco le interesó mucho trabajarse la escena europea, sabiendo que todo lo tenía resuelto y más cómodo en su país. «Mojo», de 2010, e «Hypnotic Eye» (2014) fueron los dos últimos álbumes firmados por Petty junto a los Heartbreakers, dos auténticas joyas que si bien no tuvieron un enorme impacto comercial sí supieron a gloria en el paladar de los más exigentes. Discos de inmensa categoría.
Adiós a su melena rubia y a una forma excepcional de entender el rock and roll, de comprender la pureza de las canciones y el amor a grabar álbumes para el recuerdo. Se va uno de los grandes de la música americana, una de las últimas leyendas, un hombre que será recordado por liderar a una de las más impresionantes bandas de la historia y por hacer feliz a mucha gente con sus composiciones e interpretaciones. Una estirpe de músico en vías de extinción.