Un muy aleccionador «Rey Arturo»
Crítica de clásica. «Rey Arturo». De Henry Purcell. The King’s Consort and Choir. Director: Robert King. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 6-XII-2014.
Se preveía que iba a ser un gran concierto y desde luego lo fue. Robert King y el King’s Consort acudían al Auditorio Nacional de Música para ofrecer una selección de «El Rey Arturo» de Henry Purcell, tras haber interpretado «Dido y Eneas» tiempo atrás en Barcelona. El maestro, que dirige desde el clave, se ha especializado en Purcell y sus versiones junto al conjunto orquestal que creó en el año1980 son hoy referencia. Once cantantes –tres sopranos, dos contratenores, tres tenores y tres bajos– hicieron las veces de solistas y también de coro. No resulta nada sencillo que un coro de solistas de nivel suene como lo hizo éste, con empaste y homogeneidad, pero unos y otros dieron lección de buen hacer junto a los menos de treinta instrumentistas.
«El Rey Arturo» (1691) conjuga partes habladas con las cantadas a lo largo de sus cinco actos, si bien era lógico que para una versión en concierto se prescindiese del parlato. Las guerras, lo mágico, lo idílicamente pastoril se combinan perfectamente en una partitura llena de frescura a la que los intérpretes supieron hacer plena justicia. Habría mucho que destacar, desde pasajes instrumentales como la tonada de trompeta del acto V a pasajes tan sorprendentes como el de la escarcha, con un genio del frío que el bajo Matthew Brook interpretó con el preciso sentido de la gelidez en su canto; el dúo del acto II entre Philsle y Grimbald, la canción de Venus del V y muy especialmente la escena del V entre Komo y los campesinos, que logró arrancar una espontánea ovación por parte del público. Entre los solistas, todos ellos manteniendo un buen nivel, destacaron el bajo citado y las sopranos Julia Doyle y Rebecca Outram. A la belleza de esta obra maestra de Henry Purcell se le añadieron en la misma sesión la vivacidad y la frescura del King’s Consort junto al dinamismo que supieron imprimir los cantantes con gestos que semiescenificaban la acción, con lo que se logró una de las sesiones más agradables de las últimas acaecidas en el Auditorio Nacional y todo por 40€euros la entrada más cara.