Oviedo

Peter Brook, de Shakespeare a la pesadilla del Brexit

El dramaturgo inglés, de 94 años, se convirtió ayer en la estrella del día en Oviedo y fue aclamado por los jóvenes, que también aplaudieron a Salman Khan.

Peter Brook arropado por un grupo de jóvenes actores. Foto: Alberto R. Roldán
Peter Brook arropado por un grupo de jóvenes actores. Foto: Alberto R. Roldánlarazon

El dramaturgo inglés, de 94 años, se convirtió ayer en la estrella del día en Oviedo y fue aclamado por los jóvenes, que también aplaudieron a Salman Khan.

Este es un Peter Brook otoñal, pero en rebeldía, como si la vitalidad del hombre se sublevara contra la realidad del calendario y se negara admitir su edad. Peter Brook es uno de esos artistas privilegiados que suma a sus logros profesionales el éxito de un biografía abundante y rica que ha explorado los diversos caminos del cine, el teatro (es el mejor escenógrafo del siglo XX) y la ópera, pero que no ha dejado de lado la parte existencial, que es justo lo que le dio ayer el empuje y la energía para levantarse de la silla y unirse a los alumnos de nueve escuelas escénicas que lo homenajearon en Oviedo, en la vieja Fábrica de Armas de La Vega, unos pabellones militares de grandes ventanales y aire bohemio que conjugaban bien con la obra que se representaba y el homenaje que se le brindaba. «Bravo –comentó el artista emocionado–. Estoy sin palabras».

Brook hoy es una rara mezcla de sabiduría y juventud aún sin vencer que le da ese aspecto de intelectual a pie de calle, a la orden del día, que ni se calla ni se muerde la boca. «Los políticos cometen muchos errores, pero el más estúpido que se ha cometido en los últimos años, y me atrevería a decir que de la Historia, ha sido el Brexit. La UE era un ideal que perseguía el consenso para evitar las batallas y las desavenencias y alcanzar ese hito que sería los Estados Unidos de Europa y que las personas supiéramos que existe un estamento mayor y que podíamos vivir todos juntos. El Brexit es una tragedia». Brook demostró poseer un alma combativa, que no se doblega ni amilana ante las dificultades y los reveses y que dice lo que considera que es necesario ser escuchado. Por eso afirmó que «el referéndum, que es una buena herramienta democrática» en esta ocasión no cumplió con su deber. «Solo se puede responder sí o no a una pregunta cuando conoces todos los pormenores de un asunto, como hacen en el Parlamento inglés: sus miembros estudian durante una semana para tomar una decisión. Pero a las personas se les ha obligado a tomar una decisión sin que les hayan informado de cuáles van a ser las consecuencias para la agricultura, la Bolsa, las finanzas...». Y añadió una reflexión: «Ha habido personas que de repente han visto cómo extranjeros acudían a sus clubes tradicionales y no les ha gustado eso. Para evitarlo han pensado que lo mejor era votar que “sí” al Brexit para echarlos. Así no se pueden tomar decisiones».

Globalización acelerada

Salman Khan es también un idealista, un utópico, un matemático que aspira a que la educación nos catapulte al futuro y salvar los escollos abundantes que ya se delinean en el horizonte. Con un discurso que recuerda al que también esgrime Yuval Noah Harari, el autor de «Sapiens», comentó que «los nacionalismos y los populismos han surgido por los cambios sociales. Antes existía una estructura piramidal de la sociedad con mucha mano de obra. En los últimos 20 años se ha demostrado que el capital tiene más poder que la mano de obra. Dentro de un par de décadas, la automatización, la mecanización y la inteligencia artificial reducirán los empleos. Se requerirán trabajadores más cualificados».

Y detalló: «En muy poco tiempo veremos que los coches y los camiones serán automáticos. Pero conducir es una de las grandes ocupaciones para los hombres con una edad comprendida entre los 18 y los 57 años. Por eso el nacionalismo y el populismo se incrementarán próximamente. Por eso es esencial ofrecer una buena educación para que la gente se pueda integrar». Salman Khan explicó que «uno de los grandes factores que han agrandado las desigualdades es la aceleración de la globalización y la tecnología. Pero nadie va a detener la tendencia de esta última. Soy apolítico, pero creo que a corto plazo van a empeorar muchas cosas para, a largo plazo, mejorar». Por eso, señaló que hoy en los tiempos actuales existen una serie de urgencias y una de ellas es «aprender a aprender muy rápido para poder adecuarnos a los retos y desafíos que nos esperan más adelante». A su discurso no escapó el cambio climático ni, tampoco, la posición que ha tomado Estados Unidos respecto a esta amenaza: «No tiene voluntad política para atajarla. Quizá una de las razones es la falta de educación de la población, que les impide tener conciencia de un riesgo tan grande. No son capaces de entrever el mundo al que nos estamos dirigiendo y cómo vamos a tener que ayudarnos. Tampoco visualizan las consecuencias económicas que tendrá el cambio climático, la deslocalización, la necesidad de incrementar en políticas de defensa. Necesitamos esa educación de manera acelerada y, también, invertir el talento en innovación. Cuanto más comprenda la sociedad los problemas que tiene ante sí, más capacidad tendrá para conseguir que los políticos para que tomen medidas».