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Historia

Lo que España dejó en África

Miguel Ángel Ferreiro publica «La segunda columna», un monumental ensayo sobre los ancestrales vínculos que unen la península con el continente africano

El estrecho de Gibraltar, con la costa africana al fondo
El estrecho de Gibraltar, con la costa africana al fondolarazon

Las Columnas de Hércules, el «Fretum Gaditanum», señalaban el punto final de navegación para griegos y fenicios. Una vez rebasadas, no había más allá: «Non Plus Ultra». La primera estaba en Calpe, actual Gibraltar, y la segunda en Abila, lo que hoy es Ceuta. De esas dos columnas, solamente una es española: la africana. De ahí el título del nuevo libro de Miguel Ángel Ferreiro (Ordes, La Coruña, 1981) «La segunda columna. Lo que dejamos en África» (Edaf), es un enorme ensayo histórico que pretende poner en valor una serie de hechos poco divulgados sobre nuestro pasado africano, que trazan puentes humanos y culturales a través de los 14 kilómetros del estrecho de Gibraltar porque «África forma parte de nuestra historia», afirma Ferreiro. «Cuando hablamos de africanismo solemos pensar en las Guerras de África, en los desastres de 1921 o en el Protectorado español, pero las relaciones entre nuestra península y el continente africano son seculares –explica–, desde los poblamientos prehistóricos hasta la actualidad, la huella española es palpable en gran parte de África y al contrario, desde la mítica Tombuctú hasta Guinea Ecuatorial, único país africano cuyo idioma oficial es el español».

Otros ejemplos los encontramos «en los exploradores hispanos que en tiempos de Roma recorrieron el Sáhara; en la unión de la Mauritania Tingitana a la Diócesis de Hispania; en Orán, Ceuta y Melilla; en la gran Gadir, controladora de las rutas africanas a Mogador y, por supuesto, en Cartago, cuyos ejércitos formados por contingentes hispano-africanos actuaron en el Mediterráneo», resalta el autor. «El africanismo trata de dar a conocer, no sólo las relaciones entre España y África, sino también las conexiones y narraciones entre ambas. El pensar como Pedro Antonio de Alarcón, convencido de que la grandeza nacional estaba en la senda africana; en el lugar donde batalló Aníbal junto a sus tropas iberas, donde nació San Agustín, donde vencieron Gonzalo de Córdoba y Pedro Navarro, donde brilló Orán y existió la floreciente Guinea española, eso es africanismo», señala Miguel Ángel Ferreiro, gallego afincado en Toledo, que tras estudiar Artes Gráficas ingresó en la Armada.

Posteriormente, estudió Historia del Arte y creó la revista digital que dirige, «El Reto Histórico», con la que realiza una labor divulgativa de la historia de España. Su vínculo con Melilla, tras varios años viviendo allí, es la clave de su interés por África. «En Melilla descubrí una España multicultural, llena de matices, quizá muy similar a aquella medieval de las tres culturas, que me llevó a indagar en las relaciones históricas hispano-africanas desde el inicio de los tiempos. No pretendo un revisionismo histórico, sino un complemento de lo que se conoce, pero se encuentra vacío en muchos de sus contenidos, huyendo del reduccionismo y presentando personajes y episodios que, normalmente, desaparecen de las páginas de los libros porque no se amoldan al discurso oficial», afirma.

Tartesos y fenicios

Para Ferreiro, «la acción de España en África se conoce, pero no se entiende», y trata de explicarlo a través de su obra. Bajo esta premisa, «La segunda columna» comienza ya en la Prehistoria hablando desde las primeras conexiones al Imperio Romano, sobre el enigma del estrecho, ¿puente o barrera?, explicando los paleontólogos «africanistas», así como yacimientos importantes: Orce, Campo de Hockey, El Aculadero, Benzú o Gorham entre otros, además de una mención a las primeras culturas peninsulares, como los Millares, y sus paralelismos con las estudiadas en África y sus similitudes megalíticas, para introducirse luego en la Edad Antigua conocida: Tartesos, fenicios, Gadir y Cartago. Posteriormente, va del Bajo Imperio al reinado de don Rodrigo, de la Roma Imperial, a la crisis del siglo III y sus efectos sobre Hispania y los territorios africanos. Sigue desde la expansión Omeya al control andalusí sobre el Magreb, donde Ferreiro explica la organización tribal bereber, el avance a través de África de los Omeya y una breve síntesis sobre la «fath» y la fundación deAl-Ándalus.

De los reinos de Taifas a las Navas de Tolosa, del declive almohade al auge de los reyes cristianos, de la conquista de Orán a la de Tombuctú, de Felipe II protector del Congo a la caída de Orán, de la Guinea Española a la caída del Rogui Bu Hmara en la que explica por qué Guinea fue española y cómo se forma, además de hablar de los grandes exploradores del siglo XIX. De la Guerra de Melilla al Protectorado Español es la última parte del libro. En ella, Ferreiro explica cómo España es arrastrada a la guerra de 1909 y narra sucesos como el del Barranco del Lobo. La campaña del Kert y las relaciones con Alemania y Francia, que llevan al establecimiento del Protectorado en 1912, culminan este trabajo, que más que un libro es prácticamente una enciclopedia de la Historia de España.