¿Quieren saber cómo acaban «Gringo» y «Dani Futuro»?
Carlos Giménez recupera en «Punto final» a estos dos legendarios personajes de sus comienzos que, en sus palabras, «dejaron una profunda huella en mi recuerdo», e imagina para ellos una conclusión nostálgica y desencantada
Carlos Giménez recupera en «Punto final» a estos dos legendarios personajes de sus comienzos que, en sus palabras, «dejaron una profunda huella en mi recuerdo», e imagina para ellos una conclusión nostálgica y desencantada.
En los años sesenta, dos de las obras de formación del dibujante Carlos Giménez –y antes de su plena consolidación como autor total, dedicado con especial brillantez a las series basadas en sus experiencias personales, como «Paracuellos», «Barrio», «Los profesionales» y «Rambla arriba, rambla abajo»– fueron «Gringo» y «Dani Futuro». Dos obras que tienen en común el hecho de partir de guiones ajenos y también el estar insertas en géneros muy identificables y codificados, como el «western» y la ciencia ficción. En 1963 –el mismo año en el que nace uno de los hitos del cómic del «western» europeo, «El Teniente Blueberry», de Charlier i Giraud–, un Carlos Giménez con un estilo gráfico todavía por definir –al que no es ajeno la influencia tanto de los clásicos norteamericanos como del belga Joseph Gillain Jijé– inicia la serie «Gringo» a partir de guiones del escritor Manuel Medina, que más adelante sería sustituido por otros guionistas. «Gringo» fue creada para la legendaria agencia de Josep Toutain Selecciones Ilustradas; destinada a venderse en el mercado exterior, se considera el primer éxito europeo de Giménez.
El protagonista de «Gringo» –cuyo verdadero nombre es Syd Viking– es un héroe joven rubio e impoluto, de espíritu justiciero, pasado poco conocido y hábil con las pistolas. Dirigidas a un público eminentemente juvenil, las blancas aventuras del personaje –repletas de las situaciones más prototípicas del género– estaban dotadas de una notable carga de ingenuidad; el mismo Medina había ironizado al respecto describiendo su salvaje Oeste como «de cuento de hadas porque en lugar de cuervos y buitres había pajaritos y flores». Tal vez por contagio de las numerosas historietas de corte romántico que Giménez dibujaba simultáneamente. Creada en 1969, «Dani Futuro» –que se considera la primera gran serie de Giménez– supuso por su parte un notable paso adelante en la carrera del dibujante, una evolución tanto en el aspecto gráfico como en la complejidad de las historias, nacidas de la pluma de Víctor Mora. Además de ser guionista de clásicas series de aventuras como «El Capitán Trueno» y «El Jabato», Mora se había empezado a labrar una notable carrera como novelista, y entonces se encontraba en un momento especialmente brillante de su trayectoria: ese mismo año creó también el «western» «Sunday», dibujado por Víctor de la Fuente.
«Dani Futuro» es una «space opera» que debutó en la revista española «Gaceta Junior» y que más adelante se realizó para la emblemática publicación belga «Tintín». El propio Giménez ha admitido la influencia en esta obra de una de las grandes series francesas de la época, «Valérian»: agente espacio-temporal, del guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mezières y nacida en Pilote un par de años antes. Una desbordante inventiva visual, una narrativa rica en recursos de herencia cinematográfica, un innovador uso del color y unas tramas que fueron incorporando elementos de crítica social –la serie coincide con el pleno auge del movimiento hippy– son algunas de las señas de identidad de la que es una de las grandes series clásicas de la ciencia ficción española.
Desde hacía años rondaba a Carlos Giménez la idea de recuperar puntualmente estas dos series tan importantes para su carrera y darles –medio siglo después– una conclusión desde una mirada crepuscular y desencantada. En palabras del mismo Giménez, «entre las muchas ideas y proyectos a los que constantemente doy vueltas en mi siempre ajetreado cerebro, desde hace algún tiempo venía acariciando la idea de realizar una última historieta de mis personajes de juventud, de aquellos con los que comencé mi carrera profesional, por lo menos de algunos de ellos, de los más queridos, de los que considero que fueron para mí importantes, de los que dejaron una huella profunda en mi recuerdo: “Gringo” y “Dani Futuro”. Una última historieta realizada al final de mi carrera con la que acabar estas dos series». El libro «Punto final», que publica Reservoir Books, es pues la materialización de esta idea: se trata de un único volumen que recoge las dos historias que sirven de clausura a «Gringo» y a «Dani Futuro». Una vieja fantasía que por fin ha tomado cuerpo y se ha hecho realidad.
Homenaje a «Sin perdón»
–Es usted William Munny, el asesino de mujeres y niños.
–Así es. He matado a mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarle a usted por lo que le hizo a Ned.
Este legendario diálogo de «Sin perdón», el magistral y oscarizado «western» de Clint Eastwood escrito por David Webb Peoples («Blade Runner»), es homenajeado en «El blues de El Gringo». Y la cita cinéfila funciona como declaración de intenciones de una aventura absolutamente oscura y antiheroica del antaño inocente personaje. El propio Giménez ha escrito personalmente el guión de una historia de 31 páginas –una extensión inusual, ni larga ni corta–, que reconoce en el prólogo que «no tiene nada que ver con el estilo de los que escribía Manolo Medina. Yo he pretendido hacer algo menos amable, más duro, más violento. Un guión que en aquella época hubiera sido tan impensable que el editor lo aceptara y publicara, como que la censura lo permitiera».
Dibujada en blanco y negro, «El blues del Gringo» arranca con el protagonista torturado por el dolor de muelas y sumergido en una espiral absurda y salvaje de confusión y sangre. El racismo, los celos y la venganza son algunos de los temas que aparecen en esta historia sobre la imposibilidad de huir de la violencia para quien la ha ejercido, que sumerge a los personajes –y al lector– en un abismo progresivamente enloquecido, una pesadilla en la que los disparos no distinguen sexo ni edad, un infierno dantesco en el Oeste.
Más larga –51 páginas– es la aventura de Dani Futuro que completa «Punto final», titulada «¡El fin del mundo!», y que el autor ha planteado como un fiel homenaje a su amigo Víctor Mora. Volviendo a las palabras de Giménez, «al contrario de lo que hice al escribir el guión de “Gringo” que se publica en este mismo libro, al redactar el de “Dani Futuro” he tratado intencionadamente de conservar, en la medida de lo posible, las constantes de los guiones del creador literario de la serie. Es decir, he intentado hacer un guión un poco al estilo de como yo pienso que lo habría hecho él, procurando utilizar su forma de urdir y sus constantes narrativas».
Así, «¡El fin del mundo!» recupera los personajes más relevantes de la serie –Iris, el robot Jorge, el profesor Dosian– y varios de los escenarios y objetos recurrentes, e incluso rehace alguna secuencia del original. Protagonizada por un Dani Futuro ya adulto que regresa a la Tierra, esta aventura de despedida recoge –y amplía, respecto a las de juventud– las inquietudes humanistas de Giménez y de Mora. La crisis de los refugiados –en clave futurista y espacial– y las consecuencias del cambio climático son el motor argumental de una historia que, como propina, cuenta con color a cargo de uno de los viejos compañeros de peripecias comiqueras de Giménez: el gran Josep Maria Beà, una de las fuentes de las anécdotas recogidas en la serie «Los profesionales». Todo un «comeback» entre nostálgico y desencantado.