Roberto Santiago: «Escribir para niños no estaba en mi guión, fue algo casi accidental»
El autor de la exitosa serie infantil «Los futbolísimos» triunfa de nuevo con su más reciente novela, «Los protectores».
El autor de la exitosa serie infantil «Los futbolísimos» triunfa de nuevo con su más reciente novela, «Los protectores».
Su colección de novelas infantiles «Los futbolísimos» ha sido la más vendida en España en los últimos tres años. Roberto Santiago, que también es guionista, director de cine y dramaturgo, considera la saga su «proyecto vital». Este año publicó la novena entrega, «El misterio de la lluvia de meteoritos» (Editorial SM), y ya está preparando la décima. Además, presentó su más reciente novela, con la que ganó el Premio SM de literatura infantil El Barco de Vapor. Era su segunda vez compitiendo por el galardón: «Me presenté con mi primera novela, “El ladrón de mentiras”, hace 20 años... ¡Madre mía! Ahora, de alguna manera, se cierra el ciclo», dice Santiago. «Los protectores» cuenta la historia de un grupo de niños que se reúne en secreto y, como si de un cuerpo de Policía se tratara, se dedica a mantener a salvo a su vecindario.
–¿Había trabajado antes con Paula Blumen, la ilustradora de «Los protectores»?
–No la conozco de nada. Fue una propuesta de la editorial para mi grata sorpresa. Me ha encantado el trabajo que ha hecho, sobre todo cómo ha ilustrado los lugares: el barrio, el colegio. Me parece una pequeña obra de arte. Me gustan bastante los libros como objeto y creo que con «Los protectores» han hecho un trabajo maravilloso.
–Usted trabaja también en cine y teatro, ¿adaptaría el libro a alguno de esos formatos?
–Intento diferenciar los formatos, porque el lenguaje narrativo de uno y otro es muy distinto. A la vez, es verdad que «Los protectores» tiene un lenguaje visual, pues los capítulos son casi como secuencias de cine, pero también tiene algo literario que se nota en la voz del narrador, en primera persona, que para mí es lo más importante de la novela. No sé si se llevará al cine o no. Desde luego, cuando la escribí no estaba pensando en eso, escribí una novela y disfruté con su lenguaje literario.
–¿Y una continuación, al estilo de «Los futbolísimos»?
–Nuevamente, cuando escribí esta historia en ningún momento lo hice pensando en una saga o una colección. Llevaba tiempo conviviendo con esta idea de un grupo de niños y niñas que son como policías secretos. Sin embargo, ahora me lo han pedido mucho; en estos días incluso me preguntaron unas niñas si habría una segunda parte. No descarto la posibilidad de hacerlo. La historia da para continuarla, para que a este grupo de protectores le ocurran muchas historias, en muchos sitios y, además, con elementos de misterio y aventura. Puede haber por delante varias novelas de «Los protectores».
–Vicente, el protagonista, no es un héroe, sino un niño normal que hace cosas extraordinarias...
–Uno de mis objetivos principales es que los lectores se pudieran identificar con los personajes protagonistas. Es fundamental. Entonces, por un lado, son muy normales: tienen miedos, como los tenemos todos; pero, por otro, hacen cosas que se salen de lo habitual: se ven envueltos en una peligrosa banda de adolescentes en la que se tienen que infiltrar. Lo de tener personajes normales haciendo cosas extraordinarias es un clásico en la historia de la literatura, y por tanto tiene ese elemento aspiracional. Quisiera que los lectores aspiraran a ser como los protectores o a conocer gente como ellos.
–Por eso hay una serie de normas que dan inicio a la historia...
–Fue lo primero que escribí y me encanta, porque, desde que se publicó, todos los niños que la han leído me hablan de ellas. Ha habido un «feedback» muy positivo de la novela. Una niña de 10 años me comentó: «Es la mejor novela que he leído». Que me diga eso es la mayor ilusión del mundo. Además, los niños son muy sinceros, no como los adultos; ellos te dicen lo que les gusta y lo que no por igual.
–Vicente y sus amigos tienen 11 años, la misma que tendrán sus lectores, esa edad perfecta para engancharse a la lectura...
–Es un momento clave para eso. La mayor parte de mis historias están destinadas justamente a esta franja y creo que ayuda mucho cuando los personajes son contemporáneos, porque los niños pueden pensar: «Éste podría ser yo». Con «Los futbolísimos» lo he vivido: cuando un niño, alrededor de los 8 años, empieza a interesarse por la lectura de historias un poco más complejas, o novelas más largas, no abandonará nunca ese hábito. En «Los protectores» los niños encontrarán un libro perfecto para abrirse a una experiencia literaria que les haga viajar y que los lleve, más adelante, a disfrutar de otras novelas.
–En su trabajo en cine y teatro, sin embargo, sí se dirige a un público adulto... ¿Elige uno para cada formato?
–He dirigido siete películas y sólo una, «El sueño de Iván», iba destinada a un público familiar. También he hecho muchas obras de teatro, pero siempre vuelvo a la literatura, y a la novela infantil en concreto, porque, aunque suene frívolo, me lo paso muy bien trabajando en ese género. La verdad es que escribir para niños no estaba en mi guión, fue casi accidental: cuando escribí mi primera novela no sabía que era para un público infantil. Sólo sabía que su narrador era un niño de 10 años. Un buen amigo y crítico literario la leyó y me aconsejó que cambiara algunos elementos narrativos y la convirtiera en una novela para niños. Desde entonces me he quedado habitando ese género muy a gusto. Haga lo que haga, seguiré escribiendo novelas infantiles siempre.
–¿Qué proyectos tiene en el tintero?
–Justamente estoy escribiendo mi primera novela para adultos. Le tengo muchas ganas porque era una asignatura pendiente. Después de 24 novelas para niños, escribir la primera para adultos está siendo un reto apasionante.