Si destruyes tu Banksy, valdrá un euro
Tras la «performance» firmada por el artista y Sotheby's el pasado viernes, la locura por tener obra suya se ha desatado
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Tras la «performance» firmada por el artista y Sotheby's el pasado viernes, la locura por tener obra suya se ha desatado.
«La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo» marcó un antes y un después en el mundo del arte contemporáneo cuando se vendió en 2004 por 10 millones de euros. La obra consistía en un tiburón tigre conservado en formol en una vitrina. Su autor, Damien Hirst, saltó a la fama. Aunque lo que realmente le hizo romper con todos los moldes fue cuando, cuatro años más tarde, pulverizó récords, recaudando 140 millones de euros, al vender sus piezas al mejor postor sin intermediarios.
Banksy ahora va más allá. No sólo prescinde de agentes sino que realiza, por sorpresa, la performance en la misma sala de subasta y logra duplicar el valor de uno de sus icónicos lienzos tras triturarlo segundos después de que fuera adjudicado por martillo por 1,2 millones de euros. Sencillamente magnífico. El particular show tuvo lugar el pasado viernes ante la atónita mirada de los asistentes en la sala de Sotheby's. Desde entonces, nadie habla de otra cosa. Y, dada la atención mediática, los expertos estiman que «Niña con globo rojo» ha agregado un mínimo de un 50 por ciento a su valor.
«Se podría argumentar que el trabajo ahora es más valioso», señala Alex Branczik, responsable de arte contemporáneo de Sotheby’s Europa. «Es sin duda la primera obra que se destruye espontáneamente cuando termina una subasta». Sotheby's no descarta sacar de nuevo a la venta la obra voluntariamente siniestrada por el reputado grafitero después de haber recibido nuevas ofertas por ella, tal y como confirmó ayer a LA RAZÓN un portavoz de la casa de subastas. «Estamos discutiendo los próximos pasos con la persona que la adquirió», señala el portavoz sin querer aportar más datos sobre la misteriosa identidad del comprador que, según los expertos, podría ser el propio Banksy. La misma teoría se discutió en su momento cuando Hirst hizo explotar el mercado en 2008.
Hay muchas preguntas abiertas y cada detalle se analiza minuciosamente, como el texto que ha publicado en su cuenta de Instagram Ben Eine, otro conocido grafitero amigo personal de Banksy: «Millonario vende una pintura por un millón a otros millonarios y luego la destruye. ¿Vas a tener que explicarme esto?». El problema es que la «Banksymanía» se les ha ido a algunos de las manos. Uno de los propietarios de una de la 600 impresiones originales que existen en el mundo de la icónica imagen ha destruido también su pieza. Pero, en su caso, lejos de aportar más valor, ha triturado literalmente 42.000 euros. El coleccionista pensaba que podría venderla por 82.000 euros, el doble por lo que la adquirió, pero los expertos del portal especializado My Art Broker estiman que ahora vale poco más de 1 euros. «Recomendamos encarecidamente que nadie más intente sacar provecho de lo que la historia juzgará como un truco simplemente brillante», advertía el cofundador de este medio, Ian Syer.
Truco o no, de lo que no hay duda, es de que cada minuto que pasa, el misterioso episodio resulta más rentable: ¿Es el propio Banksy quien ha orquestado todo para revalorizar su marca? El artista callejero británico, que ha mantenido oculta su identidad durante más de dos décadas, ya ha realizado previamente otro tipo de, llamémoslo, «acrobacias». En 2006, logró colocar en el mismísimo parque temático de Disneyland una réplica a tamaño natural del encapuchado que pintó de la Bahía de Guantánamo. En 2013, vendió sus obras originales en un puesto callejero de Nueva York por 50 euros mientras grababa cómo la gente pasaba de largo sin inmutarse al creer que eran falsas.
¿Estaba el artista en la sala?
Poco después de la subasta del viernes, el grafitero publicó en sus redes un vídeo donde explicaba cómo en 2006 se colocó en el marco un mecanismo para poder activar por control remoto la trituradora que destruyó parcialmente la pieza. En las imágenes, aparecen escenas del preciso momento en el que el cuadro se vende al mejor postor. En ellas se puede distinguir a un hombre de mediana edad, con gafas negras de montura gruesa, filmando el momento en que ocurre todo ante la estupefacta mirada de los asistentes. ¿Era el propio artista? En 2016, los científicos de la Universidad Queen Mary de Londres utilizaron perfiles geográficos, basados en los movimientos del grafitero, para identificarlo como un hombre llamado Robin Gunningham. Aunque los autores admitieron que su estudio no llegó a ser una prueba definitiva, el hombre que aparece en el vídeo tiene similitudes con Gunningham.
Por otra parte, extraña mucho el camino por el que la obra llegó hasta manos de Sotheby's. Según el catálogo, la pieza –que tenía el número de lote 67 y fue el último en subastarse– había sido «adquirida directamente al artista por el actual propietario en 2006». Curiosamente fue un regalo. ¿Es realmente creíble que Banksy regalara el cuadro con una trituradora –integrada a control remoto y operada por batería– que se activaría 12 años después? La trama no se queda ahí. Sotheby's insiste en que no sabía nada. Pero los expertos señalan que el personal de la casa de subastas quitó de una manera muy precipitada la pintura después de que todo aconteciera de forma tan extraña. ¿No tenían miedo de que las cuchillas afiladas se reactivaran o de que explotara? Además, el marco era extremadamente grueso. ¿Nadie nunca mostró curiosidad por saber por qué era tan pesado?
En un comunicado, Sotheby’s asegura que «es cada vez más común en el mundo del arte contemporáneo que los artistas consideren sus marcos como parte integral de la obra de arte, como fue este caso». «Si lo eliminas, violas los deseos del artista y destruyes la obra», agrega la nota.
Anny Shaw, corresponsal de «Art Newspaper», aseguró a CNN que si la casa de subastas realmente no estaba al tanto de todo lo que aconteció «esto sea probablemente una de las mejores bromas artísticas del siglo». En cualquier caso, dijo que se sentiría decepcionada si lo que buscaba el grafitero era manipular el mercado. Por su parte, Steve Lazarides, ex propietario de la galería de Banksy, agregó: «No estoy seguro de si la pintura será más valiosa o menos, pero definitivamente será la más famosa».