«¡Chist! Antología»: La obsolescencia no programada
Autores y directores: Les Luthiers.
Intérpretes: Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés...
Palacio Municipal de Congresos Campo de las Naciones. Madrid. Hasta el domingo.
A punto de recoger su merecido Premio Princesa de Asturias, que curiosamente lo reciben en la categoría de Comunicación y Humanidades, el sexteto argentino Les Luthiers sigue paseando por nuestro país «¡Chist! Antología», un espectáculo que no solo está resultando delicioso para sus seguidores españoles de siempre, sino que además permite a los pocos que todavía no lo son, y que están oyendo hablar de ellos constantemente por la repercusión mediática que les confiere el galardón, ver cuáles son las líneas básicas de su personalísimo estilo músico-teatral. Se trata de una recopilación de algunos de los «sketches» o números que mayor gloria han dado al grupo desde que se fundara como tal en 1967. «Manuel Darío», «Encuentro en el restaurante», «La redención del vampiro» o «La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa» son algunas de las piezas recuperadas por esta atípica compañía cuyos miembros reúnen, por un lado, la vis cómica más asombrosa en la elaboración dramatúrgica y, por otro, la prodigiosa capacidad en el plano musical para componer e interpretar cualquier cosa y de cualquier manera. Más allá de las lloradas ausencias –primero la de Gerardo Masana y mucho más recientemente la de Daniel Rabinovich–, lo cierto es que el grupo ha sabido siempre reinventarse y seguir en la brecha manteniendo unos resultados artísticamente envidiables que solo se entienden viendo el entusiasmo del que siguen haciendo gala, a pesar de la edad de algunos de ellos, en cada actuación sobre el escenario. Quizá lo que mejor permite esa perdurabilidad de Les Luthiers en un registro tan delicado y voluble como es el humor es precisamente la pureza del humor que ellos manejan, que se basa fundamentalmente en el ingenio verbal y en la dislocación cuasi lógica de las situaciones que representan, sin tener tanto en cuenta el contexto de esas situaciones y sin tratar de acomodar a ellas una línea reflexiva y crítica que pudiera quedar con el tiempo desfasada. No obstante, no hay que olvidar que la carrera de estos Rolling Stones de la comedia es dilatada ya como muy pocas, y eso hace que incluso en su inteligente humor blanco uno empiece a notar que lo más antiguo ya no suena tan moderno como seguía sonando tiempo después de haber sido creado, y que lo que no es excesivamente antiguo sí sigue sonando a contemporáneo a pesar de no ser precisamente reciente. Dicho de otro modo: en general, funcionan mejor hoy los «sketches» de los años 90 que los de los 70.
LO MEJOR
Que siempre disfruta uno con ellos como lo hace con las grandes bandas de rock
LO PEOR
Algunas cuestiones relacionadas con la educación sexual empiezan a acartonarse