Ha llegado la profesora Aleandro
Desde la primera aproximación, telefónica, se intuye en Norma Aleandro a una mujer con clase. Suenan platos a su espalda, acaso la pillamos cenando en familia, pero no lo acusa ni hay prisa en la entrevista. Llega a Madrid con «Master Class», un viejo éxito teatral de Terrence McNally, con mucho humor y música, que tantas alegrías le dio a la actriz en 1995 . En él da vida a María Callas (1923-1977) en una clase magistral de canto. Cuando le pregunto si debo llamarla Norma o María, marca distancias con modestia: «No me parezco a María Callas. Ella era excepcional, con muchas cosas que amo de ella y otras que no. Pero no nos parecemos. Ni físicamente, quizá un poco los rasgos de la cara. Pero la admiro».
Una persona corriente
Y prosigue: «Yo no sé mimetizarme. Lo hago más con el espíritu del personaje, en este caso porque conocí la imagen y las películas que han quedado de ella. Pero me lo tomo como un personaje de una obra, porque no es una biografía siquiera. McNally fue muy selectivo, más allá de esas últimas clases, tomó cosas que le pasaron en su vida. Pero no he copiado a la Callas». Ni siquiera se ve a sí misma como una diva: «Me daría pánico pensar de esa manera de mí misma. Soy una señora común y corriente», enfatiza. «Master Class», subraya, «es una obra importante para mí. Y una obra que por suerte todavía puedo interpretar. Hay gente que me pregunta: ¿por qué no vuelves a hacer "Hedda Gabler"? ¡Por que no tengo la edad! Hay obras muy bellas para las que no tengo edad Esta todavía puedo interpretarla, porque los flashbacks de Maria no son realistas; su época de adolescencia, de aprendizaje, cuando se casó con Meneghini, cuando se enamora de Onassis... Son épocas pasadas de ese personaje que está en el escenario. No importa la edad del personaje, aunque sí coincide con la edad que tengo yo ahora».
En escena, asistimos a una de las últimas clases, llevadas a la ficción por el dramaturgo norteamericano, que dio Callas en la Juilliard School. «En estas clases magistrales, lo primero que ella trata es inculcar algo que para ella fue importantísimo y que transformó la ópera: no sólo dar la nota exacta que el compositor había puesto en el pentagrama, sino interpretar ese personaje. Así como Wagner en su momento hizo muchísimo, ella, como intérprete, hizo otro tanto para que fuera teatro además de ópera. Que los personajes se estudiaran de la manera que se estudia un personaje de teatro» Asegura Aleandro, que lo ha sido casi todo en el teatro y el cine argentinos –estuvo en la primera película que ganó un Oscar para su país, «La historia oficial», y más tarde optó a uno como actriz– que no hubiera querido ser cantante de ópera: «Es más difícil ser cantante de ópera que actor de teatro. Los admiro, y la gente con la que estoy trabajando son gente joven de muchísimo talento. Pero es una de las artes más terribles en un aspecto: todos los días deben probar su voz. Es un poco lo que les pasa a los bailarines clásicos: es un entrenamiento de muchas horas diarias para lograr tener esa forma de cantar; y en el caso de los bailarines, es mucho esfuerzo para muy poco tiempo. El teatro en eso es muy generoso: los actores, en la medida en que estemos más o menos de pie y más o menos con memoria podemos seguir haciendo teatro».