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«La vida es sueño» (**): Corrupto y corruptor

La Razón

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«Medida por medida». William Shakespeare. José Padilla. Txori García Uriz, Leire Ruiz, Iratxe García Uriz, Juan Sansegundo... Festival de Olite. Próximas representaciones: Teatro Guimerá (Santa Cruz de Tenerife). Septiembre de 2017.
Este montaje, con dirección del dramaturgo canario José Padilla, es el resultado del proyecto de investigación teatral que la compañía In extremis ha podido desarrollar en la residencia convocada por el Festival de Olite para promocionar los trabajos de las compañías emergentes de la comunidad navarra. La obra, que curiosamente se ha exhibido estos días en el marco del festival al mismo tiempo que Padilla cosechaba un sonoro éxito en Madrid con su texto Las crónicas de Peter Sanchidrián, aborda desde una perspectiva más contemporánea la trama que Shakespeare ideó aproximadamente hacia 1604 para hablar de la hipocresía de los gobernantes a la hora de someterse al código ético que imponen a sus ciudadanos y de la manipulación que hacen en beneficio propio de los preceptos que conforman ese código.
Remarcando todo lo que tiene que ver con la represión y la censura de determinados comportamientos sexuales, y jugando en cierto modo a una provocación que, se pongan como se pongan de pesados los creadores actuales, ha dejado de ser eficaz hace tiempo, en cuanto que ya hoy, afortunadamente, la gran mayoría del mundo occidental puede hacer lo que le da la gana en la cama, la historia discurre sin excesivo brío interpretativo en una versión construida con un eclecticismo lingüístico que no llega a funcionar –algunos términos y locuciones en desuso, como «emblandecer» o «a voz en cuello», chirrían en diálogos que buscan la naturalidad con palabras del habla coloquial de hoy en día-; pero en la cual, no obstante, se mantiene muy bien la esencia del conflicto que se le presenta al personaje central de Isabella: traicionar sus propios principios morales y religiosos o dejar que su hermano muera. Aprovechando la ambigüedad del final que dio Shakespeare a su pieza, Padilla ha girado un poquito más hacia el drama lo que supuestamente pudiera tener de comedia; y es en este registro más serio donde la función alcanza sus mayores logros, removiendo el intelecto del espectador con algunos pensamientos shakesperianos bien escenificados, lo cuales tienen que ver con la indigna y paulatina deriva de Angelo, tentado por el poder que puede ejercer sobre Isabella, y con la complicada situación en la que Claudio coloca a su hermana aferrándose a la supervivencia como cualquier imperfecto mortal.