«La vuelta de Nora»: secuela después del portazo
El teatro Bellas Artes de Madrid estrena la continuación de «Casa de muñecas», el clásico de Ibsen que lleva a escena Lucas Hnath con Aitana Sánchez-Gijón en el escenario.
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El teatro Bellas Artes de Madrid estrena la continuación de «Casa de muñecas», el clásico de Ibsen que lleva a escena Lucas Hnath con Aitana Sánchez-Gijón en el escenario.
¿Hay que ser muy osado o estar muy seguro de uno mismo para hacer la segunda parte de un clásico tan icónico como «Casa de muñecas?»: «Hay que ser bastante atrevido, es lo primero que pensé cuando me pasaron el texto. “Casa de muñecas 2”, que nosotros hemos subtitulado “La vuelta de Nora”, me parecía bastante pretencioso. Es una apuesta arriesgada, pero también muy valorable porque es un valor poco habitual en nuestra escena», explica Andrés Lima, que dirige esta obra que se estrena en el Teatro Bellas Artes con Aitana Sánchez-Gijón como Nora, Roberto Enríquez (Torvald), María Isabel Díaz Lago (Anne Marie, la niñera) y Elena Rivera (Emmy, la hija). Escrita en 2017 por Lucas Hnath y estrenada esa temporada con gran éxito en Broadway, es la secuela de «Casa de Muñecas» de Ibsen, que comienza con Nora llamando a esa misma puerta que cerró de un portazo quince años atrás. «La apuesta de este autor contemporáneo es explorar el caos emocional que provoca su vuelta a casa. Él coge a una heroína de la literatura dramática, símbolo del feminismo y un portazo que ha sentado cátedra y ha animado a muchas mujeres, tanto literaria como socialmente. Hacer una segunda parte es también entrar a revisar la causa feminista entonces y 150 años después, por eso tiene sentido hacerla ahora», afirma el director. Durante esos quince años, Nora se ha convertido en una escritora de éxito y la razón de su vuelta es formalizar los papeles de divorcio, necesita la firma de su ex marido Torvald para ser una mujer realmente libre, aunque a su regreso sea cuestionada sobre sus actos y recriminada por las consecuencias de su huida.
Debate dialéctico en casa
Para Lima, «la pieza tiene la doble habilidad de ser una buena pieza dramática y de saber conectar con el público. Ha cogido un tema que no puede ser más actual, la revolución de las mujeres que necesita asentarse definitivamente». Uno de sus méritos es su lenguaje actual, no de principios del XX. «Un recurso que utiliza el autor –prosigue–, que plantea un debate dialéctico cargado de emoción entre Nora y todos los habitantes de la casa, sobre la situación que significó su huida y qué significa su vuelta. En esos años solo han cambiado cosas superficiales, pero no su posición como mujer ni la del marido, que cambia lo que han cambiado los hombres desde entonces. Aunque hemos asumido determinadas cosas sobre el poder familiar, económico y político que seguimos sustentando, la mujer ha ido integrándose lentamente, aunque no lo suficiente. Todavía no nos hemos dado cuenta los hombres –asevera– de que lo que perdemos son privilegios, no derechos y tenemos que perderlos en función de los derechos de los demás». Para la puesta en escena, Lima ha recogido las anotaciones del autor. «Ponemos una habitación de casa de muñecas a escala natural, pero la perspectiva es falsa, es como una casa que se le ha quedado pequeña a Nora y parece un gigante, le cuesta respirar dentro de ese espacio donde han quedado encerrados, una metáfora de su situación personal. Como director pretendo que el público acompañe a Nora, que se identifique y vaya con ella, que empatice y entienda su lucha desesperada», apostilla.
La caja de Pandora
«En tiempos del #MeToo, la obra no podía ser más adecuada», afirma Aitana Sánchez-Gijón. «Para mí Lucas Hnath hace un paralelismo clarísimo entre esos años de finales del siglo XIX y lo que ocurre ahora, donde las mujeres hemos conseguido grandísimos avances en igualdad sobre el papel, pero en la vida real y cotidiana todavía queda mucho por conseguir, por eso considero muy oportuno este texto que habla de lo que nos está pasando y de lo que nos queda todavía como sociedad», explica la actriz. Nora vuelve, pero, ¿quién es ahora? «Una mujer radicalmente transformada, escritora de éxito, independiente, que ha encontrado su propia voz y ha recorrido un largo camino, pero que ha tenido que pagar un duro peaje para llegar aquí», puntualiza. «Han sido años muy duros, de profunda renuncia, de desgarro y de enorme dolor. Encontrar ese camino ha supuesto un coste elevadísimo. El más doloroso, dejar atrás a sus hijos, pero estaba en juego su propia supervivencia, no tenía otra opción, sobre todo cuando se da cuenta de que su verdadero papel no lo ha elegido ella y renuncia a ser una muñequita burguesa. Su decisión sacudió los cimientos de toda una sociedad, que ella cuestiona y hace que también lo haga su propio marido. Por otro lado –prosigue–, su vuelta supone también enfrentarse a las heridas causadas en los que abandonó y que están sin cerrar. No solo escucha la voz de Torvald, también la de su hija y de la niñera que crió a sus tres hijos y que para ella fue como una madre. Ellos están llenos de dolor y de reproches y ese espacio de casa se convierte en un cuadrilátero asfixiante en el que se abre la caja de Pandora del dolor y de unas heridas que aún sangran», concluye.