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Lolita, pura fuerza y cariño

El Teatro Infanta Isabel estrena «La fuerza del Cariño», una versión teatral de la oscarizada película del estadounidense productor de «Los Simpson», James L. Brooks, dirigida por Magüi Mira y protagonizada por la hija de Lola Flores

Lolita Flores interpreta el personaje de Aurora, una viuda que tiene que aprender a lidiar con su hija Emma, a quien da vida la actriz Marta Guerras
Lolita Flores interpreta el personaje de Aurora, una viuda que tiene que aprender a lidiar con su hija Emma, a quien da vida la actriz Marta Guerraslarazon

Primero fue la novela de Larry McMurtry (1975), luego el guión de cine para la oscarizada película de James L. Brooks, después la adaptación teatral de Dan Gordon, de la que parte la versión española de «La fuerza del cariño», que llega en este arranque de temporada al Teatro Infanta Isabel de Madrid de la mano de Magüi Mira y Pentación Espectáculos protagonizada por Lolita Flores (Aurora), Marta Guerras (Emma), Luis Mottola (Garrett Breedlove) y Antonio Hortelano (Flap).

«Elegí esta pieza porque su historia me emociona, me toca, habla de cosas que a mí me importan mucho. Da igual el medio, cine o teatro, lo que importa es la historia –asevera Mira–, cuatro seres que, a pesar de sus grandes diferencias, celebran la vida cada día». Aurora y Emma son una madre y una hija muy unidas, aunque con puntos de vista sobre la vida distintos. Aurora, viuda, es temperamental. Emma, una joven díscola y rebelde, desea salir de casa e independizarse por el excesivo control de su madre. Para conseguirlo sigue el camino más convencional, casarse con el profesor Flap. A pesar de ello, madre e hija tienen un vínculo fuerte y mantienen contacto por teléfono. Aurora vive un romance otoñal con el ex astronauta Garret y Emma topa con dificultades financieras y matrimoniales, pero confía cada vez más en el apoyo emocional de su madre, sobre todo, en los momentos más dramáticos.

Tormenta y cariño

«En un mundo donde la tecnología nos aísla cada vez más, aquí hablamos del encuentro personal, de disfrutar de las emociones, de la comunicación real entre personas –explica la directora–, del encuentro físico necesario para vivir, ese que alimenta y nutre las relaciones y parece que estamos perdiendo. Vivimos dejándonos llevar por una corriente que nos ata al móvil. Y esta función habla de cómo esas prioridades cotidianas nuestras cambian cuando de repente a la vida con mayúsculas le llega la tormenta, cuando al cerebro, al corazón y las tripas les ocurre algo que las mueve y las conmueve, algo que tiene que ver con el amor, con el cariño, con la necesidad del otro, de amar y de ser amado, entonces el mundo digital se aleja y aparece la necesidad de conectarnos vis a vis como personas que somos».

Mira está convencida de que una función así es «un antídoto en este momento absolutamente tecnológico, por otro lado fascinante, pero que nos está tragando vivos», afirma. Por eso, «aquí hablamos de que las bocas también sirven para hablar y para besar y los ojos para mirar a la persona con la que hablas».

El texto presenta esa doble cara de comedia y drama y la risa y el llanto van de la mano, pasa de lo cómico a la tragedia más tremendo provocando una descarga de emociones. «Es como la vida misma, que es así, una moneda que por una cara tiene la risa y por otra el dolor, ese es el viaje y por eso nos sentimos identificados», explica la directora. «Lo que ocurre está en el ADN de cualquier humano. No son extraordinarias, son personas normales y corrientes con las que nos cruzamos cada día por la calle, con las que cualquiera de nosotros nos podemos identificar. Y emociona ver cómo estas personas que suelen llevar, como nosotros, una vida rápida, superficial y en la cáscara, cuando les tiembla el suelo bajo los pies cambian y aparece el corazón en bandeja», añade.

La propuesta evidencia lo pequeños que somos y lo ridículas que resultan nuestras preocupaciones por cosas banales. «Pero solo nos damos cuenta cuando algo importante nos mueve, entonces aparecen las emociones, el amor, el cariño, la necesidad de amar y de ser amado. Ese es el verdadero motor de la vida, lo que nos hace levantar de la cama cada día. Su fuerza puede con lo imposible. En esta función –sentencia Mira– celebramos la vida y la muerte, que forma parte de la primera».

Un viaje de emociones

«A Lolita la elegí porque es una mujer a la que admiro como tal y como artista, es un amor de hace tiempo –explica la directora–, yo la defino como una atleta emocional por la temperatura de sus emociones y cómo las maneja. Como mujer es un imán para mí, por su sensibilidad, sentido común y talento, y se lo dice el público cada noche aplaudiendo igual que al resto del elenco». Mira se plantea la dirección contando con todo el equipo: «Yo soy compañera, actriz. Por supuesto tengo una propuesta de dirección muy trabajada y drástica, pero estamos todos en el mismo viaje, hay diálogo, ellos aportan emociones, acciones...Un texto hay que llenarlo de vida y enriquecerlo para el espectador con la suma de todos, incluida la escenografía de Curt Allen, la iluminación de José Manuel Guerra y la ropa de Lorenzo Caprile. El teatro no arregla el mundo, pero tiene un poder sanador», concluye.

Dónde: Teatro Infanta Isabel. Madrid
Cuándo: del 11 de septiembre al 17 de noviembre
Cuánto: desde 23 euros