Studio 54 cae en el agujero
Tras el enorme éxito de «The Hole» aterriza en Madrid la tercera parte, que no continuación, sino precuela. La acción transcurre en la mítica discoteca Studio 54, que vio desfilar por su pista a la «crème de la crème» mundial.
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Tras el enorme éxito de «The Hole» aterriza en Madrid la tercera parte, que no continuación, sino precuela. La acción transcurre en la mítica discoteca Studio 54, que vio desfilar por su pista a la «crème de la crème» mundial.
Llegaron al mismo lugar, el Teatro Calderón, en 2011; en principio iba a ser medio año, seis meses, y terminaron cuadruplicando su estancia en cartel. Suficiente para, tiempo después, lanzar una segunda parte. Por entonces, se hablaba de la surrealista historia de amor entre una persona y una rata que poco sentido tendría fuera del agujero, pero una vez allí inmersos, a mitad de camino entre el cabaret europeo y la revista española al estilo de Manolita Chen, todo cobraba un sentido especial. Podría haber seguido el idilio, pero han decidido darle una vuelta y que todo ello tome un nuevo rumbo. El del porqué. El de averiguar de dónde surgió todo aquello. Los inicios. Las bases. La mecha que prendió «The Hole». El primer paletazo que hizo el agujero.
Así, la tercera entrega del «show», «The Hole Zero», viaja atrás en el tiempo, hasta finales de los años 70, lleno de brillo, plástico y plexiglás. «Como era muy fácil aprovechar la inercia y seguir la historia, decidimos arriesgar un poco más y hacer, como en «La Guerra de las Galaxias», aunque salvando las distancias, una precuela. Nos fuimos al principio. Y qué mejor que tocar un momento tan mágico como es la transición de los 70 a los 80, tanto en Estados Unidos como en España», comenta la que hará de maestra de ceremonias en esta ocasión: la actriz Pepa Charro, La Terremoto de Alcorcón. La vedette será la encargada de manejar y moldear el imaginario de «The Hole», ella será la que haga del Calderón el nuevo Studio 54, su Studio 54. Y de la plaza de Jacinto Benavente el Manhattan en el que se dio cita la «crème de la crème» de la cultura, la sociedad y las drogas neoyorquinas –y, por extensión, del mundo entero–. Un hervidero de música disco, boas, lentejuelas, camisas de pico y pantalones campana, barzos en alto, y brillo, una enorme cantidad de brillo. Disco puro y duro desde que se ponga el primer pie en el teatro. Un teatro convertido en una giganstasdca discoteca.
La presencia de la movida
Sin olvidar la Movida, que, aunque desubicada, también estará presente: «Va a estar. Ha cansado a mucha gente porque se ha hablado tanto de ella que está casi agotada, pero no podemos olvidarla, porque al tocar ese Estados Unidos y esa discoteca no hay que olvidar que aquí estaba pasando lo mismo», aclara La Terremoto. Se ha revisado tanto que ya es difícil de decir si la Movida fue real o un invento, si dio algún fruto o fue estéril. Con constantes referencias y ejemplos de todo lo que pasaba en este lado del charco, la acción se marcha a «ese antro de libertad maravillosa», como lo define su Maestra de Ceremonias. Con el toque de aquí, que no falte, y evitando caer en las canciones manidas de siempre: «No hay que abusar del ‘‘I will survive’’ de Gloria Gaynor cuando tenemos a Camilo Sesto y Susana Estrada». Sólo hay que ayudarles a viajar a un ambiente «menos sobado» como es ese Studio 54 –podrían haber sido Pasapoga o Florida Park, pero no–. Acercarse un universo de «americanos locos» –continúa– que fue magnífico y del que salieron gente de su padre y de su madre, de Donald Trump a Andy Warhol o Madonna. Estuvieron todos.
Lo que da pie a inventar una historia con una Terremoto –sin máscaras, la auténtica–dueña de la noche de Mahattan. O, por lo menos, así lo siente ella, capaz de tratar con presidentes como Nixon y todo miembro de las altas esferas que busque un poco de marcha «non stop». Son años en los que no está bien en España y decide buscarse la vida haciendo las Américas. Ya en Nueva York, se convertirá en la anfitriona del Studio 54 en un momento clave: la Nochevieja de 1979, una fecha que va más allá del cambio de década, una transformación histórica en ambos lados del Atlántico. Libertad a toneladas. Especialmente en el mundo del arte, que hará de la discoteca que regentará Pepa Charro desde el día 21 –previas hasta el 28– su cuartel general, un caldo de cultivo que se rige bajo un lema: «El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría» –apúntenlo–.
De esta forma, se levanta un espectáculo que aúna lo mostrado hasta ahora en sus dos primeras versiones y que estará arropado por los 21 integrantes que pisarán sobre el escenario-discoteca. Además de los artistas circenses invitados que pasarán por el Calderón a medida que avance un montaje que irá haciendo cambios cada trimestre. «Muchas nacionalidades que traerán los mejores números que hemos encontrado por todo el mundo y que nunca se han visto aquí», vende Iñaki Fernández –director artístico–. Entre el resto del montaje, el equipo quiso hacer un guiño para una persona que, tristemente, en julio se convirtió en alguien más especial de lo que hubiera gustado tras su fallecimiento: Miguel Brayda, Premio Nacional de Escenografía que ha dejado en «The Hole Zero» uno de sus últimos trabajos.
Se consolida así lo que, desde dentro, han querido denominar como «género Hole»: un refrito o remix de todo. Burlesque, circo, cabaret, disco, desnudos, comedia, música, entretenimiento... Todo. «Eso es ‘‘Hole’’», dice Pepa Charro. Esta vez, dentro del ambiente disco de los 80. «¿No estuvieron en el Nueva York de entonces? Pues vengan a ver la precuela de ‘‘The Hole’’ en el Calderón, un sitio en el que reír, bailar, comer –una fusión de comida española, mexicana y peruana– y disfrutar», invita su Maestra de Ceremonias. Los más de millón y medio que vieron las dos primeras partes de «The Hole» parece aval suficiente para seguir confiando en el montaje que esta vez tiene a La Terremoto como Maestra de Ceremonias. Además, sus pruebas en Málaga antes de su estreno oficial en Madrid –ampliado– demuestran que «Zero» también ha enganchado al público. Sin embargo, la nueva versión del agujero no significa que se deje de mirar a lo anterior. Tanto es así, que los tres espectáculos se simultanearán en sus giras españolas. A día de hoy: «The Hole» en Santiago, «The Hole 2» en León y «The Hole Zero» en Madrid.
Una función diferente cada noche
La maestra de ceremonias no pensaba que este agujero iba a ser tan grande. Y que después vendría el adiós. Pero la realidad ha sido muy otra. «Como soy tan sentida y folclórica mi despedida es como si no fuera a volver nunca más en la vida». El trabajo para esta mujer de rompe y rasga es un no parar y estar siempre al pie del cañón: «Vengo a darlo todo y a hacer de esta superdiscoteca un lugar idóneo para bailar como si no hubiera un mañana», señala. Respecto a los cambios vividos en este tiempo, el equipo directivo sabe que al público le ha gustado lo que ha visto sobre el escenario y que es un buen momento para repetir la experiencia. En el escenario nunca sucede lo mismo dos noches seguidas, algo que forma parte de la grandeza del espectáculo: «Ninguna función es igual a otra, cada una tiene algo que la hace ser diferente y única», y coinciden en que son mejores los números, claro está, una vez que están ya rodados. Lo importante para el equipo de este proyecto de envergadura es pasarlo lo mejor posible y disfrutar a tope del momento. «Es la única manera de ser capaces de transmitir». Quién sabe si después de esta tercera parte vendrá una nueva. Habrá un nuevo The Hole?