Teatro

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Voadora: El sueño «trans» de una noche de verano

La compañía gallega presenta en Madrid la propuesta más «polémica e irreverente», definen, del clásico de Shakespeare.

La propuesta gallega presenta una versión de «Sueño de una noche de verano» en la que el mundo «trans» toma el protagonismo
La propuesta gallega presenta una versión de «Sueño de una noche de verano» en la que el mundo «trans» toma el protagonismolarazon

La compañía gallega presenta en Madrid la propuesta más «polémica e irreverente», definen, del clásico de Shakespeare.

Continúa la compañía gallega Voadora con su diálogo abierto y constante con los textos clásicos. Abordados siempre desde una perspectiva contemporánea y tras «Joane» (2012), «La tempestad» (2014) y «Don Juan» (2015), vuelven a la carga con Shakespeare y con una de las comedias tan capital en la literatura dramática como multi representada en los escenarios de cualquier país: «Sueño de una noche de verano» –esta vez en el Teatro Valle-Inclán de Madrid del 8 al 11 de febrero–. Cuesta encontrar una temporada en la que no se programe este título en cualquiera de sus formas, ya sea fiel al original o reinterpretado de las maneras más «sui géneris». Más cerca de estas últimas es donde se podría situar la versión «galega», en la que su equipo de creadores de teatro, danza, cine y artes visuales levanta «un sueño lisérgico y decadente en el que los bajos instintos gobiernan al mundo y en el que la belleza siempre oculta intenciones peligrosas», presentan de una propuesta que definen como «polémica, irreverente y nada convencional».

El deseo sexual, las relaciones amorosas y la identidad de género toman el poder de las que fueron las palabras del Bardo para retomar las tablas en un ambiente rosa que bien podría recordar a las «Pieles» de Eduardo Casanova. Con la española Marta Pazos y el chileno Marco Layera –«el ‘‘enfant terrible’’ del teatro latinoamericano», como le nombran dentro de la compañía– a la cabeza como directora y adaptador, el elenco se ha formado con ocho intérpretes provenientes del teatro o de la danza –paridad total, 4 hombres y 4 mujeres– y una novena persona ajena al mundo del espectáculo que continúa con la estela de trabajo de habitar el teatro con personas de la calle (ya iniciado en la anterior función de la compañía, «Don Juan»). Shakespeare presenta el órdago de las transformaciones en su texto y Voadora recoge el guante para introducir en el reparto una persona «trans» joven –«nacida después de la Transición española», precisan– que, con su testimonio, «abre una puerta a la realidad dentro de esta versión». Ella es Paris Lákrima, que debuta en la escena tras más de cinco años trabajando como militar y que viene a combatir el problema de «desinformación e ignorancia», dicen, en el que está sumido el país.

Entre «gintonics»

Así, Pazos explica la propuesta de un espectáculo particular en el que los personajes se mueven confundidos entre las normas de su clase social, su identidad y los impulsos animales: «Aquí siempre es verano, hace calor y no conseguimos hacer nada más que beber ‘‘gintonics’’ y bailar hasta caer en la hierba. Todo da vueltas. Todo se transforma. Pero no te preocupes, te daremos un mapa para que te pierdas, para que te quedes en un punto intermedio entre el día y la noche, entre lo humano y lo animal, entre la realidad y la ficción, entre lo masculino y lo femenino, entre la vigilia y el sueño». Si Shakespeare concibió este texto a finales del siglo XVI para ser representado en una boda real, la compañía cumple su sueño y acepta: «Vamos a casarnos. Pero no nos casaremos con nadie. Nos quedaremos en el medio. Así podremos tenerlo todo –continúa Pazos–. Vete pensándolo porque esta historia habla, por encima de todo, de la libertad de escoger. Escoger dónde perderte, escoger a quién amar, escoger qué hacer con tu cuerpo. De la identidad. De la mirada. De otras formas de leer los cuerpos. Construyendo un espacio abierto a la diversidad sexual, corporal y de género. Un bosque donde los límites sean más flexibles. Donde el destino no sea el fin, donde el fin sea el tránsito».

Aprovecha así la compañía, que ya estrenó el montaje el año pasado en Galicia y que llega ahora a la capital, para celebrar la década de vida «haciendo teatro y estando de fiesta». Para ello ha dispuesto una pista de baile que «tiene más que ver con el ‘‘Jardín de las Delicias’’, de El Bosco, o con la zona oscura del erotismo animal que propone Goya en sus caprichos que con la ‘‘Titania acariciando al tierno asno’’, que pintó Chagall». Un calor del propio espectáculo con el que buscan contagiar «con la misma onda expansiva con la que el destino destruye los planes de dioses y mortales», comenta la directora. Pero sin llevarnos a equívocos, pues «esto es una comedia sobre el amor, el dolor, la pasión, el sexo, los encuentros, los desencuentros y el poder. Es una comedia sobre ti y sobre mí. Porque ya fuimos cazador y ya fuimos presa. Así nos pasamos toda la vida: amando, siendo amados, rechazando, conquistando... ¿Y qué otra cosa podemos hacer en este bosque y con este calor?», retan.