«Bastonito», el Baltasar que entra en el podio isidril
Solo el quinto ejemplar protagoniza un gran tercio de varas y fue muy bravo en la muleta en la tercera de San Isidro
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Un minuto de silencio se llevó Pedro Giraldo, que nos abandonaba de madrugaba. Pedro había sido matador de toros, apoderado, marido de otra grande, la fotógrafa neoyorkina Muriel Feiner, pero sobre todo Pedro ha sido un gran aficionado a los toros, de los que daba gusto encontrarte cualquier domingo en la plaza de Madrid y hablar de toros. Un fallo multiorgánico se lo llevó un domingo. Madrid le recordó con su silencio, la plaza a la que tantas tardes dedicó, donde hizo el paseíllo y donde los sueños siempre son sueños mayúsculos. Se le echará de menos. Aficionado sabio y gran persona. Fuerza a la familia. Hubiera sufrido Pedro con ese primer toro de Baltasar Ibán, que se quedó muy corto en el capote, y fue muy variable en la muleta, repleto de complejidades, pero sin querer empujar nunca en la muleta: corto y sin entrega. Calita, el mexicano, que fue su matador, se justificó, pero en verdad no había grieta para el triunfo.
El cuarto fue una verdadera pesadilla para banderillearlo. No había manera de entrarlo y se le hizo muchas pasadas en falso. La manera de comportarse era como un parapeto. Difícil. Y así fue con la muleta. Le costaba arrancarse y cuando lo hacía era con genio y sin humillar. Calita anduvo firme, queriendo por encima del material que tenía delante, a pesar de que el ambiente estaba a la contra y el esfuerzo era en balde. La técnica para entrar a matar es rara. Relacionado o no la espada se le fue abajo.
Dos pares muy buenos puso Juan Carlos Rey al segundo y se desmonteró junto a Araujo. Duarte estuvo perfecto en la brega, que es el gran misterio. El toro de Francisco de Manuel, que era el segundo, iba y venía, derrotón y sin entrega. Dominador el comienzo de faena por bajo y con buena intención toda la faena pero había poco que hacer.
Luis Alberto Parrón se lució con el quinto. ¡Qué gran toro en el caballo! Bravo de verdad en las dos varas que tomó. (Nos quedamos con ganas de verle en una tercera). Apretó en banderillas y Francisco de Manuel comenzó en el centro del ruedo y de rodillas y el torero tenía un gran desafío por delante porque un toro así es toda una misión estar a la altura. «Bastonito» acudió con bravura y con el hocico a ras de suelo siempre, por el derecho y el izquierdo. No era fácil, aun así, para un torero con tan poco rodaje, Francisco aportó su valor, su tesón y sus buenas maneras, pero faltó ese enganche de cuajar al toro en todo su esplendor. La bravura nunca fue fácil, sí mágica.
Juan Francisco Peña, el picador, anduvo soberbio con el tercer toro, que tuvo mucho brío y se arrancó en dos ocasiones con mucho ímpetu y luego menos entrega (y se dispersó entre una y otra). A la muleta llegó con esa nobleza y tuvo unas cuantas arrancadas potables, hasta que acabó por rajarse. Es decir, se dejó pero le faltó fondo de casta al animal.
Se movía con cierta violencia el sexto, como a saltos. No tenía maldad, pero no era fácil que los muletazos salieran limpios. Alarcón brindó el toro y le imprimió firmeza a todo lo que hizo, pero no era fácil suavizar el trasteo ni llegar a los tendidos.
Las Ventas (Madrid). Tercera de feria. Se lidiaron toros de Baltasar Ibán. El 1º, se queda corto y sin entrega; 2º, sin humillar y derrotón; 3º, noblón; 4º, gran toro, bravísimo; 6º, movilidad sin entrega. Dos tercios de entrada.
Calita, de espuma de mar y oro, estocada caída, dos descabellos, aviso (silencio);
Francisco de Manuel, de berenjena y oro, estocada desprendida y perpendicular, aviso, tres descabellos (silencio); estocada perpendicular, aviso, descabello (saludos).
Álvaro Alarcón, de blanco y plata, estocada (silencio); estocada (silencio).