Dos por uno en la segunda de la Feria de Castellón
El sevillano Daniel Luque salió a hombros tras una valentísima actuación ante un mal encierro de Tornay
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No fue el encierro deseado por sus criadores el que se lidió en el segundo festejo de La Magdalena. El levante está en fiestas y los festejos se multiplican entre Valencia y Castellón. De hecho, los carteles hacían coincidir la primera novillada de las Fallas de Valencia con uno de los carteles estrella del ciclo castellonense. Ya se sabe que el hombre propone, Dios dispone... y el toro lo descompone. «Horcato», marcado con el número 66, de 532 kilos de peso, nacido en marzo de 2018 y negro zaino fue el toro con el que debutaron en Castellón los hermanos Tornay. Un ejemplar bien presentado pero muy distraído de salida, renegó de los capotes de Urdiales y su cuadrilla y costó lo suyo llevarle al caballo. Cuando se consiguió, el piquero aprovechó para endilgarle un puyazo largo que fue tenido como suficiente.
No fue un dechado de alegría en el segundo tercio y la muleta llegó tardeando y rebrincado cuando tomaba el engaño, sin entrega ni claridad. En un intento de encelarle, enganchó la muleta de su matador que en el forcejeo se llevó un gañafón. Eso le sirvió de acicate y a partir de ahí dejó los mejores momentos de un trasteo ya siempre a más y que remató con una estocada un pelín contraria pero fulminante que le valió una oreja. Sin especial fuelle, el cuarto tuvo más claridad y dejó estar, sin que Urdiales fuese tampoco más allá, consintiendo muchos enganchones en un quehacer opaco y gris.
Apenas permitió un picotazo El Fandi a su primero, al que dio fiesta con el capote y, sorpresa, clavó en el aire su primer par. Luego sí, se vio al infalible rehiletero de siempre, si bien no hubo tanta exhibición de facultades físicas al no estar su oponente sobrado de fuerza, carencia que le hizo llegar paradísimo al último tercio, haciendo inútil el esfuerzo del torero granadino por lucir. Más vistoso resultó el segundo tercio del quinto pero sin tanto aparato como otras veces, estrellándose de nuevo ante la poca empenta de su oponente en el tercio de muerte.
Manseó descaradamente el tercero en los primeros tercios pero, como suele suceder, en la muleta y gracias a la determinación de Luque, tomó el engaño con cierta fijeza aun sin humillar. Faena firme y dispuesta. Y valiente a más no poder, aguantando parones y dudas de un animal que se fue apagando poco a poco y del que apuró hasta la última embestida, por descompuesta que fuese. Manso también el sexto, además luego tuvo tendencia a la huida, embistiendo con violencia y mal estilo, volviendo Luque a dejar clara su enorme capacidad y ánimo, haciendo él todo el gasto en otro quehacer valentísimo y arrojado.
Tras ser arrastrado el sexto sonó de nuevo el pasodoble de “Pan y toros” y Marco Pérez hizo el paseíllo en solitario y lidió un becerro de Talavante, demostrando un talento extraordinario y estar sobradamente preparado, manejando con habilidad y destreza sus trastos como de juguete ante un animal de verdad, revoltoso y huidizo, con el que peleó para meter en el engaño dejando ver una facilidad pasmosa. Tardó en matar y todo quedó en una ovación.
El nuevo niño prodigio
En la pasada gala de San Isidro, organizada por Plaza 1 en Las Ventas, el joven novillero de 14 años hacía su primera presentación pública ante los medios. Marco Pérez, a pesar de su inexperiencia derrocha desparpajo tanto dentro como fuera del ruedo. Allí ante los micrófonos se mostró agradecido por el apoyo que recibe en redes de la afición taurina, cuando se viralizaba cada una de sus actuaciones de niño. Tutelado e impulsado por El Juli, en sus primeros años como novillero con caballos tendrá que lidiar con las altas expectativas que ya ha despertado en sus inicios.