Pamplona
José Escolar no defrauda: 2 minutos 42 segundos de explosión(parte médico)
Trepidante sexto encierro de San Fermín con los cárdenos
Hay nombres que, al pronunciarse en Pamplona, tensan los músculos de los corredores más veteranos y silencian las risas de los turistas que aún no han dormido. José Escolar es uno de ellos. Este sábado 12 de julio los toros de la ganadería abulense han vuelto a galopar las arterias estrechas del Casco Viejo —Santo Domingo, Ayuntamiento, Mercaderes, Estafeta— como una amenaza antigua: noble, fiel a su sangre, pero indomable. Su novena participación en San Fermín ha tenido todo lo que se espera de ellos: tensión, presencia, incertidumbre, a pesar de que hacía diez años desde su debut.
La de José Escolar genera siempre máxima expectación y así ha sido en esta carrera de 2 minutos y 42 segundos en los que la manada ha estado bastante reunida, pero se ha disgregado lo suficiente para poder permitir carreras muy explosivas. A pesar de que ha habido muchísima gente se han podido ver carreras inverosímiles. Es la segunda más lenta de lo que llevamos de encierros estos sanfermines 2025. El tiempo se ha dilatado a la entrada de la plaza donde uno de los toros ha tardado mucho en entrar una vez en el ruedo y gracias a los dobladores ha entrado en toriles.
Parte médico provisional
Tres solicitudes de traslados y una atención en la plaza de toros. Todas por contusiones.
Han pasado diez años desde que los “Escolares” debutaran en esta fiesta global. Fue un 11 de julio de 2015. Desde entonces, su historia en Pamplona es también la del encierro contemporáneo: una mezcla de leyenda, miedo, bravura y redención. Aquellos primeros años —con toros descolgados, vueltas a chiqueros y carreras imposibles— dejaron una huella imborrable. Entre 2015 y 2017, ocho mozos fueron corneados. Pero hoy, aquella pesadilla parece parte de otra época.
Desde 2018, el guion ha cambiado. En los últimos cinco encierros, la manada se ha comportado con una solvencia que nadie hubiera imaginado en sus inicios. En 2024, firmaron su encierro más veloz: 2 minutos y 13 segundos. Y en este 2025, buscaban consolidar su madurez definitiva… o recordarle a la ciudad que, cuando menos se espera, el toro impone su ley.
Una sangre que no se negocia
Los toros de José Escolar proceden de una raíz casi sagrada: la de Victorino Martín Andrés, a través de su íntimo amigo Leopoldo Picazo. Tras la muerte de éste, fue Escolar Gil quien asumió el legado genético, manteniéndolo en estado puro. Hoy, junto a Adolfo Martín, su hierro representa el último bastión incontaminado del encaste Albaserrada, con todo lo que ello implica: pitones finos, mirada fría, musculatura densa y comportamiento imprevisible.
Su presencia impresiona sin necesidad de kilos: bajos, cárdenos —ese gris que se funde con la piedra de Pamplona—, y de andar seco. En el ruedo, son toros difíciles, de los que exigen sometimiento sin tregua. En el encierro, son un poema de tensión. Bien pastoreados, sí, pero siempre al borde del descontrol. Como un relámpago que no sabes si se va a partir o a cegar.
Pamplona no olvida
Este sábado no es cualquier día. Es el más concurrido, el más denso, el más expuesto. El que todo lo magnifica. Estadísticamente, el más peligroso. Desde el año 2000, los sábados suman 33 corneados. Y sin embargo, los de José Escolar llegaban a esta cita con dos encierros consecutivos sin cornadas, igualando su mejor racha (2018-2019). Si hoy han salido limpios, será su hito definitivo. Si no, Pamplona entenderá que la casta no se disfraza de bondad. Solo de verdad.
La tarde, con nombre y despedida
Después del estruendo matinal, la plaza acogerá a tres toreros que saben lo que pisan. Rafaelillo, superviviente de todas las guerras del toro. Fernando Robleño, que se despide esta temporada de los ruedos, y lo hace mirando a la cara a una ganadería sin concesiones. Y Juan de Castilla, joven colombiano que repite tras su buena actuación del pasado año. Un cartel de dureza, compromiso y madurez. De esos que definen la liturgia de una feria seria.
El día que el cárdeno volvió
Así ha sido —y así será recordado— este nuevo encierro con los toros de José Escolar. Con su trote seco, su mirada detenida, su color de plomo viejo y su bravura intacta. Quien corrió hoy, corrió con la historia.