Feria de San Fermín

Miura marca el ritmo: estos son los encierros más veloces y lentos en la historia de San Fermín

Dos momentos opuestos en el tiempo revelan la imprevisibilidad del encierro pamplonés, entre récords de velocidad y obstáculos insospechados

PAMPLONA, 12/07/2025.- Una multitud de mozos abarrota el recorrido durante el sexto encierro de los Sanfermines, este sábado en Pamplona. EFE/Villar López
Vuelven a Pamplona los toros de José Escolar para el sexto encierro de los SanferminesVillar LópezAgencia EFE

En el imaginario colectivo, los encierros de San Fermín son una explosión de velocidad, tensión y emoción condensada en apenas unos minutos. Sin embargo, la historia ha demostrado que el reloj no siempre se comporta igual. Pamplona ha vivido tanto carreras fugaces que apenas dejan tiempo para parpadear como otras interminables que pusieron a prueba la paciencia de corredores, pastores y público.

El encierro más corto registrado tuvo lugar el 14 de julio de 2015, cuando los toros de la ganadería Miura recorrieron los 848,6 metros del trazado en apenas dos minutos, estableciendo un récord absoluto de rapidez en San Fermín. El tiempo sorprendentemente breve de este encierro fue fruto de una combinación de factores: la compacidad de la manada, la eficacia de los pastores y dobladores, y la ausencia de incidentes que ralentizaran el avance de los toros.

La reacción del público y de los propios corredores no se hizo esperar. Muchos relataron una experiencia vertiginosa, casi sin margen para la toma de decisiones. La descarga de adrenalina se vio sustituida rápidamente por el asombro: el encierro había terminado casi antes de comenzar. Los aplausos y comentarios divertidos inundaron las calles mientras el récord quedaba sellado en la historia.

En el extremo opuesto se sitúa el encierro más largo jamás vivido en las fiestas, ocurrido el 12 de julio de 1958, también protagonizado por toros de Miura. En aquella ocasión, una res se separó del grupo, se rezagó y provocó una situación caótica que prolongó el encierro durante 30 interminables minutos. Ni los gritos ni los esfuerzos de los pastores fueron suficientes: hizo falta incluso la intervención de un perro para conducir al animal hasta los corrales.

Treinta minutos de tensión acumulada, de incertidumbre, de intentos fallidos y de frustración. Los testigos de aquel día aún recuerdan el contraste absoluto con la explosividad habitual del encierro. Esta anomalía también quedó registrada como uno de los momentos más insólitos de las fiestas.

Ambos episodios reflejan la esencia misma del encierro: imprevisible, emocionante, y sujeto a las leyes del instinto animal y del azar. Desde el sprint perfecto hasta la carrera más accidentada, San Fermín nos recuerda que en su encierro todo puede pasar... y en cualquier momento.