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Un disco, una navaja suiza

Quique González publica «Me mata si me necesitas», noveno trabajo de estudio en el que aborda la ruptura sentimental o la pérdida de su padre

Un disco, una navaja suiza
Un disco, una navaja suizalarazon

Quique González publica «Me mata si me necesitas», noveno trabajo de estudio en el que aborda la ruptura sentimental o la pérdida de su padre

Cada disco de Quique González ofrece por lo menos un millón de imágenes. Exige también cierta predisposición y a cambio devuelve un estado de ánimo que ya es su marca personal: «Las canciones sirven para reconfortar, como un colchón. El misterio es que no arreglan nada, pero lo parece», dice su autor sobre los temas de «Me mata si me necesitas», su noveno trabajo de estudio, un ramillete de canciones folk-rock que abarcan, entre otros asuntos, la pérdida de un padre o la ruptura sentimental, grabado en nueva compañía, la de Los Detectives, banda capitaneada por Ricky Falkner.

La pérdida

«Perdí a mi padre el año pasado, después de un año cuidándole. Fue bonito acompañarle en su último viaje y devolver parte de lo que me dio. Después, el hecho de no tener a esa figura hace que de alguna manera tengas que aprender a pisar de forma diferente. Te endurece la pérdida y te hace volar de otra manera. Todos tenemos el peso de los padres, de lo que esperaban de nosotros y todo eso», explica González. A su padre, que no era un melómano especial, le gustaba ir a verle. «Iba a casi todos los conciertos con 80 años y pico. Y él, que no sabía nada de música, vibraba. Por eso pensé en dedicarle una canción que fuera como un diálogo». En «La casa de mis padres» hay un verso sobre esa dura ausencia, «papa, la casa huele a mama», que el artista escuchó decir a otra persona y que se aplicaba a su caso, y que describe «como una frase dura, pero con blues dentro». Otra muestra de su oficio es que, en el clímax emocional del álbum, González es capaz de clavar la palabra «infraestructura» y que la cosa suene. «Es una forma de hablar de mi pueblo, que cuando le pides ayuda a alguien, es muy habitual que te digan:‘‘Tranquilo, que hay infraestructura’’. Me encanta esa expresión, y la meto, ¿por qué no?», cuenta sobre el lugar que el madrileño considera «su pueblo», en Villacarriedo (Cantabria), valle al que se autoexilió hace unos años, un Minesotta ibérico desde el que trabajar «como un francotirador de canciones». «Cuando vuelvo a Madrid, a veces sí que me siento fuera de lugar. Hace años que no tengo casa aquí y ando de un sitio para otro. Cada vez que vengo me encuentro demasiado lejos como para haber nacido aquí y tener tantos amigos todavía», explica el músico.

Hay mucho lenguaje deportivo en el álbum. «Incluyo juegos de palabras con eso, me gusta. Como la referencia al ‘‘estadio’’, porque es ese lugar donde perdemos nuestra individualidad y funcionaba bien como un símbolo. Cuando menciono lo de estar ‘‘solo en el córner’’, en realidad me suena madrileño, como callejero. Y la ‘‘sangre en el marcador’’ de la que hablo es porque a los 42 años es complicado que no te hayan pasado cosas, hayas perdido a alguien o tenido un desengaño. A estas alturas ya llevas algún rasguño», explica.

También hay una buena imagen de lo que es un disco: «Una navaja con todas las hojas abiertas». «No sé, pienso en un objeto de supervivencia, una de esas navajas suizas que parece que te pueden proporcionar todas las soluciones en cualquier ocasión». Aunque, si tiene todas las hojas abiertas, no sirve de nada. «Bueno, sugiere que puedes elegir la que quieras. Las canciones funcionan así, tienen muchas interpretaciones y aplicaciones, pero siempre conviene que tengan una hoja bien afilada», asegura.