Sección patrocinada por sección patrocinada

Muere Manolo Escobar

Una mirada de coleccionista

Más de 2.000 obras forman su particular «museo»

Le gustaba pasear por la feria sin que le reconocieran. Aquí en 2001, delante de una obra de Quejido
Le gustaba pasear por la feria sin que le reconocieran. Aquí en 2001, delante de una obra de Quejidolarazon

La noticia del fallecimiento de Manolo Escobar no sólo ha conmocionado al mundo de la música, sino también al mundo del arte contemporáneo español. No todo el público sabe que el cantante de «Mi carro» y «Viva España» era un gran conocedor del arte español más contemporáneo, el cual parece estar reservado, tradicionalmente, a personas con otro perfil que no sea el puramente folclórico. Sin embargo, los que conocimos al gran maestro de la copla española sabemos que era un hombre de gran cultura y trato exquisito. Su pasión por coleccionar arte le venía de lejos. No solía ir a las exposiciones de galerías de arte o, al menos, no lo hacía, desde luego, el día de la inauguración. Él prefería pasear por la feria de ARCO, con discreción, sin Prensa ni fotógrafos. Tampoco parecía que tuviera ningún asesor que le indicara qué comprar. Manolo sabía perfectamente lo que quería y su conversación era sabia e indicaba que poseía toda la información que necesitaba.

La primera vez que traté con él, debo reconocer que me quedé impresionado. Era difícil para un joven galerista asimilar que el cantante del «Porompompero» pudiera estar interesado en la nueva figuración española de los años 90. Un movimiento artístico que, además, venía rompiendo con todo el «stablishment» informalista más complaciente. Estoy hablando de que no tenía intención de comprar grandes firmas de reconocido prestigio, sino que estaba especialmente interesado en la colección de artistas jóvenes españoles. Y eso, era un «plus» que hacía más sorprendente su discreta afición. Su conversación era directa, sus apreciaciones claras, concisas y plenas de conocimiento. Su mirada amable y directa acompañaba un discurso inteligente y veraz, propio de los grandes coleccionistas. Él nos dio una excelente lección para superar los tópicos y etiquetas que, a menudo, colocamos a ciertos personajes.

Nunca presumió de su magnífica colección. En alguna ocasión le indiqué que podría ayudarle a la catalogación de sus obras e, incluso, a su exhibición en algún museo o sala institucional. Sin embargo, siempre contestaba, con gran modestia, que su colección no era tan importante para ser exhibida en ningún sitio.

Sin embargo, el año pasado nos dio la grata sorpresa de poner en las manos de Juan Manuel Bonet la catalogación de todas las obras que fue coleccionando a lo largo de su vida. La exposición en Alcobendas, localidad en la que había vivido durante unos años, reunió una gran muestra de las mejores piezas del arte español que arrancaba con un estupendo dibujo de Zuloaga y se detenía en los ochenta y noventa y llegaba hasta nuestros días. Obras que fueron compradas cuando los artistas aún no tenían el prestigio ni el nombre del que ahora disfrutan, adquiridas a través de la intuición y el riesgo que ayuda a la gente joven a iniciar su andadura artística. En mi opinión, se nos ha ido un gran cantante y un gran mecenas de las artes, sin duda, pero sobre todo le echaremos de menos porque se nos ha ido un gran hombre, una gran persona. Se nos ha ido uno de los grandes.