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Vermeer, o la obsesión de una restauradora

«Azul Vermeer». Mar Mella. Martínez Roca. 448 páginas / 20,90 euros.. e-Book: 9,99 euros
La Razón

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En 1677, totalmente arruinada, la viuda de Johannes Vermeer entrega el último cuadro que le queda de su marido a un panadero del barrio católico de Delft. Así, salda una larga deuda contraída tras dos años sin poderle pagar el pan, no sin la recriminación de su madre por desprenderse del último vínculo que le queda de su marido. Tiempos difíciles para una familia con once hijos en un país asolado por la guerra y una profunda depresión económica. En la actualidad, Marta Miralles, una brillante restauradora de pintura flamenca, accede a restaurar un antiguo lienzo perteneciente a una de las casas de subastas más prestigiosas de Europa. Cuando acepta el encargo, vuelve a reencontrarse con algunos fantasmas de su pasado, como Javier o Paddy. La vida terminará por fundirse entre el misterioso lienzo y la obsesión de Marta por Vermeer y su obra. Con «Azul Vermeer» (Ed. Martínez Roca), su primera novela, Mar Mella nos adentra en el mundo del arte, los coleccionistas, las subastas o las intrigas que se esconden en el submundo del mercado negro de obras sin catalogar.
«Yo no vengo del mundillo del arte –comenta la autora–, pero por mi trabajo he vivido en distintas ciudades, entre ellas Ámsterdam. Allí descubrí y me aficioné a la pintura flamenca. Vermmer es mi favorito, aunque tiene etapas que me gustan más que otras». También se interesó por esa parte comercial del arte que son las galerías y las subastas, «un mundo que mueve mucho dinero y por eso en él hay intereses. La gente que participa en él tiene poder y lo sabe. Es capaz de crear opiniones, de poner de moda una época pictórica o a pintores concretos porque interesan al mercado. Esto genera presión y demanda atención y poner mucho de uno mismo». Una actividad que combina a partes iguales lo comercial y lo artístico: «No hay muchas casas de subastas. Los grandes son pocos y muy especializados. Mueven los hilos de todo –fijan precios, crean expectativas y necesidades, tendencias, gustos...– y entre ellos se lo reparten. Un circuito cerrado del que tienen el monopolio». Sin embargo, también tiene sus peligros «en las falsificaciones o en las adjudicaciones falsas. Un mercado negro en el que, a veces, se oculta la verdad o es difícil descubrirla, lo que influye mucho en las ganancias». Para la autora, «esto es algo que ha funcionado siempre. El peligro de las falsificaciones existe, aunque sea cada vez más difícil por los sofisticados medios técnicos empleados para detectarlas, que también usan los falsificadores. Sobre esto tenemos noticias todos los días».
Mar Mella dice no tener nada que ver con Marta, el personaje central de la trama. «Es una persona especial, con una personalidad muy determinada por su familia, que le condiciona la vida, su trabajo, las relaciones... y que despierta envidias por su talento». Hasta ahora, el trabajo en el departamento de Prensa en hoteles ha sido el único vínculo de la autora con la escritura, aunque «la inquietud estaba dentro. Sólo necesitó que se dieran las circunstancias, sobre todo de tiempo, para salir fuera». Y reconoce lo difícil que resulta publicar a una autora novel. «Son diez años los que ha tardado en ver la luz esta novela. Ser finalista del premio Ateneo de Sevilla 2011 me ha ayudado mucho. Ahora estoy escribiendo la segunda y espero que sean las primeras de una larga trayectoria».