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Los Ángeles

Warhol descubre América

Ricos, famososo, estrellas. Jane Fonda, en plena sesión de maquillaje y peluquería.
Ricos, famososo, estrellas. Jane Fonda, en plena sesión de maquillaje y peluquería.larazon

La frivolidad es una estética, como el fular en los escritores. El artista tiende a esconder la personalidad detrás del personaje, que es un enmascaramiento. El creador, a veces, necesita rebasar los límites del carácter con una impostura para superar cierta timidez social o para situarse a la misma altura de una obra que se le escapa de las manos. Y el público, en ocasiones, se siente muy cómodo con esa primera impresión, con el destello televisivo de esa imagen retranqueada que les permite emitir un juicio inicial sin profundizar demasiado ni preocuparse por el otro lado de la fachada.

Una idea equivocada

De Andy Warhol ha quedado el eco incombustible de la Factory, su blanco pelo pajizo, las celebrities de cuarto de hora (esos actores ambiguos y efímeros que ya nadie recuerda por su nombre), las «Marilyn» y una sensación de que nada le importaba demasiado. Pero esa idea resulta falsa y su libro «América», inédito en España y ahora prologado y traducido por Estrella de Diego en la editorial Siruela, viene a demostrar que es mucho más que un nombre de moda que rompe el techo de los récords en Christie's.

–¿Por qué cree que se ha disparado ahora Andy Warhol en las subastas?

–Porque muchos piensan que lo entienden. Pero no ven todo lo que ha ironizado sobre la baja cultura. El Pop no es frívolo, es muy realista. El Art Pop ha triunfado porque muchos sólo reparan en su superficie.

Estrella de Diego reivindica con esta obra al Warhol más oculto, el que viajaba por su país y se preocupaba por lo que sucedía en él. «Sigo esperando que llegue una persona maravillosa de verdad a la vida pública. Veo la tele los domingos por la mañana buscando algún político que pueda gustarme, pero todo lo que encuentro son tipos asustados de perder el empleo tratando de hablar durante treinta minutos sin que le despidan», comenta Warhol en uno de los capítulos.

Pero, este volumen, profusamente ilustrado con sus fotos, también brinda otra oportunidad al lector: comprender su propuesta artística y conocer qué intentaba el artista al trabajar tanto el concepto de la repetición: «Puedes ver un anuncio de Tab y piensas: "Nancy Reagan bebe Tab, Gloria Vanderbilt bebe Tab, Jacky Onassis bebe Tab, Katharine Hepburn bebe Tab y, fíjate, tú mismo puedes beber Tab. Un Tab es un Tab y da igual lo rico que se sea: no se puede comprar uno mejor que el que se está bebiendo la mujer sin techo de la esquina. Todos los Tabs son iguales. Y todos los Tabs son buenos».

Warhol emplea un estilo sencillo, pero intencionado. «Es plano y reiterado, pero es justo lo que buscaba –explica De Diego–, como una especie de ligereza, pero cuando ves lo que dice, por ejemplo, de la gente sin techo, de los mendigos que no pueden bañarse, me parece bestial y muy contemporáneo. Si empleara un lenguaje más culto, tendría un impacto diferente de esas cosas que son tremendas. Pero recurre a la lengua del día a día, a una lengua de fiesta, que es muy complicado. Existen otros artistas que han escrito y que tenían una voluntad de estilo. Pero, él utiliza el idioma de una manera distinta, como si no quisiera dar importancia a las cosas, y eso es muy difícil. Lo importante, y lo que más resalta en este volumen, es su sentido de la ironía».

En 1962, se colgaron las 32 obras que componen «Sopas Campbell» en la Irving Blum's Ferus Gallery de Los Ángeles. Cada uno de los lienzos se vendía a cien dólares y sólo cinco personas se mostraron interesadas en este trabajo –una de ellas, por cierto, Dennis Hopper. Hoy ha subido un poquito el caché del artista y es considerado una de las grandes firmas del arte del siglo XX. «Sin él, no se entiende el arte de los ochenta. Es importante porque en su caso es tan fundamental el producto como el proceso. Por eso tendrá mucha influencia».

Catálogo de obsesiones

«América» es un catálogo de sus propias obsesiones. Ahí aparece el famoseo de las fiestas, actores y actrices como Gloria Swanson, Bette Davis, Mel Gibson, Jacqueline Bisset, John Travolta, Christopher Reeves. «Ryan O'Neal y Farrah (Fawcett) deben ser la pareja más guapa y más americana, pero siempre temía que él fuera a romperme la cámara cuando trataba de fotografiarlos», comenta el artista. Las grandes estrellas del cine le ofrecen la oportunidad para hablar de uno de sus temas preferidos: la fama. «No importa lo bien que le vaya al personaje público, nunca es tan bueno como en su vida real. Nunca se oye decir que algunas de las consecuencias de tener "éxito"no están tan bien, ni que el ''éxito de la noche a la mañana'' ha exigido trabajar como un perro todo el día durante veinte años, ni que alguien a quien le va muy bien por que trabaja como un loco para superar muchos problemas por dentro». Y por si no decía suficiente, añade más adelante: «Antes cuando eras famoso, lo eras por una cosa. John F. Kennedy era el presidente. Elvis, el rey del rock and roll. Elizabeth Taylor, la mejor actriz de cine del mundo. Pero ahora parece que tienes que hacer un montón de cosas muy bien y si no cambias de actividad, dejas de ser famoso. Grace Jones es un buen ejemplo. Primero era modelo, luego cantante, después actuaba en un club nocturno y ahora es actriz». En estas páginas puede apreciarse la relación que Warhol mantenía con la sociedad, como aclara Estrella de Diego: «Esa especie de amor y odio hacia la sociedad de consumo, la crítica y a la vez la apropiación que hace de ella. Por un lado, el Pop Art critica la baja cultura; por otro se apodera de ella. Lo mismo sucede con la alta cultura, y luego vemos cómo Warhol hace cuadros que son igual que muchos cuadros. Mantiene esa ambivalencia». El denominador común del libro es la búsqueda de lo americano, de lo que es América, algo que influirá en la Generación Beat. «Reflexiona sobre lo americano, América, los paisajes de América. Siente el orgullo de ser americano», dice Estrella de Diego. En palabras de Warhol: «Todos llegamos aquí de otros lugares y todo el que quiera venir a vivir a América y quiera obedecer las leyes debería poder venir también. No existe eso de ser más o menos americano. Se es simplemente americano».