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El fútbol después de la pandemia

La Liga regresa esta semana dando pequeños pasos hacia la normalidad. Sin público, de momento, con cinco cambios por equipo, pero con la misma pasión. El Sevilla-Betis del jueves es la vuelta a la vida

El último lateral del Vicente Calderón
El último lateral del Vicente CalderónJesús Gómez FeriaLa Razón

Durante tres meses el mundo ha visto la vida a través de las pantallas. Y así regresa el fútbol, como espectáculo televisivo, como recuerdo de lo que fue y como avance de lo que será. Cuando el jueves comiencen su partido el Sevilla y el Betis en el Sánchez Pizjuán habrán pasado exactamente tres meses desde el último partido de un equipo español, la victoria del Atlético de Madrid en Anfield ante el Liverpool.

Un día antes se jugarán los restos del Rayo-Albacete, que se quedó a medias por los gritos contra Zozulya. Los 45 minutos que quedan por jugar son el pequeño homenaje a todo eso que se quedó pendiente, un partido que lleva desde diciembre esperando acabar. Habrán pasado cinco meses y 23 días, 178 días en total, desde el comienzo hasta el final de este encuentro.

Por el camino se ha quedado mucha gente. No verán el regreso del fútbol presidentes como Lorenzo Sanz, futbolistas y entrenadores como Radomir Antic, Goyo Benito, Joaquín Peiró, José Luis Capón, Benito Joanet y periodistas como Chema Candela. Y algunos que fueron un poco de todo, como Michael Robinson. Unos víctima del coronavirus, otros, de la propia vida.

«España ha hecho lo que debe y ahora para todos se abren nuevos horizontes. Ha llegado el momento de recuperar muchas de las actividades cotidianas. A partir del 8 de junio volverá LaLiga de fútbol», decía Pedro Sánchez el 23 de mayo para anunciar el regreso del fútbol. Un deporte que cumple su función como elemento motivador, como forma de unión –también de enfrentamiento, aunque para eso hay ya tantas cosas– y como motor de una industria que va más allá de los sentimientos.

El fútbol es pasión, pero también son cifras que ayudan a recuperar un país tocado. Este deporte supone el 1,37 por ciento del PIB, 185.000 empleos y 4.100 millones de euros en impuestos. Es capaz, además, de impulsar la economía a su alrededor. Por cada euro que produce, el fútbol genera otros 4,2 de manera indirecta.

Es el mismo deporte, pero parecerá diferente por muchas cosas. La memoria de los fallecidos se recordará con un minuto de silencio antes de los partidos. Y la labor de los trabajadores que han salido a mantener abierta la vida cuando toda España estaba encerrada en su casa será reconocida en el minuto 20 de cada partido. Un aplauso que se recoge en la página web aplausoinfinito.es y que va para los trabajadores sanitarios, los de los supermercados, los de la limpieza, los transportistas, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado...

Lo que no ha perdido el fútbol durante el parón ha sido la polémica. Cualquier cosa es susceptible de generar discusión, incluso la posibilidad de hacer cinco cambios, que todos creen que favorecen a los demás. «Beneficia a los rivales, porque muchos partidos los resolvemos al final y ahora van a tener gente más fresca», decía Quique Setién, el entrenador del Barcelona. «Los cinco cambios favorecen a los grandes», le respondió Bordalás, el técnico del Getafe.

Suele pensarse que los grandes tienen plantillas más grandes y competitivas, pero la queja de Setién esconde la imposibilidad que tendrá en muchos de sus partidos de hacer cinco cambios de garantías. Sólo tiene 18 fichas del primer equipo más Ansu Fati.

La medida fue aprobada por la FiFA para proteger a los futbolistas, que después de varios meses parados tendrán que afrontar un periodo agotador, con partidos cada tres días y casi sin vacaciones, en muchos casos, hasta el verano de 2021.

Van a ser 14 meses continuados de competición para los jugadores que lleguen hasta las últimas rondas de las competiciones europeas y el año que viene tengan que disputar la Eurocopa o la Copa América.

LaLiga se ha visto obligada a invadir el territorio de estas competiciones de selecciones. Las dos debían comenzar el próximo viernes, cuando en el campeonato español ya haya disputado el derbi sevillano. A la hora en que termine el Granada-Getafe debería estar comenzando el Turquía-Italia en Roma. Y San Mamés, que debía estar preparándose el domingo para el debut de España el día 15 contra Suecia, vivirá un Athletic-Atlético de Madrid.

Vuelve el fútbol, pero todo es extraño. La Liga ha recuperado terreno que le habían ganado las selecciones e invade la próxima temporada. A finales del siglo pasado no era raro que la final de Copa del Rey se llevara hasta los últimos días de junio. Esta temporada se había adelantado por la Eurocopa. Se debía haber jugado el 18 de abril y ahora no se sabe cuándo se disputará. Los dos clubes no quieren disputarla sin la presencia de su afición en las gradas y han renunciado incluso a la clasificación para las competiciones europeas que llega por esta vía si eso significa jugar a puerta cerrada.

La presencia de público en las gradas es otra de las grandes batallas. Cuando comenzó el confinamiento se decía que de ésta íbamos a salir mejores, pero unos quieren salir mejores que otros. Y antes.

El presidente de Las Palmas fue el primero en pedir que se abrieran las puertas de su estadio en el regreso de la competición. Más tarde fue el Celta. «No sería justo que hubiera público sólo en algunos estadios», dice Pedro Sánchez para acabar con la discusión.

La presencia de público en las gradas no llegará, casi con toda seguridad, hasta la próxima temporada. Probablemente antes de lo previsto, pero el próximo curso. «Jugar sin público no es lo que nos gusta. Es o esto o quedarse sin terminar LaLiga», reconoce Piqué.