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Medvedev desafía a Djokovic tras torturar a Tsitsipas

El ruso disputará su segunda final de un Grand Slam tras deshacerse en tres sets (6-4, 6-2 y 7-5) del griego. El número uno del mundo busca su noveno título en Melbourne

Medvedev devuelve de derecha una bola a Tsitsipas
Medvedev devuelve de derecha una bola a TsitsipasHamish BlairAP

Daniil Medvedev disputará en el Open de Australia la segunda final de Grand Slam de su vida. Lo hará ante Novak Djokovic que busca su décimo octavo Major, el noveno en Melbourne. El ruso no dejó respirar a Stefanos Tsitsipas en la semifinal. El verdugo de Rafa se estrelló contra una pared y cedió en tres sets (6-4, 6-2 y 7-5) en dos horas y diez minutos de partido. Hace año y medio, Medvedev cayó en la final del Abierto de Estados Unidos (7-5, 6-3, 5-7, 4-6 y 6-4 en 4 horas y 54 minutos) precisamente ante Nadal. Djokovic, que no ha perdido ninguna de sus ocho finales anteriores en la Rod Laver Arena, se va a topar con el jugador más en forma del circuito. Todo apunta a que ha llegado la hora de que el ruso levante su primer Grande, pero es que enfrente está el rey de Australia. Medvedev lleva sin perder un partido desde octubre del año pasado. Acumula 20 victorias seguidas y en esa lista están incluidos varios top 10. Ganó las Nitto ATP Finals -el Masters de toda la vida-, ganó la ATP Cup y queda por ver si será capaz de tumbar a Djokovic en su territorio.

A Tsitsipas lo martirizó. Después de la enorme remontada ante Nadal, el partido fue una pesadilla para el griego. Medvedev tiene varias cosas desquiciantes en una pista. Por su juego y por la actitud y los gestos con los que afronta el partido. Su saque es una tortura, su revés genera un desgaste insufrible, su mirada no transmite nada teniéndolo todo controlado y en algunos desplazamientos por la pista parece que se va a desmontar, pero nada de eso. El cóctel es explosivo. Da igual que se cabree con su entrenador como sucedió ante Krajinovic y le termine echando de la pista. Él sigue a lo suyo. Es como un martillo pilón desde el fondo de la pista. Le puedes mandar un listado amplio de golpes ganadores que no sólo los devuelve. Lo hace situando la bola en lugares imposibles y con una profundidad como si no costara. Jugar con él es tener un muro en el fondo y asumir que muchos golpes defensivos terminan convirtiéndose en winners. El desgaste mental de jugar contra él es excesivo. Y lo peor es que ni se inmuta. Si parece flaquear por un instante, como sucedió en el décimo juego del primer set, se saca un par de grandes servicios y resuelto.

Como restador está al nivel de Djokovic. El servicio, que le había servido a Tsitsipas para resucitar ante Nadal, apenas le hizo cosquillas. Dos breaks en el segundo set y el griego se encontró con la misma situación que en cuartos ante Rafa. Miró a su palco, charló con su padre y adoptó la táctica casi suicida que mostró ante el español. Ataque al límite, riesgo máximo. Con la central de Australia convertida en una sucursal del Palacio de la Paz y la Amistad de Atenas, con camisetas de Schortsianitis y Antetokounmpo incluidas. Medvedev encontró por fin resistencia y eso que arrancó el tercer set con un nuevo break. Tsitsipas se rehizo y reinstauró el equilibrio con una ruptura en el sexto juego. El griego se adelantó (3-4), se situó 0-30 en el octavo juego, pero... ahí volvió la roca. Resolvió su saque. Reinstauró la igualdad y en cuanto Tsitsipas flaqueó, en el undécimo juego, sumó un break definitivo. Fue con un passing de revés a dos manos, ¡cómo no!, desde el fondo de la pista. Djokovic se va a topar con un rival de cuidado.