Elecciones Barça
El voto de Messi
Resulta que Leo vota, verá series, llevará a sus niños al colegio y hasta se levantará por la noche al baño
Resulta que Messi vota. No lo hizo en las catalanas del 14 de febrero, lo ha hecho por primera vez en las elecciones del Barça. Algo es algo. Su papeleta es un burofax con doble significado: que sigo queriéndome ir o que si sale este –léase Joan Laporta– lo mismo no me largo del Camp Nou y apadrino a los Pedri e Ilaix que tienen buena pinta. El voto de Messi es un gesto de normalidad ayudado por la presencia de su hijo Thiago delante de la urna. En un gremio plagado de personajes y comportamientos marcianos resulta que Messi vota, verá series, llevará a sus niños al colegio y hasta se levantará por las noches para ir al baño.
La normalidad debería ser algo asumible por todos. Pero cada vez cuesta más guardar las formas y tragar. Un diplomático es un héroe y tener mano izquierda, poco menos que un milagro. A ver quién es capaz ahora de no justificar a un Fernando Fernán Gómez viendo el panorama. Tampoco es un imposible seguir algunos mandamientos. Si no soluciona problemas, no intervenga; si sólo me va a complicar la vida, no intervenga; si va a estropear lo que funciona, no intervenga... El no intervencionismo está poco valorado. Es lo que dice un amigo: sólo hay una manera de hacer las cosas, hacerlas bien. El problema es que el ser humano es capaz de cometer las acciones más inútiles que se puedan imaginar y encima dándose importancia. Que Mariano se ponga el 9 del Madrid, crear un ministerio de consumo, apuntarse al gimnasio, inventar comisiones parlamentarias, lo de la apisonadora de Sánchez y las armas de ETA... Una normalidad indigesta.
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