Tenis

Tenis

Así jugaba Nadal en Montecarlo con 16 años: puntazo, victoria ante Kucera, firma de autógrafos...

El balear debutó en el Masters 1.000 de tierra batida hace 18 años y llegó a tercera ronda. Lo ha ganado 11 veces

Nadal firma autógrafos tras ganar su primer partido en Montecarlo a Kucera, en 2003
Nadal firma autógrafos tras ganar su primer partido en Montecarlo a Kucera, en 2003La Razón

Rafa Nadal busca su duodécimo título en Montecarlo. Un récord espectacular. Pero todo tiene un principio y el del balear en el Masters 1.000 que se disputa en Mónaco fue en 2003. Tenía 16 años (cumplía 17 en junio) y se enfrentaba al eslovaco Karol Kucera, que era el 49 del mundo. El partido no duró los 55 minutos del último que ha disputado allí ante Dimitrov, pero casi. Rafa venció 6-1 y 6-2 en una hora y tres minutos.

No le pudo la presión a quien por aquel entonces ya era un niño que apuntaba alto. Era su primera partido en un torneo de categoría Masters 1.000 y en el vídeo difundido por la ATP se ve un puntazo de ese estreno y cómo después se para a firmar autógrafos al público. A partir de ahí su carrera no hizo más que crecer: si en 2004 conquistó su primer título y la Copa Davis, en 2005 ya arrancó su leyenda con el primer Roland Garros... Y también el primer Montecarlo. En 2004 no pudo participar, pero después ganó ocho ediciones seguidas, hasta 2012, a lo que ha sumado otras tres consecutivas entre 2016 y 2018.

El triunfo ante Kucera no fue el único sello que dejó el zurdo en su primer paso por el Principado. Después venció ni más ni menos que a Albert Costa, un “top 10″, que además había ganado el año anterior París. “Yo venía de hacer semifinales en Miami y había ganado a Davydenko la ronda anterior”, explicaba Costa a este periódico en un reportaje sobre los 1.000 triunfos de Nadal en el circuito. “Me puse 2-0; después, 15-40, pero pensé: “Venga, que este chico juega bien, pero no es para tanto”, en ese momento. Él empezó a sacar la garra, se hizo de noche y la pista se puso lenta, yo no veía la manera de ganarle un punto, él hizo muchas dejadas también y no hacía más que subir el nivel”, añade. El duelo terminó 7-5 y 6-3 y, una vez acabado, volvió la timidez lógica en un chico tan joven. “Me dio la mano como diciendo: perdona, pero esto es lo que hay”, dice Costa. “Con el tiempo me he dado cuenta de que ese partido tenía un porqué. Ya vi que Rafa tenía otra mentalidad para jugar al cien por cien cada punto, con esa intensidad”, concluye el jugador del que decían que tenía dos derechas, por su fantástico revés a una mano.