Rafael Nadal
Nadal, a una victoria de las 1.000: “Me dio la mano como diciendo, ‘perdona, pero esto es lo que hay’”
Rafa busca en París-Bercy la cifra redonda pero, ¿cómo fue la primera?, cuando Rafa jugaba “por instinto” ¿Y la primera ante un “top 10”? Aquí lo cuentan algunos de sus protagonistas
Rafa Nadal vuelve a la acción en París-Bercy después de la espectacular conquista de Roland Garros, donde alcanzó la impensable cifra de 13 Copas de los Mosqueteros y la histórica de 20 Grand Slams. Pero a la vuelta de la esquina tiene otro registro legendario: las 1.000 victorias, una cifra redonda que sólo tres tenistas han alcanzado hasta ahora: Jimmy Connors (se quedó en 1.274), Roger Federer (va por 1.242) e Ivan Lendl (logró 1.068). Al español le queda una, pero para llegar hasta ahí, como todo en la vida, tuvo que haber un comienzo. Con 15 años 10 meses y 26 días, el zurdo recibió una invitación para disputar el ATP 250 que se jugaba en su tierra, Mallorca. El 29 de abril de 2002 se enfrentaba al paraguayo Ramón Delgado, un “top 100” que cuatro años antes saltó a la fama por haber vencido a Sampras en Roland Garros. Rafa era el 762 del mundo y... Venció por 6-4 y 6-4. “No me molesta para nada que sigan recordando ese partido, al final de cuentas ¡no perdí con un don nadie! Ja, ja, ja”, rememora desde Paraguay Delgado, que ahora es capitán de Copa Davis de su país y gerente en una empresa importadora de productos médicos. “Nadal era un chico muy intenso, con una actitud muy positiva, y se alentaba constantemente. De su juego recuerdo que tenía la consistencia de golpes de fondo por encima de un joven de su edad y que defendía muy bien también para la edad”, asegura el tenista que llegó a ser el 52 del mundo. “Carlos Moyá ya hablaba bastante de un chico que entrenaba con él algunas veces en Mallorca y que tenía un potencial muy bueno. Cómo anécdota podría decir que en ese partido ya andaba con un entorno de mucha gente, no sé si era porque se jugaba en su casa, pero había varios entrenadores, preparador físico... Eso indica que ya apostaban a que sería un fenómeno”, prosigue Delgado. Dentro del equipo de trabajo de Rafa estaba Jofre Porta. “No fuimos a ver lo bien que podía hacerlo. Estaba dando muestras de ser un crack. Pensamos que Delgado, aunque tenía buen ranking, era un tenista que dejaba jugar, que no te gana a tiros. Fue espectacular. En esa época era de locos. Rafa jugaba mucho por instinto, no había grandes tácticas, como después la de utilizar su derecha contra el revés del rival”, recuerda Porta. Nadal y Delgado nunca más se volvieron a encontrar en la pista, pero sí en algún torneo. “Cada vez que lo veía le hacía la broma de que yo le di la confianza y que seguía esperando un porcentaje de sus ganancias por eso”, desvela el ex jugador paraguayo.
Rafa estaba cogiendo carrerilla para lo que vendría después. El año 2003 fue también el de “la primera vez” de muchos triunfos: en un Masters 1.000, en Montecarlo, ante el eslovaco Kucera (6-1 y 6-2), y después en ese mismo escenario en la segunda ronda, sin cumplir los 17, ya pudo con un “top 10” como Albert Costa, el campeón de Roland Garros. “Conmigo inauguró ese tipo de victorias, sí”, relata Costa. “Yo venía de hacer semifinales en Miami y había ganado a Davydenko la ronda anterior”, continúa. “Me puse 2-0; después, 15-40, pero pensé: “Venga, que este chico juega bien, pero no es para tanto”, en ese momento. Él empezó a sacar la garra, se hizo de noche y la pista se puso lenta, yo no veía la manera de ganarle un punto, él hizo muchas dejadas también y no hacía más que subir el nivel”, añade. El duelo terminó 7-5 y 6-3 y, una vez acabado, volvió la timidez lógica en un chico tan joven. “Me dio la mano como diciendo: perdona, pero esto es lo que hay”, dice Costa. “No salí contento, creo que ahí yo era mejor, pero con el tiempo me he dado cuenta de que ese partido tenía un porqué. Ya vi que Rafa tenía otra mentalidad para jugar al cien por cien cada punto, con esa intensidad. Es que un mes después en Hamburgo ganó a Moyá [7-5 y 6-4], que era el cuatro del mundo. Nos venció a dos jugadores que éramos de tierra y que estábamos en una gran forma”, concluye Albert. De ese torneo cuenta Jofre Porta una anécdota que muestra la personalidad de Nadal, que atravesaba problemas con su saque. “Estaba sirviendo a 120 kilómetros por hora y Toni se lo dijo. Y Rafa le contestó ‘Mañana voy a sacar una a 200’. Y en el partido hace un saque en el que toca la pelota con el marco y bota en el suelo antes de llegar a la red. Pero el marcador registra la velocidad y señala 200 y Rafa se llevó el dedo al ojo, miró al banquillo y señaló el marcador”. En ese mismo 2003, no podría jugar Roland Garros por lesión y su estreno en un Grand Slam fue en Wimbledon, con éxito porque superó a dos rivales, Ancic (6-3, 6-4, 4-6 y 6-4) y Childs (6-2, 6-4 y 6-3). También inauguraría su casillero en pista dura: contra Fernando Vicente en su puesta de largo en el US Open (6-4, 6-3 y 6-3).
En 2004, el zurdo debutó en el Abierto de Australia con victoria ante el checo Tabara y también sumó su primer éxito en Copa Davis. Era la etapa en la que en cada jugada y en cada celebración se dejaba la vida... Pero tenía energía de sobra. “Iba como una moto y le tuvimos que decir que para sacar pidiera tres bolas y eligiera dos: lo hicimos para que frenara un poco”, desvela Jofre Porta. Eso se lo quedó para siempre, y el ritual ha ido en aumento. Ahora, curiosamente, es uno de los tenistas que más apura con el reloj para el servicio. Porta también estuvo presente ese curso en Miami, donde se vivió el primer Nadal-Federer, que se llevó el español (6-4 y 6-4) y fue el pistoletazo de salida a una rivalidad histórica. “Fue un torneo muy chulo. Ganó a Ivanisevic, que tenía una invitación, y a Federer, que no había planteado bien el partido al jugar con un chico joven, y eso nos fue de maravilla. Después a Nadal le ganó González [Fernando, el chileno], que se portó fatal: le daba con el hombro en los cambios, no le dejó calentar porque las tiraba fuera...”, recuerda Porta. “Pero para que veas, un par de torneos después ya eran amigos otra vez”, añade. La venganza vendría en 2008 con el triunfo por el oro olímpico en los Juegos de Pekín. Tampoco ese año pudo jugar Rafa en París, pero sí levantar el primer título, en Sopot.
6.764 días después...
La gran explosión se produjo en 2005. El crecimiento del manacorense sería ya imparable con su primera participación en Roland Garros, el estreno ante el alemán Burgsmuller (6-1, 7-6 y 6-1) y la victoria final del Grand Slam sobre tierra. Ahí empezó, y van trece, de momento... Pero dos meses después, el tenista por aquel entonces de los pantalones pirata y las camisetas sin mangas conquistó la pista dura del Masters 1.000 de Canadá, demostrando que su intención era la de evolucionar para ser un jugador total. Tras todas esas “primeras veces”, Rafa ha ido repitiendo y repitiendo hasta convertirse en leyenda. En 2005 pasó de las 100 victorias, en 2011 llegó a las 500 y ahora en París Bercy puede añadir otro cero a su casillero. Feliciano López o Krajinovic, sus posibles rivales la capital de Francia, pueden entrar en la historia del balear. Seguramente debutará el miércoles, quizá el martes. Habrán pasado 6.763 días o 6.764 desde aquel partido contra Ramón Delgado en la plaza de toros de Mallorca. Son 966 semanas, de ahí que el promedio sea a más de una victoria por semana durante los últimos 18 años y medio.
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