Golf

Jon Rahm, del positivo por covid a hacer historia ganando el US Open, su primer “major”

Es el primer español que gana ese torneo. Una última jornada sin errores y con dos birdies en los dos últimos hoyos le dio el triunfo

Dos birdies que tenían su miga, en los hoyos 17 y 18, hicieron a Jon Rahm estallar de alegría y sacar el puño con rabia. Y a los aficionados, enloquecer. Había que medir bien el terreno y darle una pequeña curvita para apoyarse en la caída. La curva de la felicidad, terminó siendo, aunque todavía tenía que esperar. Cerró el español la última jornada del US Open con un total de -6 (-4 en el brillante día final), y en ese momento se colocó líder, aunque el surafricano Oosthuizen venía por detrás, a falta de cinco hoyos y sólo a un golpe de distancia, con -5. En lo que quedaba, tenía que hacer al menos otro birdie para forzar el desempate, y no es un campo sencillo el de Torrey Pines, en San Diego, la sede de esta edición. Hasta 18 golfistas comenzaron con opciones el cuarto día, pero poco a poco fueron cayendo en las trampas, puestas principalmente en la segunda parte del recorrido.

Así, Mackenzie Hughes, el canadiense, vio cómo una bola terminó encima de un árbol, para hacer un doble bogey en el hoyo 11, y adiós, porque ya la cabeza no estaba en su lugar. O Rory McIlroy en el 12 fue de búnker a búnker a hierba alta; o el cachas y defensor del título DeChambeau acabó necesitando ocho golpes en el hoyo 17, un par cuatro... Y así uno tras otro, desesperados, arruinados, menos Oosthuizen y Rahm. El único bogey del español fue en el hoyo 4. Hizo cinco birdies, incluyendo esos dos últimos fantásticos, pero pudieron ser muchos más porque siempre acertó con lo que buscaba y los putt pasaban rozando el premio. Al terminar, y de la forma en la que lo hizo, brincó el jugador nacido en Barrika, gritó y se fue a ver a su hijo Kepa Cahill. Cómo cambia la vida en unas semanas. Si hace apenas quince días Jon Rahm dio positivo en covid durante la tercera jornada del Memorial Tournament, torneo en el que iba líder destacado, que lo más seguro es que hubiera ganado, pero tuvo que abandonar, desolado, y pendiente de si conseguía llegar al US Open, si se recuperaría del coronavirus, si daba negativo, porque era asintomático; ahora ha levantado la copa de su vida... De momento. Todos lo estaban esperando y sabían que por la calidad que tiene lo iba a lograr. Lo ha hecho con 26 años y además en el US Open, donde ningún español había triunfado antes. Ni su ídolo, el que le inspiró, aunque fuera viéndolo en vídeos, el fallecido Seve Ballesteros, que tiene tres British Open y dos Masters de Augusta, escenario este último en el que también ganaron Chema Olazábal (dos veces) y Sergio García (una).

El caso es que Rahm cerró su participación a lo grande, besó a su hijo y lo agarró entre sus brazos mientras iba a la casa club y se puso a ver lo que hacía Oosthuizen. También se preparó por su había un desempate. Estaba en modo competición todavía. Aguantó el surafricano el 14, el 15 y el 16 sin demasiados apuros. En el 17 le llegaron los problemas al mandar el primer golpe fuera de la zona legal. Pese a todo, rozó el par, pero hizo bogey. Se quedaba a dos golpes del golfista vasco. Necesitaba un eagle en el último hoyo, que era posible (es un par cinco), pero no lo consiguió.

Así que Jon Rahm se proclamó campeón de forma espectacular. Vio el español ese tramo final con tranquilidad, como ha estado durante todo el torneo e incluso durante las últimas semanas, después de dar positivo. No le pudieron los demonios, lo aceptó se recuperó y se puso de nuevo en marcha. No siempre fue así en su vida. De niño era muy temperamental, se enfadaba, la liaba, rompía los palos... “De pequeño era un trasto. Soy extremadamente competitivo y odio perder. Por eso, a veces, más de las que hubiese querido, perdía los papeles. No estoy orgulloso de algunas cosas que he hecho, y pido perdón. También doy gracias a la RFEGolf: a pesar de mi carácter, me dieron mil oportunidades y no pararon hasta que me ayudaron a mejorar”, explicó en una entrevista en LA RAZÓN en 2015, cuando estaba dando el salto al profesionalismo. Los que insistieron con él sabían que en ese chico que comenzó haciendo todo tipo de deportes, practicando hasta kun fu, había un golfista de cuidado que terminó de pulirse en la universidad de Arizona State.