Balonmano

Hispanos. “No quiero ver a nadie triste”

Fueron las palabras de Jordi Ribera tras la plata en el Europeo. Los Hispanos empiezan un nuevo ciclo por encima de las expectativas

Los jugadores de la selección posan en Barajas con la medalla de plata lograda en el Europeo de balonmano
Los jugadores de la selección posan en Barajas con la medalla de plata lograda en el Europeo de balonmanoKiko HuescaAgencia EFE

Acabó la final del Europeo de balonmano con el triunfo de Suecia en un desenlace milimétrico. Un penalti con el tiempo cumplido dio la victoria al conjunto nórdico (27-26) e impidió a España ganar su tercer oro continental consecutivo. El vestuario estaba hundido, pero Jordi Ribera, el seleccionador, encontró las palabras adecuadas para ese momento. «Estábamos muy tristes –desvela Joan Cañellas–, yo especialmente por cómo terminó el partido [el último balón ofensivo antes del penalti pasó por sus manos], y Jordi dijo que no quería ver a nadie triste, que lo que habíamos hecho no merecía que estuviéramos así, que había que estar orgullosos y contentos de lo conseguido, que era muy difícil y, aunque a todos nos hubiera gustado ganar no podíamos poner caras tristes ante este éxito, porque es un éxito». Era la cuarta final seguida de los Hispanos en un Europeo, algo que nadie había logrado, con el resultado de plata-oro-oro-plata. «Y seis semifinales seguidas, que es una burrada», amplía el dato Cañellas. Son diez años de diferencia entre la primera y la última, lo que multiplica el valor de lo conseguido.

«Esta plata significa empezar un nuevo ciclo olímpico despejando dudas. Hemos superado las expectativas de todo el mundo, incluidas seguramente las nuestras; hemos disputado un campeonato atípico, ha habido momentos de todo, de juego brillante, de no tanto, pero hemos sabido sufrir y eso nos va a venir bien seguro para crecer», añade el lateral que ahora juega en la Liga suiza. «Crecer» porque se trata de un equipo que está, en parte, en construcción. Se molesta un poco Jordi Ribera cuando oye lo de relevo generacional, porque considera que eso no es así, no es un: «Pum», y se cambia el grupo completamente; sino que han ido entrando jugadores poco a poco. Y lo explica con su forma de trabajar: «Durante 300 días al año, pensar en el futuro inmediato, lo que quiere decir incorporar jugadores nuevos que vayan participando de diferentes actividades en las categorías senior, la B, la A, van entrando y saliendo; y luego cuando llega la competición importante, donde la selección se está jugando algo, decir: “¿Quiénes son los mejores que nos pueden representar? ¿Estos? Pues estos’'», afirma el seleccionador.

Pero es verdad que esta vez era un poco más evidente el cambio porque los Juegos Olímpicos de Tokio sí suponían el fin de algo. Se retiró el capitán Raúl Entrerríos y se quedaron fuera Viran Morros, Aginagalde y Dani Sarmiento, que después acudió por los casos de covid. Son muchos jugadores. E importantes. La filosofía de trabajo de los Hispanos, que además intentan jugar de la misma manera en todas las categorías, hizo que se hayan adaptado rápido jóvenes como Ian Tarrafeta o Agustín Casado, para tener mucho protagonismo; o veteranos como Iñaki Peciña (33 años), que llevaba años entrando en las convocatorias, pero luego no iba a los grandes campeonatos, y finalmente le llegó el premio al trabajo con el Europeo, y la recompensa allí en forma de plata. «Se ha trabajado mucho y bien y los jugadores que hay aquí tienen mucha calidad y no siempre tienen el reconocimiento que se merecen. Algunos son jóvenes o no juegan en clubes tan importantes, pero tienen calidad, otros llevamos más tiempo y la mezcla de todo y las ganas de competir hace que en los momentos complicados las cosas salgan», opina Cañellas. Al buen rendimiento de España en el Europeo se unirá en próximos torneos gente que ha faltado por lesión, como Alex y Dani Dujshebaev. Parece que hay Hispanos para rato.

Pasar el covid con «comida repetitiva», entrenamiento...

En este Europeo había varios enemigos: uno era el rival y otro el covid. A España le empezó a afectar tras la primera fase. Tarrafeta y Cañellas dieron positivo. Fueron momentos duros. «Mentalmente me costó asumirlo: estar aislado, no saber hasta qué día... Pasaron viejos fantasmas por mi cabeza por lo del verano», describe Cañellas, que ya se quedó fuera de los Juegos después de haber hecho la preparación. «Estás solo en una habitación, sin contacto con nadie, durante seis o siete días. La comida repetitiva te desquiciaba. Me preparé un espacio en la habitación para hacer a diario el plan de ejercicios que me mandaron y me vino muy bien para el regreso. Pensaba siempre en poder volver a jugar. Veía películas, series... Pero sobre todo al principio, después estás tan hasta las narices que sólo quieres salir de esa habitación. El mejor momento era cuando jugaban los compañeros, aunque lo vivías con tensión», añade. Se pudo unir para acabar la segunda fase contra Polonia. Después, Sergey Hernández y Ferran Solé cayeron y se perdieron semifinales y final.