Atlético de Madrid
Augusto nunca se cansa
Sólo Koke corrió más contra el Bayern, acertó el 90 por ciento de los pases y recibió los elogios de Simeone y de la grada
Sólo Koke corrió más contra el Bayern, acertó el 90 por ciento de los pases y recibió los elogios de Simeone y de la grada
Una volea desde el borde del área que se marchó por la línea de fondo sin demasiado peligro fue la única aportación ofensiva de Augusto Fernández. El centrocampista del Atlético tenía demasiado trabajo en su área como para permitirse acercarse a la contraria. Su esfuerzo inagotable le hizo recibir algún pelotazo, detener con el cuerpo dos disparos, robar cantidad de balones y recibir los elogios de su entrenador. «Hizo un gran partido, ocupando bien los lugares que tenía que ocupar en el centro del campo. Me alegro de haber acertado con su fichaje», dijo Simeone después del encuentro. Al Cholo no le sorprenden las capacidades de Augusto, ya fue su entrenador en River, aunque poco quede en el número «12» del Atlético de aquel extremo que era en Argentina.
Con 30 años cumplidos este mes, el centrocampista del Atlético ha demostrado tener una resistencia física a la altura de lo que exige el Cholo. El miércoles corrió casi 12 kilómetros y medio contra el Bayern, sólo 600 metros menos que Koke, el más activo del Atlético. Augusto, además, los recorrió casi todos en su propio campo.
El radio de acción que recogen las estadísticas de la UEFA lo sitúa casi siempre en su área. O muy cerca. Augusto parecía un central más, despejando con angustia balones cerca de su portería. Nada extraño para el Atlético, que tuvo durante muchos minutos a Torres y Griezmann sólo diez metros por delante de su propia área.
Hasta esta temporada, el argentino no había disputado la Liga de Campeones. Debutó contra el PSV, pero parece que lleva jugándola toda la vida. «Vine aquí para jugar la Champions», decía en la previa del partido. Y para ganarla. Su principal objetivo ante el Bayern, como el de la mayoría de sus compañeros, era que el equipo no encajara goles. Y a eso dedicó todo su trabajo. «No hay recompensa sin esfuerzo, así nos hacemos fuertes», decía después del encuentro.
El centrocampista rojiblanco sólo encuentra una explicación para que el equipo nunca pierda la fe y para que futbolistas como él nunca dejen de correr: la grada del Calderón. «No dejan de sorprenderme. En los momentos como éste, con la calidad del rival, flaqueas un poco en algún momento del partido y ellos se encargan de levantarnos, darnos fuerza, sacarla de donde no la tenemos. Son más importantes de lo que imaginan», dice.
Desde su fichaje por el Atlético, Augusto se ha hecho imprescindible para Simeone. Se ha perdido seis partidos de Liga, la mayoría por la lesión que sufrió contra el Barcelona, pero en la Liga de Campeones lo ha jugado todo desde enero. Su misión era ocupar el sitio que había dejado Tiago en el centro del campo. Simeone buscaba un futbolista con experiencia y que le diera buena salida de balón, como el portugués. Lo que le ha añadido Augusto es un físico inagotable.
Contra el Bayern logró un 90 por ciento de acierto en el pase. Entregó correctamente 26 de los 29 que intentó. No arriesga. No es fácil verle dar un pelotazo largo como hace Koke en ocasiones o como los que intenta Giménez desde el fondo. Lo suyo es darla y seguir jugando, ser un apoyo siempre disponible para sus compañeros. Aunque podría «presumir», como hizo el «Negro» Enrique con el gol de Maradona a los ingleses en el Mundial del 86, de haber dado el pase que inició la jugada del gol del Saúl.
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