Baloncesto

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Un derbi muy desigual (86-63)

James Harden avanza perseguido por el base mexicano Jorge Gutierrez.
James Harden avanza perseguido por el base mexicano Jorge Gutierrez.larazon

Esta Copa del Mundo, con dos cuadros estancos por los que deben circular hasta la final Estados Unidos y España, se confeccionó bajo inspiración conradiana. Los duelistas que dentro de una semana se disputarán el título se retan en la distancia, paseando su insultante superioridad entre dudas porque, ¿es preferible mostrar todo el arsenal para meter miedo o conviene guardarse algo para sorprender en el choque definitivo? En esas cavilaciones parecían perderse los hombres de Krzyzewski frente a México porque, francamente, debe ser complicada la gestión emocional de un campeonato en cuyos partidos está su equipo seguro de ganar por mucha diferencia desde tres días antes del salto inicial. En las mismas debe andar España.

En cuatro minutos dominaba el Team USA por 13-2, apoyado en la producción de sus pívots, Faried y Davis. Aunque un conato de reacción de México lo acercó hasta una desventaja de cuatro, los triples de Curry, un «serial shooter» de gran categoría, reinstalaron enseguida a los yanquis en una ventaja confortable. En clave de final, sin embargo, el derbi norteamericano dejó dos lecturas interesantes: la primera, que Gustavo Ayón martirizó en ataque a sus oponentes directos (25 puntos). Y el gigante azteca, como saben en Fuenlabrada, es un jugadorazo, pero aún no está al nivel del suntuoso terceto de interiores españoles. La segunda, que los estadounidenses son imparables cuando corren, sí, pero hasta con una defensa tan normalita como la de sus vecinos meridionales se atasca su ataque estático. En realidad, pareciera que carecen de sistema ofensivo más allá de esas embestidas en uno contra uno tan de «playground».

La segunda unidad de Krzyzewski también dejó buenas cosas, sobre todo el macizo Cousins. Se trata de un pívot feo de ver y no demasiado alto, pero intimida. Fue el único yanqui capaz de frenar a Ayón, valiéndose, eso sí, de una agresividad en las lindes de lo antirreglamentario. La única nota negativa es que Rose sigue sin arrancar. Su entrenador le dio muchos minutos, pero los dilapidó con un penoso 0 de 5 en el tiro y la sensación reincidente de que ha venido a España a acumular minutos después de su grave lesión. Tendrá que revalidar la campeona su título con una rotación de once hombres.

Estados Unidos cumplió su objetivo de pasar ronda con el mínimo desgaste. «Coach K» reparte los minutos con precisión matemática y sus dos jugadores más utilizados fueron Curry e Irving, con 24 minutos por barba. El alero de los Warriors fue el máximo anotador de su equipo, con veinte puntos con una serie estratosférica de triples: 6 de 9. Todo lo contrario que su colega Thompson, a quien el aro se le hizo pequeño y terminó desesperado. La selección mexicana, entrenada por el español Sergio Valdeolmillos, se despidió de forma honorable. Volvía al Mundial tras cuatro décadas de ausencia y mostró bastante más que el talento, conocido, de sus dos NBA, Ayón y Gutiérrez, base de los Nets. Poseen un plan de desarrollo bien estructurado y un fondo de armario interesante que les permitirá asomarse a la élite en un futuro cercano. Por ahora, esto les viene grande. Como a todos los equipos que se interponen en el camino de los finalistas preanunciados.

Ficha técnica

86 - Estados Unidos (23+19+24+20): Irving (4), Curry (20), Harden (12), Faried (8), Davis (4) -cinco inicial-, Thompson (15), Rose (-), Gay (10), Derozan (-), Plumlee (-), Cousins (11) y Drummond (2).

Seleccionador: Mike Krzyzewski

63 - México (13+14+11+25): Cruz (6), Jorge Gutiérrez (7), Hernández (), Ramos (4), Ayón (25) -cinco inicial- Stoll (5), Martínez (7), Israel Gutiérrez (-), Meza (2), Hernández (-), Méndez (5), Zamora (2) y Parada (-).

Seleccionador: Sergio Valdeolmillos.

Árbitros: Eddie Viatore (FRA), Olegs Latisevs (LAT) y Carlos Julio (ARG). Sin eliminados.

Incidencias: Primer partido de octavos de final de la Copa del Mundo de Baloncesto, disputado en el Palau Sant Jordi de Barcelona ante 10.938 espectadores.