Doha

Una historia tantas veces repetida...

Francia derrota a España, desaparecida al principio y frenada por Omeyer en la segunda parte

El jugador de la selección francesa de balonmano Nikola Karabatic saluda al español Viran Morros de Argila
El jugador de la selección francesa de balonmano Nikola Karabatic saluda al español Viran Morros de Argilalarazon

La selección española de balonmano ha perdido este viernes ante la de Francia por 22-26 (14-18 al descanso) en las semifinales del Mundial de Catar 2015, en el que defendía el título

Grita Manolo Cadenas en el banquillo mientras abre los brazos. «Venga, venga», trata de animar a sus compañeros Víctor Tomás. Se une Cañellas: «¡Vamos!». España estaba en crisis, atascada en ataque, desbordada en defensa en un partido jugado a toda pastilla desde el primer minuto, que se atragantó desde ese comienzo y que no se terminó de digerir en los 60 minutos. Remó la Selección, es la campeona del mundo, intentó volver al duelo, y vaya si lo hizo; trató de ajustar el marcador, y se acercó mucho, mucho en la segunda parte, pero acabó chocando con su propio cansancio y con un portero espectacular: Omeyer. Otra vez él fue un terror para España.

No hay manera de meter mano a Francia, a esta Francia, que tiene a casi todos los integrantes que hicieron que sea denominada como la mejor selección de la historia. Están más mayores algunas figuras y otros como Dinart, ahora en el banquillo como ayudante de Onesta, han sido cambiados, pero el hambre sigue ahí y su guardameta es el mejor ejemplo. 38 años tiene y paró casi la mitad de los lanzamientos que le llegaron en una segunda mitad sencillamente perfecta. También los árbitros tuvieron alguna decisión sospechosa. «Nos han defendido dentro del área muchas veces», explicó Cadenas después de dar una lista de los errores propios. Centrar la derrota en eso es injusto.

Para entender el resultado final hay que mirar al principio. Qué arranque. Lo empezó Narcisse con sus brincos. Que miren las zapatillas de este lateral a ver si tienen muelles, porque lo suyo casi supera la física. Lo siguió el escurridizo Guigou y para cuando había problemas aparecía Omeyer. Siempre él, odiado por unos por ese aire chulesco que suele mostrar e idolatrado por otros, por su afición. «Titi, Titi», hervía el Lusail Multipurpose Hall cuando paró el tiro de Dujshebaev que hubiera supuesto el 14-15, es decir, acercarse a uno después de ir perdiendo hasta por cuatro (9-13), resultado que provocó los gritos de ánimo narrados al principio, en busca de una reacción. Ésta se quedó a medias, ya saben, Omeyer, como las que vendrían después. En el otro lado el muro español, su sello de identidad, era quebrado una y otra vez. Porte, Karabatic, Barachet... Una abolladura tras otra en la camiseta roja, que intentó mutar, hacer algo. Del 6-0 pasó a defender 5-1, con Ugalde de avanzado para impedir la circulación, para molestar, pero los galos se las apañaban bien con penetraciones o bien con tiros desde fuera. Funcionó al principio el cambio, pero la solvencia no se mantuvo en el tiempo, y el marcador volvió a romperse. España sabía que la clave es su defensa y encajó 18 goles en la primera parte. Demasiados. Un lastre. A cambio pudo aportar 14, pero Cañellas, Raúl Entrerríos y Chema Rodríguez tenían dificultades para manejar el equipo. Más a trompicones que con fluidez sumaba despacio España, sólo feliz cuando logró alguna contra o que el balón circulara bien para que llegara a los extremos con ventaja.

«Échale huevos», pedía la afición. De eso no faltó. Que se lo digan si no a Viran Morros, herido casi desde el principio después de recibir un golpe en la cabeza de su compañero en el Barça, Karabatic. Una venda y de nuevo a jugar, que esto es para valientes. Y lo mismo cuando le partieron el labio en la segunda mitad. Con la cara desencajada volvió al campo en plena reacción de los Hispanos. Ésa sí era su defensa, fuerte, contundente, de hierro, que dejó a Francia seis minutos sin anotar para colocarse 18-19 (min 37). Ya contragolpeaban los chicos de Cadenas. «Sí, se puede», gritaba la afición. La tensión era máxima. Paró Gonzalo, increíble tras el descanso, paró Omeyer, bloqueaba Guardiola, y detenía otro tiro el joven Pérez de Vargas, siempre contestado por su colega de puesto en el otro lado. Cañellas se iba al suelo, hombres de 100 kilos y dos metros salían despedidos y Julen se desesperaba, agarrado, empujado. Pedía Guardiola más apoyo al público y Francia dio otro estirón (18-21), pero volvía a ver cómo se le acercaba el campeón del mundo (20-21, min 49).

Quedaban once minutos y el milagro todavía era posible. Eran los momentos calientes, los que han salvado a los Hispanos otras veces en este campeonato, pero esta vez, salió cruz. «Titi, Titi», continuó gritando la grada con cada estirada del portero, que sacaba el puño. Un lanzamiento, un penalti, del extremo.... Todo lo detenía. Sólo se dejó superar dos veces más, ayudado por Karabatic, esta vez más importante en defensa, donde precisamente no reparte algodones de azúcar. Pero es que éste no es un juego para niños. Casi lo es Gonzalo (24 años), que mantuvo a la Selección en el partido. Pero era demasiado esfuerzo el acumulado y pasó lo de tantas otras veces: dio la sensación de que están cerca, pero al final siempre gana Francia.

Enfado español con los árbitros

Los españoles intentaban analizar la derrota y pensar en el partido de mañana por el bronce. Pero no podían. Nada más terminar el encuentro contra Francia, nada más perder, creían que el arbitraje había sido injusto con ellos. «¿Omeyer ha sido decisivo?», le preguntaron a Chema Rodríguez, minutos después de acabar el encuentro. «Sí, ha estado muy bien, pero tengo otra perspectiva de quién ha decidido el choque», decía, convencido de que los árbitros siempre habían pitado en una dirección, contrario a los españoles. «Se señalaban faltas en un lado y en otro no; en uno eran dos minutos y en otro, no; en un lado era penalti y en el otro, nada», contaba indignado el jugador de la Selección española. «Si fuera un deporte individual hablaría y me quedaría muy tranquilo», opinaba Aginagalde. Cadenas afirmó que la clave fueron los 18 goles encajados en la primera parte, pero se quejó de las invasiones de área no pitadas.

- Ficha técnica:

22 - España: Pérez de Vargas; Víctor Tomás (2), Maqueda (2), Raúl Entrerríos (-), Cañellas (5), Rivera (3, 2p) y Aginagalde (1) -equipo inicial- Sierra (ps), Rocas (2), Ugalde (5), Andreu (-), Chema Rodríguez (-), Morros (-), Antonio García (-), Gedeón Guardiola (-) y Dujshebaev (2)

26 - Francia: Omeyer; Porte (4), Barachet (2), Luka Karabatic (-), Nikola Karabatic (3), Sorhaindo (4) y Guigou (5) -equipo inicial- Dumoulin (ps), Fernández (-), Anic (-), Narcisse (4), Joli (3p), Nyokas (-), Mahe (-), Grebille (1) y Accambray (-)

Marcador cada cinco minutos: 3-3, 6-8, 7-12, 11-13, 13-16 y 14-18 (Descanso) 16-18, 18-19, 18-20, 20-22, 22-24 y 22-26 (Final)

Árbitros: Krstic y Ljubic (SLO). Excluyeron por dos minutos a Aginagalde, Maqueda y Morros por España; y a Barachet (2) y Sorhaindo por Francia.

Incidencias: Segunda semifinal del Campeonato del Mudo de balonmano de Catar 2015 disputada en el Lusail Hall de Doha ante unos 8.000 espectadores.

Asistieron al encuentro el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, y el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco