Saltos

Beitia, contra lo desconocido

Castigada por las lesiones, deberá pelear hoy para entrar en la final de altura, algo que para ella siempre era una rutina

Ruth Beitia, en un entrenamiento en Londres
Ruth Beitia, en un entrenamiento en Londreslarazon

Castigada por las lesiones, deberá pelear hoy para entrar en la final de altura, algo que para ella siempre era una rutina.

Miles de veces ha caído Ruth Beitia sobre el hombro derecho. Lo hace en una colchoneta, pero, claro, después de tantos años esa zona la tiene resentida. Y la tendrá siempre. Así es el deporte de élite: en el fondo, malo para la salud; todo lo contrario que el ejercicio. Ahora mismo y en las últimas dos semanas el hombro es lo único que le molesta a la atleta cántabra, pero no ha sido así los cuatro meses anteriores. Se quejó su rodilla, se quejó su cadera y después de consultarlo con su entrenador y amigo Ramón Torralbo decidió parar. El Mundial estaba cerca, pero no podía seguir así.

El problema de tanto contratiempo son las dudas. Pese a que tiene 38 años y lleva más de media vida compitiendo a alto nivel, pese a las mil veces que ha corrido y saltado para superar el listón, ha decidido empezar de cero. Desde mitad de año volvió a hacer la salida lanzada, y no en parado, la novedad que introdujo en 2015. En una noche de insomnio se vio a sí misma saliendo en parado y a ello se puso. Así funciona su cabeza. Y de esa manera, por ejemplo, se proclamó campeona olímpica en Río y completó su palmarés. Pero ahora las dudas le han llevado a volver a lo de antes. Da nueve pasos (con el otro estilo son tres más) para ajustar mejor a la batida e intentar volver a volar. «Por primera vez no sé lo que va a pasar», asegura la saltadora. Acostumbrada a que las clasificaciones sean pura rutina para ella, hoy (20:10 horas) tendrá que pelear el pase a la final. Su mejor marca de la temporada al aire libre ha sido 1,94, muy poco para ella.

Londres es un lugar especial para Beitia. En el mismo estadio en el que participará hoy fue cuarta en los Juegos de 2012. Allí parecía que se escapaba su mayor deseo: la medalla olímpica. Había decidido que se retiraba, de hecho, estuvo unos meses oficialmente retirada, pero la casualidad quiso que volviera. Se dedicó a otras aficiones como el patinaje, pero como en Cantabria llueve mucho, el agua la devolvió a las pistas y las pistas le despertaron de nuevo sus ganas de ganar. A partir de ahí, su currículum, que ya era intachable, creció: ocho medallas más entre la pista cubierta y el aire libre, entre las que está el oro en Río y otros tres primeros puestos en campeonatos de Europa. A su edad, las lesiones le hicieron plantearse, esta vez de forma definitiva, el adiós. «Mis 38 años me dan pie para pensar muchas cosas, pero ahora sólo pienso en competir», decía hace unos días la santanderina. Desde su vuelta cada cosa que le sucede lo considera «un regalo». Incluso lo de esta semana en la capital británica: tener que pelear contra lo desconocido.

Desde hace días hay una pregunta en el aire. ¿Se irá España del Mundial sin ninguna medalla por primera vez? Beitia y su cuerpo tienen la palabra. La otra «bala» que queda es Miguel Ángel López en 20 kilómetros marcha, pero durante el año se ha mantenido en un segundo plano. Luego está Mechaal (1.500), liberado después de conocer que no le iban a sancionar. Llega un poco pasado de forma, como admite, pero se apunta a pelear por todo. Hoy
(21:25) son las series en las que también están Bustos y Alcalá.