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Cara a cara: El Gran duelo del Bernabéu

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Te conviertes en un triste apátrida, por Alfredo Duro

Elemental querida Carme. Elemental y de una lógica aplastante que, repentinamente, te eches en brazos del Bayern de tu idolatrado Pep y que seas víctima de esta fiebre bávara que amenaza con que te hagas pasar por la nueva reina de la «Oktoberfest». Es lo que pasa cuando –utilizando los términos de los que todavía nos paseamos por Europa– alguien se convierte en un triste apátrida. A eso ha llegado parte de la «gent blaugrana», a depender de lo que otros le puedan quitar al Real Madrid. Empiezas con ponerte de rodillas ante el Bayern, que el año pasado os metió siete, y acabas por prestarte a regalar la Liga o lo que haga falta al Atlético en el Camp Nou. Cualquier cosa a costa de acabar con la amenaza del triplete merengue. Triste no, lo siguiente.

Leo comprometido... con el Mundial

Tan triste como la imagen apática y desganada de Messi. Tan «comprometido» está con la causa azulgrana que sólo piensa en llegar al Mundial. Nada que ver con Cristiano, que incluso fuera del campo es capaz de mantener el liderazgo que no se le puede adivinar a tu querido Leo. Para ser el mejor hay que ser líder dentro y fuera del campo. Messi no lo ha sido dentro cuando más le ha necesitado su equipo, y nunca lo ha sido ni lo será fuera. «CR7», que lejos de pensar en el Mundial se deja la piel por el Madrid, fue el mejor respaldo en la grada para que la Copa se fuera a Cibeles. Jamás se borra. Por eso es el Balón de Oro, por eso es el mejor jugador del mundo.

El futuro es blanco

La conquista de la Copa es la mejor tarjeta de presentación ante el Bayern y ha provocado que algunos ya no estén tan seguros ni en Múnich ni en... Barcelona. Mientras que el futuro representa para el Madrid la consolidación de un proyecto ganador, con tipos como Bale y su meteórica carrera, el Barça huele a descomposición. Listas y más listas de culpables y a cambio la nada. Nada de nada. En Madrid, saboreando la gran Copa, se disfruta del carácter de inconformismo de este club para intentar ganarlo todo, empezando por el Bayern. Demasiadas diferencias para seguir recordándotelas.

Voy con el Bayern de mi querido Pep, por Carme Barceló

Te veo y te escucho en tu última conferencia de prensa y me retrotraigo a tiempos pasados. Al margen de ese alemán –no sé ni papa del idioma germano– que intuyo es casi tan perfecto como todo lo que te propones, esa queja abierta hacia los tuyos y ese mensaje en clave dirigido también a ellos es el signo inequívoco de que todo, una vez más, irá bien. Les has dicho a tus jugadores en público que, desactivándose como en los últimos partidos una vez conseguida la liga alemana, no van a ganar al Madrid. Tú sí que sabes, Pep. Ese látigo tierno que tanto duele, ese vídeo motivacional que preparas, esa cena mano a mano con ese jugador que tú y yo sabemos... ¡Tiembla, Carletto! La mejor versión de Guardiola aterriza en tu vida. Pep sabe cuál es el lado oscuro de este Real Madrid real que muchos han ocultado tras la carrera de Bale. Y yo no te lo voy a contar.

Messi no se toca

«Seguirá siendo nuestro líder», dice Bartomeu refiriéndose a Messi. El presidente prepara la renovación del argentino y la de una plantilla que precisa una reforma profunda e inteligente. El padre de Leo llega esta semana, su hijo desea continuar en el Barça y no necesita decir que es el más guapo, el más rico y el más triste para que le escuchen. A diferencia de Cristiano, Messi es del club que le paga y que le dio la vida deportiva desde que con 13 años aterrizó en La Masía. Leo se besa el escudo que lleva en el corazón, no sólo en la camiseta. Messi no se toca.

Fútbol blanco, fútbol opaco

A ver, Duro, me da la sensación de que te estás dejando llevar por ese tsunami galáctico en el que vive el Madrid desde que los resultados, que no el juego, marcan su devenir en la historia. Porque el fútbol blanco sigue siendo opaco, poco festivo y nada atractivo. Porque el debate de la portería sigue carcomiendo los cimientos. Porque el centro del campo es una sala de máquinas que chirría. Porque los fundamentos del Barça siguen en pie. Como la filosofía y los valores. No hay que dar la vuelta al calcetín: hay que lavarlo bien. Y no con el que jabón que lava más blanco, precisamente.