Real Madrid
El Chiringuito de Pedrerol: Cristiano, el espejo en el que mirarse
Nunca tiene suficiente, es un profesional, ha silenciado las críticas con trabajo y no conoce el miedo. Sólo sabe de retos y el próximo es la Decimotercera
Nunca tiene suficiente, es un profesional, ha silenciado las críticas con trabajo y no conoce el miedo. Sólo sabe de retos y el próximo es la Decimotercera.
Nunca se rinde. Nunca está satisfecho. Es insaciable. Te puede gustar más o menos. Te puede caer mejor o peor. Pero Cristiano es diferente. Es un futbolista grande. Enorme. Irrepetible. No puedes encontrar otro igual. Su trayectoria lo dice. No para de evolucionar. Y su lucha es consigo mismo. Y con la Historia.
Un tipo ejemplar
Entrena más que nadie. Aparece antes que los demás y se va más tarde. El éxito no llega por casualidad. El talento no es suficiente si no hay un gran trabajo detrás. Y Cristiano es un currante del fútbol. Un tipo hecho a sí mismo.Tiene 33 años y el cuerpo de un chaval porque se cuida más que ningún otro. Puede estar más o menos afortunado en un partido, tener mala suerte de cara al gol, pero no se le puede echar en cara su sacrificio. Nadie le puede pedir más esfuerzo.
Partidos grandes
Para el «crack» portugués no hay partidos grandes. O más bien todos son grandes para él. Se va a partir la cara por su equipo en la final de la Champions o en Ipurua. No hace distinciones. Cada encuentro es importante. Es otra oportunidad para demostrar. Y para demostrarse. Además, ha aprendido algo fundamental. Zidane se lo ha hecho ver: tiene que dosificarse. Ha accedido a parar, a dejar que su cuerpo descanse. Tiene que llegar al 100% al final de cada temporada, y en eso trabajan el Madrid y todo el cuerpo técnico. Como en la última campaña, cuando él solo ganó la Champions con sus 10 goles entre cuartos, semifinales y la final.
Hablaban de su declive...
Nos decían algunos que tenía que jubilarse ya. Que era su fin de ciclo. Que estaba en declive. Lo que ha tenido que escuchar Cristiano. Pero su respuesta fue el silencio. Y el trabajo. Mucho trabajo. Cristiano además siempre aparece en las citas decisivas. Donde otros se esconden, él decide. Siempre da la cara. Tiene ADN Real Madrid, y lo sabe muy bien una afición que le idolatra y que no se imagina a su equipo sin él. Que venga Neymar al Madrid, sí. O Lewandowski. O Kane. Pero que se quede Cristiano. Ningún madridista aceptaría cambiarle por nadie. Es de los suyos. Lo ha dado todo durante nueve años por el club. El madridismo castiga la indolencia, que se lo digan a Benzema, pero venera a los luchadores. Y Cristiano es un luchador. Un espejo donde debe mirarse Karim. Y Bale. E Isco.
Sin miedo
Quiere la Decimotercera. Estaba convencido de que iban a eliminar al PSG y ahora tiene la mirada puesta en Kiev. Llega enchufado y no piensa en otra cosa. Disfruta de las situaciones límite y se crece cuando el equipo está al borde del abismo. Porque no conoce lo que es el miedo. Sólo entiende de retos. Siempre se marca uno nuevo. Aún mayor. Más difícil. Y eso le hace grande. Eso le hace «The Best».
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