F. C. Barcelona
El chiringuito de Pedrerol: Gracias por hacernos felices, Andrés
Decida marcharse o quedarse un año más, Iniesta merece el aplauso unánime del mundo del fútbol por su forma de manejarse dentro y fuera del campo.
El Camp Nou se vino abajo cuando Iniesta entró ayer al campo. ¡Vaya ovación! «Nosotros te queremos, Iniesta quédate», cantó la grada. El cariño que recibió Andrés se va a repetir de aquí a final de temporada en cada estadio de España. Todos debemos darle las gracias al capitán del Barça y de la Selección.
Grande y humilde. Debemos hacerlo por tantos momentos inolvidables sobre el césped, pero también por ser tan grande como humilde. Por no meterse en líos. Por intentar evitar que el Barça se enredara en política. Por lo que pidió en el punto álgido de la tensión independentista: «Antes de que nos hagamos más daño, dialoguen». Por poner paz donde otros incendian. Por ser un ejemplo para los chavales. Por ser admirado por sus compañeros y respetado por sus rivales. Por pensar sólo en fútbol, sin buscar la foto. Por ser un líder silencioso, elegante con el balón y fuera del campo.
Magia y el gol de los goles. También hay que dar gracias al Iniesta futbolista. Porque ha sido y es incomparable. Siempre buscando el pase atrás antes del gol, pero marcando goles tan importantes como aquel en el último minuto en Stamford Bridge que metía al Barça en la final de la Champions. O el de Johannesburgo. El gol del Mundial de España. El gol de los goles. El que le va a hacer inmortal. El que unió a todo el país. El que nos hizo a todos llorar de alegría. Pero Iniesta es mucho más. Es un pase entre líneas, un regate imposible, un caño, un sombrero, un balón pegado al pie y la mirada al frente. Iniesta es magia con la pelota. Mucha clase. Un futbolista inigualable. Irrepetible. Único.
El decide. Tiene que elegir su futuro antes del 30 de abril. Anunciar qué quiere hacer con su vida. Y tiene que hacerlo por sí mismo, sin que nadie le presione. Sin campañas para que se quede. Sin que nadie le «aconseje». Se ha ganado a pulso el derecho a decidir. Han sido muchos años de esfuerzos, trabajo, dedicación y profesionalidad sin un mal gesto, sin una mala cara, sin una polémica. Con el Barça y con la Selección.
Se lo merece todo. Llegó al Barça desde Fuentealbilla con sólo 12 años. Ya nos había maravillado a todos en ese primer partido que le vimos, en un torneo de chavales con el Albacete. Ídolo del barcelonismo pese a que confesó en Antena 3 ser «del Madrid a todo poder», nunca perdió esa ingenuidad. Ni su eterna cara de niño que no ha roto un plato. Dos décadas después, sigue siendo el mismo. Auténtico. Antes de irse, si decide hacer las maletas, tiene que darnos otra alegría en Rusia. Sería el colofón perfecto a una carrera brillante donde lo ganó todo y se ganó a todos. Y entonces, que decida. Si te quedas, Andrés, será maravilloso. Y si te vas, gracias por todo. Sé feliz. Te lo mereces.
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