Tour de Francia
El reto de Contador
Quiere el doblete Giro-Tour, algo que nadie ha intentado desde Pantani en 1998
El maillot de camuflaje que ha elegido el Tinkoff para el Tour no es lo único nuevo para Alberto Contador. Todo es diferente para él este año en el que quiere ganar el doblete, Giro y Tour, algo que nunca ha logrado en la misma temporada. Es un reto de otros tiempos. Pantani fue el último en conseguirlo en 1998. Y antes que él lo había logrado Indurain. Stephen Roche lo hizo 1987 y Hinault también lo había conseguido en 1982 y 1985. En los 80 parecía que ganar la carrera italiana era la mejor manera de preparar el Tour. Incluso Eddy Merckx recomendaba en febrero a Contador pelear por el doblete. «Para mí, ir al Giro es la mejor preparación para el Tour. Hay tiempo suficiente para descansar», advertía el mítico «Caníbal» apoyado en su propia experiencia. Él consiguió el doblete en tres ocasiones (1970, 72 y 74).
Contador ya tiene dos Tours, pero siempre ha atacado la carrera francesa en solitario, nunca encadenada con el Giro. Aprovechó para ganar en Italia en 2008, cuando el Astana, su equipo de entonces, fue apartado de la prueba francesa por sus casos de dopaje anteriores a la llegada de Alberto, y en 2011, después del positivo por clembuterol en el Tour, aunque después le arrebataran la victoria del palmarés.
«Llego en buen momento. He planificado mi entrenamiento y mi descanso cuidadosamente y creo que me he recuperado bien física y mentalmente», advierte. Después de ganar en el Giro sólo ha competido en la Ruta del Sur, una carrera de cuatro días en la que se impuso a Nairo Quintana.
«He sacrificado todo para estar seguro de que llego en la mejor forma posible», afirma. Y lo ha hecho desde la pretemporada. «Cada minuto, cada día, he estado trabajando para este objetivo. He planificado el descanso, la alimentación, he huido de las celebraciones, he estado absolutamente concentrado en la bici», asegura. «Mentalmente estoy muy bien. Hay que ver cómo responde mi cuerpo», dice.
Contador ha cambiado su preparación para combinar dos esfuerzos máximos, como el Giro y el Tour, en apenas tres meses. Se concentró en altura, en el Teide, algo de lo que había huido en temporadas anteriores. Y, aunque los resultados no han sido tan positivos como la temporada pasada, está satisfecho. Alberto llegó al Tour en 2014 habiendo sido primero o segundo en todas las carreras que había disputado. Después, se cayó y llegó a tiempo de ganar la Vuelta. «Si tengo que elegir, creo que tenía mejores sensaciones la temporada pasada», reconoce. «Había preparado el Tour de manera muy concienzuda», agrega.
En este año sus resultados han sido más discretos. Hasta llegar al Giro no había ganado ninguna carrera y se impuso en la primera grande del año sin haber ganado ninguna etapa. Era la primera vez que le sucedía. Tampoco se había visto oligado nunca a recuperar el maillot de líder. Siempre que lo había cogido, lo había aguantado hasta el final. En el Giro lo cedió ante Fabio Aru, pero lo recuperó en la contrarreloj y el rosa se quedó con él hasta Milán. Son parte de las nuevas experiencias que ha vivido esta temporada Alberto. Como el cambio de jefe en el equipo. Cuando Oleg Tinkov apartó a Riis de la dirección, todo eran preguntas. ¿Por qué? Hasta que respondió el informe de la agencia antidopaje danesa que acusaba a Riis de incitar al dopaje durante los años en que dirigió el equipo CSC.
Pero nada de eso ha apartado a Alberto de su objetivo. «Empecé a pensarlo antes de la Vuelta del año pasado. Pensaba que si lo hacía bien, intentaría el doblete. Lo más importante en la vida es la motivación», reconoce. «Y es la motivación la que me hace intentar ganar Giro y Tour. Ganar un Tour más no cambiará mi palmarés, pero si gano el doblete, la gente lo recordará».
Un Tour sin una contrarreloj individual para decidir
El Tour aprende de los recorridos de la Vuelta, pero ha dado un paso más en la innovación. Ha eliminado la clásica contrarreloj individual larga que servía para equilibrar las fuerzas entre los escaladores puros y los favoritos menos dotados para domar las cuestas. Los 13,8 kilómetros de hoy son los únicos que podrán disfrutar los especialistas. A cambio, la carrera ofrece otras trampas, como el pavés, que ya eliminó a Froome el año pasado y que el Tour vuelve a visitar en la cuarta etapa. O el final en el Muro de Huy de la etapa anterior. Aunque lo peor, para muchos, puede esperar en la novena, una contrarreloj por equipos de 28 kilómetros, con muchas cuestas y algún equipo que puede estar castigado ya por las caídas y las ausencias. Para terminar, en la penúltima etapa, espera el mítico Alpe d’Huez con sus famosas 21 curvas para decidir el ganador. Después, ya sólo queda el paseo triunfal y la celebración en París.
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