Tour de Francia

Ciclismo

Guerra y paz

El Sky no remata, pero desgasta a los rivales en una intensa etapa después de una tremenda labor de todo el equipo.

El Sky de Froome toma el mando y el resto, firmes
El Sky de Froome toma el mando y el resto, firmeslarazon

El Sky no remata, pero desgasta a los rivales en una intensa etapa después de una tremenda labor de todo el equipo.

Hay un viejo dicho que a diario corre por todos los autobuses de los equipos, ése que dice que el Tour de Francia no se gana en un día, pero que se puede perder en cualquier jornada. Nunca se sabe dónde está el peligro, la pájara o el desvanecimiento. Es como si a uno, a cualquiera, pudieran sucederle más cosas malas que buenas. El Tour es una carrera de fondo. Eso lo sabe mejor que nadie el Sky, a pesar de estar acostumbrado a correr de otra forma: con un poderoso golpe de autoridad en la primera llegada en alto y la defensa férrea de su liderato, como si de soldados se tratase camino de la ocupación de París y sus Campos Elíseos.

Este año para el Sky todo es nuevo. No hubo golpe encima de la mesa en el primer contacto montañoso, un triunfo de los que agrandan tanto a Froome como intimidan a sus rivales y por eso andan todos crecidos. Les están dejando creer. Y eso que ayer, una vez más, demostraron quién manda en el Tour. Que aunque se hayan mutado al blanco embutidos en su traje siguen siendo los mismos hombres de negro. Los que a falta de cuatro kilómetros para coronar el último puerto del día aún tienen tres gregarios tirando de su líder cuando el resto de rivales tienen suerte si a su lado aún jadea un compañero.

Todo y nada

Así volvió a ser en esta octava etapa, la del final en la estación Des Rousses, que iba camino de convertirse en antológica y acabó quedándose prácticamente en nada. Comenzó revuelta, como gustan los buenos paladeadores del ciclismo. A 47 km/h de media para entrar en calor y ataques por doquier, hasta que se formó la fuga, cuarenta hombres que se marcharon para buscar el triunfo y quién sabe si algo más.

En ese grupo mayúsculo estaban todos los equipos representados: Koen de Kort, por parte del Trek de Contador; Amador y Castroviejo, del Movistar; Bakelants y Mathias Frank, del ag2r, velando los intereses de Bardet; Valgren por Aru... Hasta el Sky introdujo a dos de sus hombres más valiosos, Mikel Landa y Sergio Henao. «Estaba dentro del plan», dijo después Froome, «pero no esperaba la intensidad que ha habido». Por eso al Sky no le tembló la mano para tirar encarecidamente del pelotón y controlar la distancia de la fuga, que nunca tuvo más de tres minutos de ventaja. Todo pintaba a uno de esos días épicos. El Sky estaba preparando el terreno para que su líder se lanzase a consolidar la primera posición o a ganar la etapa en la última subida. Guerra. Pero camino de la estación Des Rousses, Froome y su gregario Thomas se fueron rectos en una curva. El galés cayó al suelo; pero el líder no. Sólo susto.

Quizás eso fue un punto de inflexión, quién sabe. El tiempo que Froome necesitaba para darse un respiro, recordar que al Tour aún le queda mucho y especialmente hoy, con ese tremendo descenso del Mont du Chat, bajadas en las que el keniata se ha hecho especialista en los últimos años. El caso es que, llegado el momento de la verdad y cuando la carretera se puso cuesta arriba, el líder no se movió. Paz.

La estrategia del Sky, quién sabe, se puede deber a dos opciones. Que Froome dice la verdad y lo único que le interesaba era controlar la fuga sin importarle desperdiciar una etapa que se presentaba maravillosa para abrir más brecha con sus rivales, o que miente como un bellaco. En este caso, si es que realmente es así, el poderoso líder del Sky esconde que, en el momento crítico en el que tuvo que coger las riendas, es decir, atacar, careció de las fuerzas suficientes para hacerlo.

Sea como fuere, por delante de esa paz aceptada por todos y decretada por Froome y su equipo, la etapa se la ganó a pulso, y acalambrado, Lilian Calmejane, un francés que venía de levantar los brazos en una etapa de la Vuelta, el año pasado, y que redondea su palmarés con otra en el Tour.

Calmejane, que sólo tiene 24 años, temió por el triunfo por los calambres; pero es el primer francés que lo ha logrado desde Jalabert. Futuro prometedor.