Papel
Más corazón que piernas
Contador volvió a probar a Froome a pesar de las heridas, igual que Nibali y Quintana, pero nadie pudo soltarlo.
Contador volvió a probar a Froome a pesar de las heridas, igual que Nibali y Quintana, pero nadie pudo soltarlo.
A veces, no tiene que ser el cerebro quien ordene. A veces no tienen por qué ser las piernas las que ejecuten. A veces no hay por qué ser consciente de lo que se hace. No hay por qué dejar tiempo a la razón para que deduzca, piense, diga qué es lo que hay que hacer y entonces llevarlo acabo. A veces sólo hace falta dejar que sean el corazón y sus latidos los que bombeen y empujen. De ahí las acciones más bellas y sinceras. Y en el ciclismo, como en la vida, sucede que al dejar actuar al corazón, todo se engrandece.
Eso le pasa a Contador. Le duelen las piernas igual que a Nairo Quintana y a Alejandro Valverde. Tanto como a Nibali y a Geraint Thomas. Y está tan cansado como Chris Froome. O más, con el Giro a las espaldas. Y encima tiene que escuchar el crujir de su cuerpo, el grito encarnizado de su pierna y su codo, doloridos por la caída del miércoles bajando el Col d’Allós. Pero tiene un corazón y un alma que le impiden marcharse de este Tour que va a ganar Froome sin haber dejado un sello. Sin haberle dicho a la historia que él también pasó por allí.
Para eso corre Contador. Para la memoria de las gestas. Así será recordado siempre. Ayer lo dejó escrito en el Glandon, uno de esos puertos alpinos preciosos rodeados de románticos lagos para enternecer a los enamorados. Allí se desata Contador. Lo suyo es el ciclismo romántico que levanta a cualquiera del sillón. Quedan más de cuarenta kilómetros para la meta y él ya se quiere marchar. Sufre, más que nunca. «Uno de los días más duros que he tenido encima de la bici en toda mi vida», dice después, al llegar a meta.
Por delante marcha la fuga. Purito, Bardet, Anacona, Castroviejo, Fuglsang, Dan Martin... Entre las 29 unidades están Kreuziger y Rogers, dos de los fieles de Contador. Ésa es la idea del madrileño. Cazarlos y emprender la marcha con ellos hasta la meta. Por si acaso así sucede, Bardet prefiere aprovechar sus piernas de gracia y marcharse. Aprovecha siempre tu oportunidad. Ésa es una de las máximas que le enseñó su padre, ciclista amateur en su juventud, cuando a los ocho años lo subió en la bicicleta. Luego le apuntó a las acampadas del ex profesional Charles Vallée. Carreras por la mañana y camping por la noche. Así se hizo ciclista Bardet.
Tiene coraje. Como Nibali, este siciliano y orgulloso. Descarriado, ahora corre para demostrar que el corredorazo que sometió al Tour del pasado año volverá. Nibali se lanza a por Contador en el Glandon, también lo intenta Quintana y el único que sufre, el único que se descuelga entonces, es su compañero Alejandro Valverde. En las manos del colombiano está el podio del murciano. Pero ninguno puede con Froome, que no pierde la calma.
Al final, todos se acaban echando encima de Contador. «Ha sido uno de esos que dejan a todo el mundo con dolor de piernas; se ataca más por el corazón», confesaba después. Cuando llegan al regalo de la naturaleza que es el puerto de los Lacets de Montvernier, una carretera estrecha y mil curvas cerradas asomándose al precipicio para salvar el desnivel alpino, Majka, esta vez sí, tira de Alberto para mantenerlo en el grupo. Nibali prueba el acelerón y poco más. Juntos hasta Saint Jean de Maurienne. «Mis rivales se están quedando sin tiempo», avisa Froome.
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