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El Tour es un caos

Sólo Enric Mas y Carapaz sobreviven a otra carnicería de etapa con tres caídas que afectaron a todos los favoritos. Roglic se aleja a más de un minuto de Pogacar, que también perdió tiempo

Primoz Roglic, después de su caída
Primoz Roglic, después de su caídaBenoit TessierAP

Acostumbra mucho a decir y repetir sin cansarse Javier Mínguez, el hombre que hizo campeón del mundo a Alejandro Valverde, la historia viva más legendaria y genial de nuestro deporte que encarna el vallisoletano, que el Tour de Francia es como un miura que cada día embiste y cornea sin compasión. Le gustan los toros a Mínguez. Por eso sus símiles y comparaciones cuando habla y todos callan, pues él sienta cátedra y sus palabras son siempre lecciones del ciclismo y de la vida, suelen ser siempre así, taurinos. A los sabios como él hay que hacerles caso siempre pues razón tiene. Y si no que se lo digan a todos los favoritos de esta ronda gala, que a excepción de Richard Carapaz y Enric Mas, nadie ha sobrevivido a besar el suelo, tatuarse heridas en la piel y dejarse tiempo por el camino. Un camino de sólo tres etapas, las que se llevan. Librar durante 21 días de llevarse una cornada de ese morlaco que es el Tour es difícil, dice también Mínguez.

En esta edición han bastado tres días para que haya más gente por los suelos que encima de la bicicleta. El Tour se ha convertido en un auténtico caos, encarnado mejor que ningún otro día en la etapa que concluía en Pontivy. Tres espeluznantes caídas de ésas que encogen el corazón y han dejado sus consecuencias. Las cornadas del Tour. Las hay de todos los grados. Los ciclistas son toreros, como dice Mínguez, expuestos a la ley de la fiera desbocada en la que se transformó el Tour: En forma de susto en el cuerpo, con el que saldrá hoy Tadej Pogacar cortado a cuatro kilómetros, heridas y dolor, como el de Geraint Thomas, que se fue al suelo en la primera parte de la etapa o roturas como la de Ewan, desgraciado protagonista del último incidente, en pleno sprint cuando se fue al suelo y ahí se quedó durante un buen rato, con su clavícula rota y el abandono de este Tour en el que no le ha dado tiempo a disputar uno de sus esprints.

Luego están las otras cornadas. Las que vienen en forma de números. De tiempo perdido. Aquí tampoco se salva nadie en 21 días, ya lo dice Mínguez también. De momento sólo libran Carapaz y Enric Mas, los únicos dos supervivientes, bien colocados y con la fortuna de haber librado los incidentes hasta el momento. Es el ecuatoriano ahora mismo, junto a Alaphilippe, el mejor de los favoritos situado. Por detrás, a catorce segundos, están el mallorquín del Movistar, Wilco Kelderman y Nairo Quintana, discreto y sin hacer ruido. Con 26 segundos perdidos se sitúan el dorsal 1 de Pogacar, Geraint Thomas, Porte y Chaves. Y a 1′20′', ensangrentado, dolorido y con el maillot hecho jirones, Primoz Roglic, tan acostumbrado siempre a bregar contra viento y marea, a levantarse de cada caída, a luchar contra todos los elementos.

Hay mucho cabreo en la línea de meta de Pontivy, donde Tim Merlier se une a la fiesta del Alpecin-Fenix, ganando la etapa que se suma al amarillo que retiene Van der Poel. Dice Iván Cortina, escudo protector de Enric Mas, que “la norma de neutralizar tiempos en los últimos 3 kilómetros se había pedido que se hiciera un poco antes, a falta de cinco o así, como tenía idea la CPA (el sindicato que defiende a los ciclistas). Se presentó, pero no estaban de acuerdo”. El Tour no les hizo caso. Marc Madiot, director del Groupama-FDJ fue más allá con su enfado: “Soy padre de familia y no voy a permitir a mi hijo que sea ciclista en estos tiempos. Esto no es ciclismo. Esto está yendo a más y si seguimos así va a haber muertos. Estoy cansado de llamar a las familias de mis corredores desde el hospital para contarles cómo están. Esto es culpa de los organizadores”, estalla el galo. Cornada. Como las que da el miura que es el Tour, ya lo dice Mínguez.