Nuevo líder
Mas resucita y Evenepoel se viste de rojo en el Pico Jano
La cima cántabra se estrena en la Vuelta también con el bautizo de Juan Ayuso y con la victoria del australiano Jay Vine
El Pico Jano abría una puerta a lo desconocido. Un camino tortuoso que la lluvia hacía más complicado y del que surgieron situaciones inesperadas. Como la resurrección, parece que definitiva, de Enric Mas, que se agarró a la rueda de Evenepoel en la subida. Sin darle un relevo, pero sin perderle de vista. «Bastante tenía yo con ir a rueda. He hecho todo lo que podía», decía después de la meta.
Evenepoel le pidió un relevo, pero no encontró respuesta y el belga tiró hacia delante. «Si hubiéramos colaborado los dos lo hubiéramos cogido, pero había que distanciar a los hombres de la general que iban por detrás. Me he visto bien y he seguido luchando para meter tiempo», aseguraba Evenepoel.
El hombre al que podían haber alcanzado es Jay Vine. El australiano del Alpecin fue el espontáneo que se coló en la pelea de los mejores y consiguió llevarse la etapa. Pero la atención estaba en otro lado. En la pelea por el liderato, de la que se descolgó pronto el defensor del maillot, Rudy Molard. La camiseta roja era para Evenepoel, que confirma que está en la Vuelta para algo más que para pelear por acabar entre los diez primeros.
Las certezas en la Vuelta, sin embargo, pueden durar apenas unas horas. Sucedió con la confirmación de Roglic como gran favorito a la victoria final después de su triunfo en Laguardia. Parecía completamente recuperado de su caída en el Tour y decidido a conservar el maillot rojo hasta Madrid. No lo aguantó en Bilbao, donde el pelotón permitió una fuga que terminó con Marc Soler levantando los brazos y de la que Molard salió vestido de rojo. Pero sus certezas se desmontaron en el ascenso al Pico Jano. No le sienta bien la lluvia al esloveno, al que cuesta recordar descolgado en una etapa de la Vuelta. La última vez fue en la edición de 2020. También era la sexta etapa, como ahora, y también caía agua y hacía frío. Ganó Ion Izagirre en la que era la última victoria española en una grande hasta la de Soler en Bilbao y Carapaz se vistió de líder.
Enric Mas ya había avisado en la llegada a Laguardia de que sus piernas y su cabeza están mejor que en el Tour. Y lo que parecía sólo un aviso de recuperación empieza a confirmarse. Aunque su cara reflejara el sufrimiento que le producía la subida al Pico Jano, sus piernas aguantaron hasta el final el impulso de Evenepoel. Sólo perdió un segundo en la meta con el belga, además de la diferencia en la bonificación. Y apenas le distancian 28 en la general, algo menos de la distancia que le saca él a Roglic.
«No sabía que ya estaba tercero en la general», confesaba Mas después de la etapa. «Hemos tomado tiempo sobre corredores muy importantes como Primoz. Ha sido una etapa durísima, por las condiciones y la meteorología. Ha habido momentos peligrosos. Venía todo con mucho ritmo y tensión», añadía.
A pesar de que la llegada era inédita en la Vuelta, Mas ya sabía cómo era el terreno. «Yo conocía las carreteras de haber corrido aquí en la Vuelta al Besaya junior. Ha sido una pasada volver a competir en estos paisajes tan bonitos», dice. Y también estaba seguro de que Evenepoel iba a atacar: «Sabíamos que correría al ataque, por cómo se comportó su equipo antes de la subida, y por ello era fácil anticipar que habría un movimiento suyo, no tanto mantener su ritmo».
La Vuelta descubre terrenos y descubre talentos. Entre Roglic y los de delante viajaba otra de las apariciones de la jornada, Juan Ayuso. El español del UAE se dio una paliza en solitario en busca de Evenepoel y de Mas. No los agarró, pero tampoco pudieron echársele encima losque venían por detrás.
El joven talento español, que cumplirá 20 años la semana posterior al final de la Vuelta, es quinto en la general, a 1:12 de Evenepoel, pero a sólo once segundos de Roglic. Sin embargo, Ayuso deja el liderato en manos de Almeida. «Tiene más experiencia que yo. Estoy aprendiendo», dice. Pero aprende rápido.
Roglic: “No tuve piernas”
«No he perdido mucho tiempo, pero simplemente no tuve piernas para luchar por la victoria, ni para seguir a Remco Evenepoel, así que luché lo que pude hasta el final», explicaba Primoz Roglic en la meta. Un pequeño momento de crisis a los que no está acostumbrado el ganador de las tres últimas Vueltas. «Todavía queda un largo camino. Hoy perdí un poco, pero esperamos ganar tiempo más tarde», amenaza el esloveno, que cree que todavía quedan muchos aspirantes al triunfo final en las calles de Madrid.
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