Ciclismo
La resurrección de Simon Yates
Tras cuatro meses de sanción por dopaje involuntario consigue su primer triunfo en una grande
Tras cuatro meses de sanción por dopaje involuntario consigue su primer triunfo en una grande
Simon Yates hablaba todos los días por teléfono con su hermano Adam durante el Tour. Son gemelos idénticos, apenas es posible diferenciarlos. Sólo detalles externos, como el color de las gafas o la perezosa barba de algunos días que suele lucir Adam, ayudan a diferenciarlos. Simon no pudo correr el Tour con su hermano. Cumplía una sanción por «violación no intencionada» del reglamento de dopaje. Los médicos de su equipo le administraron torbutalina, un medicamento indicado para combatir el asma que se encuentra en la lista de productos prohibidos, y se olvidaron del detalle de avisar de que se trataba de consumo terapéutico. La sustancia se le detectó en un control antidopaje en la París-Niza y por eso se le aplicó un castigo menor del que hubiera tenido que cumplir por un positivo «normal». Apenas cuatro meses. Pero Simon continuó entrenándose con su hermano, preparándose igual que el ciclista que terminó siendo el cuarto de la general y el mejor joven del Tour. A eso atribuye su buena forma en su regreso y el triunfo en la Clásica de Ordizia.
A la Vuelta ha llegado para ayudar a Esteban Chaves a pelear por la general, pero también a demostrar que sigue siendo el mismo corredor al que Wiggins designó como la futura estrella del ciclismo británico. Por eso lo eligieron para formarse en la academia del ciclismo británico mientras su hermano era rechazado y tenía que buscarse la vida en Francia. Simon dominaba en la ruta y en la pista, en la que ganó un oro en los Campeonatos del mundo de 2013. Ese mismo año, en el Tour del Porvenir que ganó Rubén Fernández, Adam fue segundo, pero Simon brilló más con sus dos victorias de etapa.
Simon era el futuro, aunque luego la carretera hizo que Adam fuera más reconocido. En 2014 decidieron marcharse juntos al Orica, donde tendrían más posibilidades de ser ellos mismos en lugar de aceptar la oferta del Sky para someterse a las órdenes de Froome. Simon no tuvo suerte en el estreno, se rompió la clavícula en su primer año. Y este año penaba su castigo mientras su hermano se hacía un nombre en el Tour.
Ayer, por fin, consiguió la victoria que llevaba tanto tiempo buscando. Su primer triunfo en una gran vuelta. Para ello tuvo que aprovecharse de la descoordinación del Movistar. Trabajó el equipo para echar abajo la escapada que marchaba por delante. Cazaron a Omar Fraile, a Zeits, a Bakelants y a Frank. Se quemó Rubén Fernández en la persecución y cuando le tocaba a Dani Moreno, Valverde le mandó para delante ante el temor de que le sucediera lo mismo. «Hemos tirado mucho, pero nos hemos quedado un poco solos. Cuando se ha puesto a tirar Dani le he dicho que se marchara y a ver qué pasaba, porque nos iban a coser a palos», explicaba Alejandro. Sabía que, probablemente, ahí, acabaran sus posibilidades de ganar en un final que llevaba su nombre. Yates saltó detrás de Dani, lo superó como si fuera invisible y levantó los brazos en la meta de Luintra.
La organización asume su culpa
Javier Guillén, el director de la carrera, acudió en la mañana de ayer al autobús del Lotto Jumbo para disculparse por la caída de Steven Kruijswijk en Lugo que le obligó a abandonar. «Hemos venido, lo primero, a interesarnos por el corredor, a pedir disculpas y a comunicar que no sabemos qué es lo que ha pasado, porque el obstáculo tenía que haber estado protegido y no lo estaba», asumía Guillén en la salida.
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