LaLiga Santander
Clásico y final para Lopetegui
El entrenador del Madrid llega a su última frontera. En el encuentro de hoy en el Camp Nou se juega definitivamente su futuro. Sólo una victoria convincente podría darle más tiempo en el banquillo.
El entrenador del Madrid llega a su última frontera. En el encuentro de hoy en el Camp Nou se juega definitivamente su futuro. Sólo una victoria convincente podría darle más tiempo en el banquillo.
Si respiras, es que aún todo es posible, si respiras, es que aún hay tiempo para casi todo. «Voy a seguir respirando después del encuentro, no me voy a morir», decía ayer Lopetegui, intentando disimular la crispación y buscando calma al borde del abismo, en el último paso que le queda antes de que deje de sentir el suelo bajo los pies. No están ni Cristiano ni Messi once años después y el apellido del Barcelona-Real Madrid lo pone el técnico madridista, protagonista indiscutible del duelo de esta tarde. Va sin red el entrenador, sin otra oportunidad y con el único convencimiento de que ya muy pocos creen en él para comandar a partir de mañana el futuro del conjunto blanco. Ni los resultados ni el juego del equipo le avalan y sólo le queda agarrarse a la esperanza de derrotar, en Barcelona, al líder de la Liga y así, ganar tiempo. Una victoria no le promete seguir en el puesto, pero seguro que sí obligaría a pensarse mucho más su futuro. El resto de resultados, salvo sorpresa, no le dan margen de acción y se llevaría a cabo una decisión que hace tiempo que ya está tomada.
Julen sigue a lo suyo, peleando para mantener bajo control lo que aún está en su mano, que, en realidad, cada vez es menos. Si pretendía aislarse, la empresa le ha resultado imposible, porque los vestuarios no pueden permanecer al margen de la realidad y la tensión se escapa en los gestos, en las palabras o en las asperezas de algunas respuestas. Se buscan culpables para lo que está pasando y todos miran al de al lado cuando les preguntan. «Cada uno tiene un 100% de energías, y el 100% de mis energías están enfocadas en ayudar a mi equipo», decía ayer el entrenador, algo más tenso que otras veces, que se pasa las comparecencias de Prensa respondiendo sobre su futuro e intentando centrarse en lo que pueda suceder en el campo.
No ha sido Julen el mejor comunicador durante su estancia en el banquillo blanco, porque desde el primer momento decidió mantener un perfil bajo y prudente, alejándose de cualquier polémica que pudiera enrarecerle el vestuario. No le ha servido esa táctica como defensa porque se ha visto contra la pared a causa de lo que ha sucedido en el campo y no por otras causas. «En octubre hemos hecho cosas buenas y otras que no han tenido continuidad en el resultado pero sí en ocasiones de gol», decía ayer para intentar explicar que el desempeño de su equipo ha sido mejor de lo que indican los marcadores de los últimos choques.
El entrenador ha ido buscando motivos para la esperanza tras cada encuentro que le salía torcido: desde las ocasiones falladas en uno, hasta los errores particulares, que no globales, en otro, pasando por las lesiones o los buenos momentos de los suyos en algunos tramos.
Sin embargo, eso ya no vale y en el club le pedían una reacción ya hace una semana. No sucedió contra el Levante y no fue buena la actuación contra el Viktoria, el martes en la Champions. Si ha llegado al Camp Nou es más por asuntos administrativos (el calendario y la búsqueda de un sustituto) que por la confianza que puedan tener en él desde las oficinas del club. «El ciento por ciento de mi energía lo dedico al fútbol, no me desgasto ni un 0,01% en otras cosas», continuaba ayer Lopetegui ante la enésima pregunta acerca de lo que va a suceder con él a partir de que se acabe el choque.
El partido de hoy tenía que ser una celebración, un momento especial para la carrera del entrenador vasco en el banquillo del Real Madrid, pero es evidente que los planes no le están saliendo como los habría imaginado. El equipo blanco sólo llega a cuatro puntos del Barcelona, pero por la sensación que se desprende desde el Bernabéu parece que la distancia es mayor. Si pierde se iría a siete puntos, una diferencia algo abultada, aunque aún recuperable... sin Lopetegui, consideran en el club. Pero si vence en territorio rival, el Real Madrid estaría en la pelea, con los ánimos renovados. «Estamos preparados para afrontar la exigencia de un clásico. La actitud de mis jugadores y su mentalidad me hace estar tranquilo como entrenador para dar la vuelta a una situación que no es irreversible. Salvo en pocos partidos, siempre hemos tenido claras opciones y merecimientos para ganar», continuaba ayer.
A eso se agarra el entrenador. A que respira, a que el vestuario aún tiene fe en su trabajo: «Ellos confían en mí y yo confío más en ellos. Lo único que debemos hacer es refrendar que estamos trabajando bien y duro, y estamos con ganas de darle una alegría a nuestra afición. Es un partido propicio para ello. Vamos con ilusión y preparados en hacer un gran partido».
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