Perú
«Debieron bajar desencordados»
La muerte de tres españoles en los Andes en Perú reabre el debate sobre los controles en la práctica del alpinismo
La muerte de tres españoles en los Andes en Perú reabre el debate sobre los controles en la práctica del alpinismo.
¿Se ha convertido el alpinismo en una moda en la que no se ve el peligro? ¿Está todo el mundo capacitado para subir una montaña? Para muchos es más que una práctica deportiva. «Es el único deporte en el que quien lo practica, pone en juego su vida» afirma Sebastián Álvaro, montañero y presentador de «Al filo de lo imposible». «La primera cosa que la gente debería saber cuando sale a la montaña o a la gran naturaleza es que el riesgo cero no existe. Cuando vas a una montaña, sea en el Pirineo o en el Himalaya, hay multitud de peligros y de cuestiones que tienes que saber para volver a casa y no verte metido en un problema en el que puedes perder la vida», dice quien fuese galardonado en 2006 con el Premio Nacional del Deporte.
Sergio Porteros, Gerad Borrull y Adrià Sanjuan no emprenderán ese camino de regreso a casa. Los españoles, con edades comprendidas entre los 24 y los 26 años, murieron arrastrados por una avalancha cuando descendían el Nevado Mateo (5.150 metros de altura). «Nosotros provocamos la avalancha al resbalar», relata Pablo Belmonte, único superviviente.
Aunque el informe de la policía judicial peruana no se ha hecho público, todo apunta que los alpinistas bajaban atados por una pendiente y que un resbalón en la nieve les provocó la caída. «No sé bien quién resbaló primero, a mí me embistió uno y yo a otro. Ahí generamos la avalancha que nos arrastró, yo iba el segundo», confesó Pablo Belmonte en el «El Larguero». La naturaleza les jugó una mala pasada. «Después de una semana de sol, la nieve estaba muy compacta. Dos días después cayó una nevada fuerte que provocó que se formara una capa de nieve virgen sobre el hielo. Fue entonces cuando nos fuimos los cinco», añadió el superviviente de la tragedia del Nevado Mateo.
«Son los riegos que tiene la montaña», dice Pablo. Un riesgo que quizá se podría haber evitado. «La utilización de la cuerda en determinados momentos de la práctica del montañero, sobre todo en montañas altas, con nieve, con grietas, hay que ponderar en cada momento su uso. Es muy útil para cruzar un glacial donde hay grietas y si no estás atado y caes dentro de ella te has matado. Si lo haces, todo quedará en un susto. Sin embargo, en casos de bajar una montaña o pendientes bastante empinadas casi lo mejor es bajar desencordado», dice Sebastián.
Ninguno de los cuatro amigos estaba federado, eran alpinistas aficionados que llevaban toda su vida yendo a la montaña. «Nos podía haber ocurrido algo en otra ocasión, no sucedió, sucedió ahora. Siempre es un riesgo que conlleva, pero el mayor riesgo es estar postrados en el cemento, con la vida moderna, con depresiones. No éramos deportistas de élite,somos montañeros hippies y más de una vez hemos bajado corriendo, pero nos gusta la montaña», dice Pablo.
Es inevitable que tras el accidente surja una pregunta: ¿No debería controlarse más el tema de los alpinistas federados? Para Sebastián Álvaro más que «controlar sería aconsejable que todos los que practican la montaña en nuestro país estén federados y con el seguro que proporciona la tarjeta federativa. Más aún cuando se sale al extranjero, ya que se hace una ampliación para que el seguro te cubra en esos territorios alejados de las fronteras españolas». «Cada vez que vamos a escalar asumimos los riegos. La montaña es mucho más que un deporte. Quien practica alpinismo pone en juego su vida y eso tiene que ver con las habilidades que somos capaces de superar con la inteligencia, con la fuerza, con la valentía, pero sobre todo con la capacidad de saber gestionar los riesgos», confiesa Sebastián Álvaro después del accidente en los Andes de los montañeros españoles.
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