Mundial 2014
El chiringuito de Pedrerol: La mirada del adiós
Casillas hizo su último servicio a la Selección intentando levantar el ánimo que él no tenía. Ha llegado su hora
Iker sabe mejor que nadie que su momento ha llegado. No era la zona mixta el lugar adecuado para desvelarlo, igual que tampoco era el momento después de sufrir una dolorosa y humillante eliminación. Pero el capitán de España es consciente de que en Brasil ha terminado una etapa de su carrera deportiva, brillante, y que siempre le agradeceremos. No es el final que soñaba el jugador con más participaciones en la Selección. Por supuesto que no. Ni es el final que se merecía alguien que nos lo ha dado todo. Pero no todos los sueños se cumplen en la vida.
Una última aportación
Casillas cumplió con el papel de capitán a la perfección tras la escandalosa goleada recibida ante Holanda y representó la función de la que Del Bosque no quiso encargarse. Iker unió al grupo y trató de espantar los fantasmas. Hizo creer a sus compañeros o, al menos, lo intentó con todas las energías que le quedaban, que todavía se podía conseguir, que se podía repetir algo grande. Les dijo que tenían a todo un país detrás y que les debían otro esfuerzo. Hizo su última aportación a la Selección, aunque después ni las piernas ni la cabeza respondieran ante Chile en un partido que pedía hechos y no palabras.
Su rendimiento ha caído
Pero Iker es inteligente y sabe que puede engañar a algunos fieles, pero nunca a sí mismo. Sus tres últimos partidos han sido los peores de toda su carrera deportiva. En la final de «Champions» y en los dos encuentros del Mundial no ha sido ni la sombra del guardameta que fue considerado el mejor del planeta y uno de los más grandes de la historia. Mourinho y Ancelotti no le quitaron de la portería del Real Madrid por capricho o porque no tengan ni idea. Sabían mejor que nadie que su rendimiento caía en picado. Por eso, si Casillas quiere recuperar o, al menos, acercarse al nivel que tuvo un día, tiene que dejar la Selección y centrarse en su club. Y seguro que eso es lo que va a hacer cuando lo piense fríamente, lejos de la decepción y la tristeza que se palpan en la concentración de Curitiba.
Agotamiento, inseguridad y dudas
Jamás se me borrarán las imágenes del mejor portero que hemos tenido nunca parándolo todo en las dos Eurocopas y en el Mundial que nos regaló esta generación inigualable durante los últimos seis años. Esos penaltis ante Italia, esa parada a Robben, o su imagen levantando los tres trofeos. Pero todo acaba. Iker se siente culpable. Sabe que con sus desafortunadas actuaciones sobre el césped ha tenido gran parte de la responsabilidad del ridículo mundial que ha hecho España en este campeonato. Y, por ello, debe dejar paso a gente como De Gea, que reclama a gritos desde hace tiempo más protagonismo. Su mirada después de enfrentarse a Chile reflejaba que ya no es el mismo. Reflejaba agotamiento, inseguridad... dudas. Lo reflejaba absolutamente todo. Era la mirada del adiós de un número uno.
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